Los poderes de facto y la democracia

Los poderes de facto y la democracia

Durante largo tiempo el Estado se entendió como el poder que ejercen los poderosos dentro de una estructura que los beneficia. La iglesia, la burocracia gubernamental, los militares, el comercio mayor y el poder financiero se han entendido entre sí para imponer su voluntad por encima de la gente común.

Han tenido que suceder muchos sacrificios de la población que no está en estos segmentos para incorporarse al espacio en el que se toman las decisiones.

Se ha ejemplificado la Atenas griega como el nacimiento de la democracia; sin embargo, la mayor parte de quienes la habitaban cuando era la incubadora democrática estaban excluidos de este proceso.

Incorporar a las mujeres, a las y los jóvenes, a quienes no tienen propiedades, a quienes no saben leer, es decir, entender que a partir de cierta edad el voto es un derecho universal, ha sido un proceso gradual y hasta la fecha está incompleto.

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Hay libros que contienen cientos de páginas para explicar y reflexionar qué es el Estado y cuál es su sentido, pero la Constitución mexicana la simplifica a territorio, sociedad y gobierno, y afirma que su función es hacer valer los derechos básicos de los mexicanos.

La calidad de la democracia depende de la manera en que se conjugan estos poderes, en la inteligencia de que entre mayor es el equilibrio, mejor es la democracia, porque en donde estos poderes son desbordados, la voluntad ciudadana se encoje y enajena.

En donde la Iglesia pone las condiciones y el gobierno las ejecuta, hay una sociedad teocrática y conservadora. Si gobierno y militares diseñan las políticas públicas, por lo menos hay un sesgo autoritario. Si los intereses del capital nos condicionan, nos condenamos a ser clientes, consumidores, deudores, sus empleados o la reserva de sus trabajadores.

partidos políticos

El laicismo es una manera de contener a la Iglesia, sin miedo de irnos al infierno. La civilidad es la manera de mantener el militarismo en un espacio reservado a la seguridad. Las políticas sociales pueden inhibir la avaricia del capital, generar opciones políticas con mayor participación de la sociedad impulsando alternativas; es la manera de hacer más ágil y efectivos los servicios con menos burocracia.

Los medios de comunicación son un poder, pero no de facto; suelen obedecer a los requerimientos de los poderes ya mencionados. Más que prensa vendida, son, en muchos casos, prensa comprada. Pocos son los medios que publican de manera ética, informando a cabalidad, con independencia y procurando una reflexión. Como prueba de esto, tenemos el actual conflicto en Ucrania en el que los medios occidentales informan con parcialidad y obstruyen la otra versión.

La opinión publica seguro que es un poder. En consecuencia, se compite por manipularla. La libertad de palabra implica que detrás de ella existe un razonamiento que se expone al criterio popular; es un elemento de análisis para el debate que ayuda a la construcción democrática, impulsa ciudadanía y no está obligada al halago de los poderes de facto. Desde la visión de una democracia social, mejor si la prensa es crítica.

Lo que corresponde con estas reflexiones es ubicar en dónde se encuentra la democracia mexicana. ¿Demasiado pegada al militarismo?, ¿rompiendo constantemente la neutralidad religiosa?,¿sin tomar distancia del capital y con exacerbada burocracia gubernamental? Y escribo gubernamental porque también hay burocracia en la iniciativa privada, pero está fuera de la competencia de los electores.

Se vale aspirar a entidades de autogestión, pero no por eso dejan de tener compromiso social y de ser parte de la sociedad y en consecuencia del Estado.

Pertenecer a un Estado es partir de un origen común que se va haciendo elástico; convivir bajo las mismas leyes y tener las herramientas para cambiarlas, teniendo como motor central la sociedad, en donde si bien quien tiene la mayoría gana, las minorías son respetadas. En el ámbito popular se dice que la democracia es como hacer el amor: lo mismo debe gozar quien está arriba que quien está abajo, y siempre está latente la posibilidad de hacer el cambio.

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La democracia es una asignatura interminable que requiere de ciudadanas y ciudadanos inquietos, con derechos privados y sociales, con elementos de juicio para dialogar, con acceso a la información, sin apatía social, con actitud crítica pero dispuesta a dialogar, y ser parte de una sociedad que hace gobierno.

Estos requerimientos implican partidos políticos que hagan un ejercicio de enseñanza y aprendizaje con la ciudadanía. ¿Los tenemos?

Pertenecer a un Estado es tener conciencia de un futuro común, en donde lo que hacemos y no hacemos deja huella.

Por René Cervera G.

*Analista político, compositor y representante del Partido Humanista en el IECM. Es autor de los libros Entre el puño y la Rosa (visión de la socialdemocracia), La democracia es una fiesta, Antojos literarios y El sentimiento que nos une.