“Solo se explica comparando”, escribió Durkheim cuando estudió el suicidio. Leo esa cita y recuerdo sobremesas, carreteras y conversaciones que han traído acá el tema. En cómo a veces llega de golpe y a veces tardo, unas a propósito y otras, pareciera sin querer.
La basura es un ejemplo claro para pensar en el suicidio. Se ha convertido en una máquina del tiempo y aunque nuestras vidas no alcancen a ver aquel desenlace, las proyecciones apuntan a un posible escenario en el que muchas y muchos, desgraciadamente van a perder. Estamos cavando, bombas de tiempo que se han ocultado, enviado a ríos, mares, océanos y más. Acción y reacción.
Del fatalismo a la acción
Entonces recuerdo que hay estigmas y tabúes en ciertos temas que difícilmente se pueden tratar. Que si se hablan hay que quitarles capas negras y dejar los prejuicios atrás. Que difícil tarea el ir soltando y convencerse que existe en algún paralelo, otra realidad. Transformar para mejorar. Por eso sigue siendo un reto trabajar en el tema. Pero como todo, también viene la dicha a través de la ciencia, ir comprobando hipótesis, desarrollando ideas y promocionando líneas de acción.
El abismo puede verse también como la ruta hacía la luz. Dejar de sembrar restos putrefactos de la sociedad, sobras que se descomponen, ¿que se cosecha cuando se sembró basura? El fin catastrófico no es necesario, no tenemos por qué seguir alimentando un sistema que nos está matando, que nos llena de objetos que en corto se vuelven obsoletos y son producto de una economía lineal ¿o sí?
Dilema. Y es que si, los residuos y lo que se ha convertido en basura son responsabilidad de los gobiernos. Por lo menos en México, cada municipio tiene la obligación de llevar a cabo la correcta gestión en el manejo de los residuos sólidos urbanos. Esto con la alianza del estado correspondiente y cobijados por la federación. Mismos que por su parte, se encargan de los residuos de manejo especial y peligrosos respectivamente.
Sociedad de consumo y revolución
Aún con esa afirmación es sustancial entender que, cuando se habla de manejo integral de los residuos, se está hablando también de la generación de estos. Vivimos en una sociedad de consumo y, por ende, no nos exentamos de este hecho social total.
Al respecto, según el Hub de residuos sólidos y economía circular, para el 2021 se generaron en nuestro país, 376 kg. de residuos por habitante al año. Cantidad que se asemeja a otros informes donde se menciona aproximadamente un kilogramo por persona al día. ¿Acaso no es una revolución cuestionar el sistema que se volvió aliado en el discurso de consumir más y desechar sin preguntar? Generar menos de lo que se nos impone ya lo es. Enseñarles a las autoridades como es posible se convierte en algo casi absurdo, porque es obvio y es su obligación, pero si no lo hacen las autoridades, ni las empresas, alguien lo tiene que hacer. Que en alguno quepa la cordura.
Sólo se explica comprobando
Cabe mencionar que yo ya no concibo mi vida sin mirar la basura, y me convencí de tener bien puesto el personaje de la investigación. Así que, a manera de pasatiempo, juego, vocación u obsesión, a donde voy me llevo el cuento.
Fue así como en esta vida que a veces se vive nómada, he ido registrando lo que, gracias a ello, puedo observar. En cuanto a los resultados, es curioso porque cualitativamente sugiere sentido común, son residuos convertidos en basura y las respuestas al problema, mucha gente las podría dar. Luego, te atreves a poner sobre la mesa el tema, y se convierte en una especie de postre que pocos, se atreven a probar. Otros cuestionan la receta. Muchos más ni siquiera tienen interés en voltearlo a ver.
Cuantitativamente hubo cosas que comprobar. Un poblado como la Heroica Villa Higuera de Zaragoza en Sinaloa, fue uno de los escenarios donde gracias a las bitácoras se pudo demostrar lo siguiente. Aplicando acciones simples en lo cotidiano, luego de una adaptación respecto a ciertos hábitos, repitiendo mecanismos y articulando reflexiones al respecto de la basura, es posible reducir cantidades como las que se muestran en los conglomerados de datos a nivel mundial. Ahí se llegaron a generar, incluso, cien gramos de basura por persona en un día. Todo ello gracias a la separación y valorización de residuos.
Por su parte otro de los estudios de caso, ubicado en la ciudad de Hermosillo Sonora, llegó a contabilizar hasta un kilo seiscientos cincuenta gramos de basura por persona en un día. La diferencia se puede atribuir directamente a los hábitos relacionados con los residuos sólidos urbanos, que, durante la investigación, fueron clasificados como basura. Vale la pena subrayar que en tal “objeto de estudio”, había una fuerte relación con las características de la llamada “modernidad líquida” explicada por Zygmunt Bauman. En la que permea el consumo y las formas de vida desechables. Pero ese es otro tema, que quizás más adelante podremos analizar.
Así pues, las bitácoras siguen arrojando datos interesantes. Ya que durante los últimos meses y aplicando el modelo de reducción de basura y valorización de residuos que se ha ido perfeccionando. Durante el estudio de caso actual, se ha llegado a contabilizar que una persona puede generar doscientos gramos de basura en 21 días, es decir, .010 gramos de basura al día, ¿difícil de creer?
Basura y suicidio
Por otro lado, recuerdo a Charlie en The Whale, un personaje que te lleva al límite. A través de su vida, sus acciones y sus crisis, podemos ver comportamientos a veces inconscientes que se admita o no, traen consecuencias difíciles de asimilar.
Cuando pienso en suicidio y basura, me imagino a la sociedad de consumo como cientos, miles, millones de Charlies. Vacíos que se llenan con productos, poseyendo cosas inservibles, de moda y desechables, comprando más y más y cada día más. Desechando todo. Crisis que se apaciguan en el mall y luego qué, ¿qué viene después? Se van llenando las bolsas negras y se mandan a un camión.
Se escarba la tierra y en el mejor de los casos ahí va. Y si no, la basura se va convirtiendo en un problema de injusticia, desigualdad y contaminación. Se generan gases, líquidos, microplásticos, montañas tóxicas, se ensucian mares, ríos, calles, todo retorna a ti lo creas o no. Entonces ¿Podría ser eso un suicidio colectivo?
Vs residuos y transformación
Para ir cerrando, no sé qué opinan de la ciencia, pero gracias a ella, en la historia de la humanidad se han hecho descubrimientos que salvan, mejoran la calidad de vida, se puede ver como la llama que alumbra en la oscuridad.
A su merced hemos podido defender lo que parece indefendible, la importancia de separar y valorizar. Gracias a sus métodos, como los que han sido aplicados en estos estudios, el prototipo propuesto se refuerza cuando demostramos que, con pequeñas acciones, desde lo individual podemos reducir abismalmente las cantidades de basura que se generan. Pretextos hay muchos, voluntades pocas, pero igualmente, los datos ahí están; gestándose, comprobando, explicando, pretendiendo ayudar.
Si tú quieres ser parte del cambio, si quieres transformar algo en tu entorno, si estás en ese viaje de la mutación de la sinapsis, si te mueve en algo pensar en el suicidio, si quieres aportar a la ciencia, hacer revolución o hacer algo distinto, déjame decirte que lo puedes hacer a través de los residuos y es tan fácil, difícil o retador como tu desees que sea. Hay tanto por hacer y con tan poco que se puede empezar…