Norma Piña es el nuevo adalid de la derecha. El no ponerse de pie ante el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fue un gesto simbólico de la nueva presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) el 5 de febrero pasado en Querétaro, durante el 106 Aniversario de la Constitución de 1917, y aunque ella declara independencia para el poder que preside, sus acciones dicen lo opuesto.
En menos de un mes, Piña ha demostrado que está dispuesta a utilizar el cargo como ariete en contra de López Obrador y de todo lo que la 4T representa. Cercenó de tajo el proyecto que encargó el mandatario federal al anterior presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, de hacer más accesible la defensoría pública a los ciudadanos que no tengan cómo pagar su defensa.
Es ese desdén por la austeridad que propone el presidente, en sus discursos Piña describe al Judicial como un monolito dechado de perfección e incorruptibilidad (a pesar de las grandes evidencias de exactamente lo opuesto), lo que pone en rumbo de colisión a la nueva presidenta con AMLO que, desde su asunción en 2018, ha declarado que ese poder debe reformarse “desde adentro”.
La ahora presidenta se ha opuesto a casi todo lo que ha propuesto López Obrador y en su declaración de “independencia” y de “autonomía”, va un mensaje intrínseco de que ahora ese poder estará abiertamente en la sintonía con la oposición al Gobierno Federal, tal como el INE y la mayoría de los medios corporativos. Piña ha demostrado que es una sirviente sin recato de los poderes fácticos.
Lo primero que hizo fue establecer que exfuncionarios no tengan que esperar 10 años para trabajar en la iniciativa privada. Piña pretexta que el “derecho al trabajo” es más importante y omite que esos funcionarios poseen claves y secretos que podrían ser perjudiciales para la nación si son conocidos por particulares. Ese es el real perfil de Piña, ahora la abierta heroína de la derecha.
Elogio a la “autonomía”
Diarios como Reforma han sacado en sus planas elogios al perfil “progresista” de la ministra, que apenas tiene una oportunidad, menciona la “autonomía” del Judicial como si fuera un derecho de libertinaje para ese poder, famoso por su nepotismo y sus jueces que liberan a criminales de alto perfil por motivos risibles. Para Piña el poder judicial es intachable e incontrovertible y no necesita reformarse.
De hecho, Piña, la primera mujer en presidir la Corte en 200 años de historia, fue aprobada por Enrique Peña Nieto en 2016 y es discípula de Luis María Aguilar, el hoy ministro y expresidente de la Corte, responsable de proyectos contra la prisión preventiva oficiosa y que protege los fraudes de los factureros y es un descarado sirviente de los intereses empresariales de grandes compañías trasnacionales.
La ministra presidenta ha votado en contra de la Reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, consulta para enjuiciar a expresidentes, padrón de usuarios de telefonía móvil, superdelegados y prisión preventiva oficiosa, todos ellos proyectos de la 4T. A pesar de su talante progresista en otros temas, mayormente de índole social, su defensa de los intereses corporativos es feroz y ahí no tiene nada de progresista.
Aunque es defensora de algunas iniciativas que enarbola la izquierda, como el consumo recreativo de mariguana, la agilización de trámites de divorcio, pensión alimenticia para exesposas, prohibición del maíz transgénico y otros, Norma Piña es defensora de ese talante “legaloide” que tanto ha criticado López Obrador, en donde la justicia no es tan importante, como señala el caso de Miranda de Wallace.

Obrador no quiso imponer una reforma al Poder Judicial. Optó porque Arturo Zaldívar la promoviera desde el interior, pero de inmediato se notó que los integrantes de la Corte, en su mayoría empleados de los grandes capitales, bloquearon a Zaldívar, y este en realidad no logró ningún avance.
Todo apunta a que, con Piña, también presidenta del Consejo de la Judicatura Federal (CJF), el poder Judicial continuará sin hacer caso a los reclamos de la ciudadanía, que exige una limpia a su notable corrupción, reflejada en que hasta 2019 su presidente era Eduardo Medina Mora, uno de los miembros del grupo del exsecretario de Seguridad Pública de Calderón, Genaro García Luna, hoy en juicio.
Piña y Wallace La periodista Daniela Pastrana del medio Pie de Página entrevistó a Salvador Leyva, que hasta hace poco encabezaba la Secretaría Técnica del Combate a la Tortura. Le explica que cuando se dio a conocer que Lucía Piña quedaría de presidenta, supo lo que iba a pasar: discrecionalidad en la aplicación de la ley, defensa a la exfuncionaria de Felipe Calderón, Isabel Miranda de Wallace. Leyva ha sido el abogado defensor de las seis personas que son acusadas de la desaparición y asesinato de Hugo Alberto Wallace Miranda. A pesar de que las evidencias no coinciden, Isabel Wallace ha construido un entramado para mantener en prisión por ya 15 años a los acusados de la muerte de su hijo, fabricando pruebas, torturando, realizando intimidación y espionaje. De todo ello tiene una clara noción Leyva, y todo ha sido documentado por el trabajo del periodista Ricardo Raphael y muchos otros trabajos periodísticos, que muestran que el poder judicial es en su mayoría corrupto. Ahora nada de eso importa, porque se ha revelado que el secretario de Estudio y Cuenta de Piña es Abraham Pedraza Rodríguez, cuñado de Isabel Wallace. Línea directa de la torturadora Wallace a la “justicia” que dispensa desde enero la ministra Piña. Y los hechos muestran que es sólo el comienzo de una gestión que estará marcada por esos excesos de nepotismo, discrecionalidad e impunidad, con la mayoría de los ministros de abierta ala conservadora y contraria a cualquier tipo de reforma del poder Judicial. Leyva presentó su renuncia el 2 de febrero.
Está gracias a mí: AMLO
En su conferencia de prensa matutina del 8 de febrero, el presidente López Obrador señaló que la presidenta de la Corte, Norma Piña, llegó a su cargo gracias a él. “La señora presidente de la Corte, para hablar en plata, está por mí de presidenta, porque antes el presidente (de México), ponía y quitaba a su antojo al presidente de la corte”, declaró el mandatario.
Obrador sostuvo que es gracias a que él respeta la división de poderes que ahora es posible que la ministra Piña le hubiera insultado el 5 de febrero cuando permaneció sentada sin respetar el protocolo y que en el pasado él simplemente hubiera nombrado al sucesor de Arturo Zaldívar sin más. La batería de medios airados por la declaración no se hizo esperar en los siguientes días.