Enigmática e irresistible en pantalla, Najwa Nimri es una de las actrices españolas más fascinantes de su generación. Lo que es más, a Penélope Cruz se la come y deja los huesitos en ‘Abre los ojos’ de Amenábar y es inolvidable en «Los amantes del círculo polar» de Julio Médem. Así no es de sorprender que en su más reciente ventura españolísima Manolo Caro («La Casa de las Flores», «La vida inmoral de la pareja ideal») la haya elegido para ser la protagonista absoluta de «Sagrada Familia», una trama pletórica de intriga, suspenso y desconcertantes gestos de ternura.
Ambientada en un barrio de clase media alta en Madrid, pero con filosos flashbacks que ayudan a establecer la intriga, esta es la historia de Gloria, una rubia madura, artista del vitral, madre de un bebé de un año, que vive con su au-pair adolescente y un chico escondido en una habitación, que solo sale a andar en patineta por las noches. O tal vez sea la historia de Julia, una mujer que hizo el mayor sacrificio posible por amor a un hijo y se vio arrastrada por circunstancias violentas y desesperadas. Pronto, la situación se va convirtiendo en un auténtico nudo de víboras en el que no se sabe en quién confiar, todos esconden uno o más secretos de todo tipo y nadie es lo que parece en estas sosegadas calles arboladas.
Un momento. ¡Un momento!
¿Esto es una serie de Manolo Caro? Después del lanzamiento de su cuento de hadas musical con un Sebastián Yartra (que se cargó el impecable trabajo del resto del elenco) al que no le fue tan bien, el incansable director, siempre fiel a sus filias e ideas, retorna al streaming con una propuesta inquietante, más cercana al suspenso hitchcockiano (que Nimri salga de rubia fatal en esta serie no es una mera coincidencia) que a la comicidad estrambótica de Pedro Almodóvar, cineasta al que Caro había buscado emular mientras desarrollaba su propio estilo (algo que ya puede afirmarse: se pueden reconocer los detalles que identifican un trabajo del tapatío casi de inmediato y establecer un sello personal no es cosa simple, le ha llevado casi una década de trabajo constante y hay que reconocerlo: algunas obras suyas son más afortunadas que otras, pero siempre tienen su rúbrica), que es su trabajo más inteligente, sofisticado y adictivo en el formato serial.
Desde su primera escena en una sala de partos, «Sagrada familia» se las ingenia para captar la atención del espectador, llevándoselo sin pedir permiso por un laberinto que representa todas las dudas posibles acerca de las identidades, motivaciones y realidades de los personajes – Gloria, sus allegados, vecinos, amigos y hasta el bebé—, incógnitas que se van despejando a medida que avanza la historia hasta un clímax de suspenso insoportable y explosivo.
Con una mirada no exenta del humor sardónico y el fino sentido de la ironía y el melodrama que lo caracteriza, aunque más enfocada en enroscar la intriga pertinente a todos los aspectos sociales, psicológicos, familiares, románticos, económicos y culturales que atraviesan cada una de las mujeres del elenco (que incluye a Alba Flores, Macarena Gómez, Ella Kweku y la modelo argentina Laura Laprida) en sus maternidades, algunas reales, otras impostadas y todas cruciales para sus historias, que se entremezclan, haciendo que los pasados y presentes de todas estas amigas y vecinas se entrelacen entre mentiras, pactos y promesas rotas que – por así decirlo— dan a luz a los más dramáticos e inesperados desenlaces.
«Sagrada familia» es una serie con muy buen ver, realizada no solo con eficiencia sino con astucia: el espectador lo pasará muy bien en saber la oscura verdad detrás de sus máscaras como amas de casa perfectas, madres ideales con parejas increíbles e hijos divinos (hay que decirlo: Lorenzo Angelotti está divino) que viven a todas luces felices en una colonia tranquila en la periferia del elegante barrio de Salamanca en la capital española.
La consigna en todas las marchas dicta: la maternidad será deseada o no será, ¿pero qué pasa en las vidas – y cuerpos—de diversas mujeres después cuando los caminos que toman sus vidas las llevan a replantearse todo lo que han hecho e incluso planear planes peligrosos por salvar a sus hijos?
La serie, dirigida con elegancia, mimo y estilo por Manolo Carlo, genera la tensión específica en 8 capítulos (¡Hola, Cecilia Suárez! No sería una obra de Manolo sin ti) para dar pie a esta y más preguntas que se alzan más allá de la ficción. Con la absolutamente fabulosa interpretación de Najwa Nimri como la estilosa, neurótica, pero implacable Gloria, el espectador no podrá perderla de vista en los pasos que emprende, desesperada por olvidar su pasado y reinventarse como una madre libre de pecado.
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¿El mejor trabajo de Manolo Caro hasta ahora? En este formato, puede ser. Lo cierto es que la escritura es ágil e ingeniosa, las actuaciones en su mayor parte son efectivas y la Nimri es una gran, gran actriz. Razón suficiente para ver esta serie en su totalidad.
«Sagrada Familia» está disponible en Netflix