Estamos en una época en donde los estadounidenses ven con alegría cómo sus hijas e hijos toddlers (niñitos de 2-3 años) se prenden con el Dale Disfruta, de Pitbull, o por ese monumento a la poesía, de El Alfa x Darrell x Noriel, que dice: “Ella lo que quiere es que la ponga en 4K”, en las arenas deportivas. La verdad es que a los gringos no les importa el significado de esas letras, sólo no se quieren perder del contagioso ritmo y zangolotear el cuerpo en los entretiempos.
Desde Ricky Martin no quieren perderse el siguiente Livin’ la Vida Loca y entrar en ese mercado en que haya éxitos que todo mundo baile. Se ha convertido en la panacea de productores y músicos modernos.
El show del medio tiempo del Super Bowl incluso reunió el pasado 13 de febrero a Dr. Dre, Eminem, Snoop Dogg, Mary J. Blige y Kendrick Lamar, en un tributo al hip hop noventero angelino que según la agencia Nielsen fue visto por 103.4 millones de espectadores, la mayor cantidad de audiencia para un espectáculo televisado de hip hop de toda la historia.
En México, el fenómeno se dejó sentir en el Vive Latino del 19 y 20 de marzo pasados, en que actuaron ante grandes públicos Residente, Aczino y el rapero guanajuatense Santa Fe Klan, ante más de 70 mil almas, y será difícil determinar cuántas personas lo vieron por otros medios y redes sociales. Un impacto real que quizá haga que cada año más artistas del hip hop nacional se presenten en los principales festivales musicales.
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La pregunta ya no es si el hip hop puede ser mainstream (corriente principal), sino ¿cuánto del espíritu original de esta música, contestataria y contracultural, puede permanecer en él cuando se trata de hacerlo más “accesible” para las audiencias? El rapero guanajuatense es un gran estudio de caso.
¿Al ritmo de la cumbia?
Después de 5 discos de hip hop, Santa Fe Klan quiso “hacer algo distinto para su público”. Y su estrategia fue hacer cumbias. Leyó usted bien. Y lo que se antojaba como una interesante fusión de Ángel Jair Quezada Jasso, terminó en un homenaje sumamente personal a su género predilecto, el que escuchaba en las fiestas de su barrio cuando era morrito.
El problema es que, salvo algunos matices, ese exitoso trabajo, Santa Cumbia (Cuatro Siete Tres Music, 2021), contrario a otros proyectos que genuinamente mezclan músicas tradicionales con hip hop, como los de Orishas o Calle 13, en el resultado final es cumbia, con muy poco de hip hop.
“Este disco, Santa Cumbia, lo hice porque me gusta y no por meterme a un género. Yo soy rapero, me encanta el hip hop… lo hice porque me gusta la música, amo hacer música diferente”, explicó Ángel a Elioth del Toro, del diario El Occidental (23/02/2021).
Es un caso curioso, porque si bien el hip hop de Santa Fe es un relato de sobreviviente de la narcoviolencia de Guanajuato, también son odas a la vida catalogada por las buenas conciencias como delincuencial. Su bien logrado El Inicio, Vol.2 (Santa Fe Klan, 2017) es una inventiva y divertida oda a la maryjane (mariguana) y legitima un estilo de vida misógino y trasgresor, uno que el mismo Gobierno de México proscribe en sus campañas mediáticas.
En México, el hip hop, que carga esas esencias, es una música totalmente sectaria y segregada, y la de Ángel se inscribe, fácil, en la narcocultura del estado de Guanajuato. Entonces ¿cómo consiguen los actos de hip hop estar en los principales aparadores nacionales a pesar de que son músicas cuya idea principal era ser antisistema?
La pasteurización
En el caso de Santa Fe Klan se debe notar que el público objetivo de ese hip hop que ofendería hasta al panista menos recalcitrante, es mínimo en México a comparación del público que ama la cumbia. Y se hace necesario apelar a una demografía más amplia para no perder el punch, ya que en la actualidad Santa Fe Klan está en la cresta de la ola del hip hop mexicano; hasta es promocionado por Apple Music en espectaculares.
¿Pero a cambio de perder la esencia? En esas cinco obras precedentes hay una gran reverencia al estilo de vida del hip hop, beben de una mística: no hay futuro, mi vida es así, así soy y así moriré, pero bien drogado y bien contento, en temas como La Triste Realidad de Por Costumbre, (Rap Trap Records, 2017) y Barrio Santa de El Inicio, Vol. 1 (Santa Fe Klan, 2017), dos muy buenos tracks.
Una veta creativa que le va bien, con la historia de superviviente del barrio, que eligió la música y las rimas en lugar de las AK47, que es donde Ángel en verdad está en su elemento y ha creado hip hop muy interesante, sobre todo cuando comparte el micrófono y sus comparsas amplían el alcance con sus rimas, estilos y personalidades.
El problema es que su música más original, saludablemente purulenta y trasgresora, tal vez es algo que a algunos hasta les parezca un delito escuchar. Y es lo que Ángel quiso evitar en Santa Cumbia: salirse un poco del estigma para apelar a un mayor público. ¿Pero, vale la pena pasteurizar y quitarle su esencia al hip hop?
En lo personal hubiera disfrutado más un intento de hibridar ambas músicas y no esperar que las rimas, cantadas -no rapeadas- de Ángel Quezada, le den un lustre de hip hop a lo que claramente es cumbia. Y es curioso, porque el sampler que acompaña Perdido en la Calle y Muriendo por el Rap, de El Inicio, Vol.2 (Santa Fe Klan, 2017), ya es una fusión muy interesante entre el hip hop y la cumbia.
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Lo que no parece entender ni Santa Fe Klan ni sus productores en Santa Cumbia es: ¿para qué queremos un disco de cumbia de un rapero? Hay algo muy manipulador en el hecho, pero también es cierto que es un método que funcionó, fue un éxito rotundo, algo que se confirmó luego de la presentación de Santa Fe en el Vive Latino.
Hasta esa intención de ‘lavarse la cara’ y ‘ser sano’ se nota en las letras, que son más radiables y aptas para casi todo público, contrario a cualquiera de sus anteriores discos, que se ganan la clasificación de explícito a pulso y se convierten en bocados para públicos muy específicos. Éxito, sí, pero, ¿y la creatividad apá?
Quizá lo único que lo convierte en hip hop, en esencia, es el rasgo de resaltar la tradición del típico barrio popular mexicano, con entrañables ideas que sólo quien lo ha experimentado puede entender, como la sensación suprema de escuchar a los sonideros, poner la de Qué Bello; una tradición que aún continúa.
Pero eso mismo en su música de Santa Cumbia no posee hip hop suficiente y el rapero ni siquiera lo intenta. No parece ser su intención, no es un álbum de hip hop y así, se convierte en una gran interrogante en su discografía. ¡Porque Santa Fe Klan canta!, (y se llega a asemejar a Bad Bunny y Daddy Yankee en esa penosa faceta), algo que sería hasta motivo de excomunión según muchos rappers de ala dura.
En el argot dirían que no tiene Flow. Su enlace de rimas no reta a su escucha y es curioso, porque Jair ¡sí tiene flow!, lo ha demostrado muchas veces. Y lo que aquí intenta seguro tendrá un mérito como un álbum muy personal en el que relata su amor por la cumbia, pero no es que la visión musical de Ángel vaya a transformar nada en el género que dice homenajear.
Tras el éxito avasallador del Vive Latino, ¿hay algo erróneo en lo que hizo el rapero en Santa Cumbia? En el mismo festival, el rapero de Neza, Aczino, en una presentación también muy exitosa, con un montón de invitados rappers, señaló el enorme momento que el hip hop está viviendo en nuestro país actualmente.
Al parecer el mismo Santa Fe sólo utilizó Santa Cumbia para conseguirse un par de hits “limpiecitos”, que la gente pueda cantar sin sentir que lo siguiente es que la policía lo arreste, las feministas de ala dura lo linchen o su familia piense que ya se ‘descarriló’ y lo quieran internar en Oceánica.
A recuperar el camino
En este 2022 Santa Fe Klan volvió a lo que mejor hace, que es el hip hop en que comparte el micro con alguno de sus comparsas. Es el caso del EP, Socios I (Cuatro Siete Tres Music, 2022), en donde elucubra con el neoleonés Gera MX. Los primeros cuatro temas de una colaboración que se espera más amplia y ha tenido una gran difusión.
Trasfondo te seguirá trayendo más capítulos de nuestra serie: La Pasteurización del Hip Hop, en un futuro cercano.
NOTA:
El “negrito en el arroz”
Hay que rescatar Esta Noche, del Santa Cumbia, como un genuino intento de hibridar cumbia y hip hop. “Suena mi cumbia desde México a Buenos Aires”, canta el guanajuatense en un trance bastante propositivo en que instrumentos como el acordeón y el güiro se mezclan con los beats y esencias del hip hop en una competente hibridación de estilos.
Pero, aun así, Ángel insiste en no rapear, salvo en los pasajes finales de la canción en que, en concordancia con la mitología del hip hop, se escuchan hasta las sirenas de las patrullas que el cantante invoca, un buen toque de producción.
Hasta las trompetas están en una sintonía más propia del hip hop: decadentes y no llenas de exuberancia. Con el lapso en que rapea: “somos perros de guerra/bien bravos, de esos que se aferran”, en una letra que parece de otro de sus discos anti sistema y a la vez manifiesta su devoción por el género de la cumbia, tal como lo escuchó en las tardeadas y fiestas de quince años y bodas en su adolescencia.
Disfruta aquí de Esta Noche, de Santa Fe Klan: