Los opositores al presidente Andrés Manuel López Obrador no han entendido que cuando más de 30 millones de votos le dieron a este un arrollador triunfo en 2018, era una señal al PAN, PRI y PRD de que debían mejorar o perecer. Si no cómo se explica que uno de los posibles candidatos a la presidencia en 2024 de Acción Nacional sea el aborrecido Santiago Creel.
Esa oposición ha adquirido nuevos bríos disfrazando su alianza -que le da la razón a décadas de señalamientos de López Obrador de que todos son lo mismo- del embustero movimiento de defensa al INE, que por fin les dio músculo social para hacerles pensar que no están del todo finiquitados. Pero su realidad es deprimente: en lugar de rectificar, sólo se han agrupado sin ninguna autocrítica.
La opinión de la ciudadanía, reflejada en sondeos, no les es nada favorable. El PAN, que impondrá al candidato de la alianza Va por México de Claudio X. González en los comicios a la presidencia y jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, recibió la noticia de que la conductora Lilly Téllez encabeza sus opciones.
Téllez, famosa por su gran ignorancia en temas sociales, declarada enemiga del aborto y de la diversidad sexual, y una férrea opositora al presidente López Obrador, que dice que de convertirse en la primera presidenta de la historia meterá a la cárcel al hoy mandatario, además de volver a construir el Aeropuerto de Texcoco, ostenta un 29% de preferencia electoral, según la encuesta de El Financiero del 18 de enero.
Y es la más aventajada. En ese cosmos de candidatos de dudosa reputación, y repudiados por las mayorías, se encuentra la esposa del expresidente Felipe Calderón y hoy diputada, Margarita Zavala, famosa por falsificar firmas para el registro de su candidatura “independiente” en 2018 y para el partido de su esposo, México Libre. La impresentable Zavala tiene un raquítico 26% de preferencia.
El hoy alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, quien ha expresado que en 2024 no participará como candidato presidencial (aunque numerosas versiones arrojan que todavía lo está pensando), bajó seis puntos de un mes a otro. Vendido como una marca (la de su padre asesinado), Colosio no tenía ni un mes de alcalde y el Grupo Monterrey lo infló para aparecer en los sondeos a 2024. Tiene 25%.

Una falsa pluralidad
Si bien la alianza Va por México maneja en el papel una gran pluralidad, el PAN lleva mano en 2024, ya que, al no figurar en lo mínimo en las entidades con elecciones en 2023, Estado de México y Coahuila, esos comicios llevarán el sello del PRI. Lo que anuncia que el candidato presidencial del instituto ultraconservador será nombrado por sus propias tribus: los favoritos de Calderón o los de Creel.
Por ello, el que en la lista de los posibles adalides de la oposición esté el hijo del difunto expresidente Miguel de la Madrid, Enrique de la Madrid, quien ya declaró su intención de gobernar para restaurar las políticas de su padre, que iniciaron la época neoliberal de la que México se deshizo en 2018; o Claudia Ruiz Massieu, sobrina de Carlos Salinas de Gortari; o Beatriz Paredes, no hace ninguna diferencia.
En los cálculos de dos fuerzas políticas tan maltrechas como el PRI y el PAN, el PRD ni siquiera cuenta. Su logo ni figura en los comunicados de la alianza. Y a pesar de que el presidente del partido del Sol Azteca, Jesús Zambrano, postulará al exjefe de Gobierno de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, y a Silvano Aureoles, exgobernador de Michoacán, esos perfiles ni siquiera figuran.
En su lugar, el PAN, y su presidente, Marko Cortés, siguen considerando a Ricardo Anaya, el excandidato presidencial de ese instituto en 2018, hoy prófugo de la justicia mexicana por acusaciones de soborno a legisladores por el caso de Odebretch. Anaya se reunió el lunes 6 de febrero con Cortés en un evento en Atlanta, Georgia, para seguir declarando que es un “perseguido político”.
Tiene un 19% de preferencia electoral y no se presentó a su audiencia con el juez el 14 de febrero de 2022, por lo que la Fiscalía General de la República (FGR) podría emitir una orden de captura, aunque al momento no lo ha hecho. Anaya se exilió en Estados Unidos en agosto de 2021 pretextando una “venganza” de López Obrador, pero lejos de ello, sus acusaciones por corrupción son muy serias.

¿El Biden mexicano?
Lo que nos regresa a Santiago Creel, el verdadero líder del PAN, quien fue secretario de Gobernación con Vicente Fox y elegido de éste para sucederlo en 2006, antes de que su incompetencia y el fraude de Calderón le ganaran la partida. Creel funge actualmente como el presidente de la Cámara de Diputados y ha utilizado la influencia de ese cargo para descollar y tratar de limpiar su imagen.
Pero Creel Miranda, el jefe directo de Marko Cortés -descendiente de una de las familias más influyentes de la historia mexicana- es una muestra de decadencia del régimen que el electorado quiso dejar en el retrovisor en 2018. Es famoso por haber repartido las concesiones a casinos en 2008 y de ser, junto con Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda con Fox, artífice de un esquema de corrupción.
“Yo soy el Biden mexicano”, dijo Creel con humor bobalicón en enero del año pasado. “Soy moderado, dialoguista y hasta aburrido”, agregó el apodado “charro güero”, que iba a encabezar una gira de “reconciliación” con el precandidato de Morena, Ricardo Monreal, antes de que el mismo Creel le dejara claro al morenista que en Va por México no le darían la posibilidad de ser candidato presidencial.
Ese mismo discurso de la “reconciliación”, que lo lleva a describirse como “dialoguista” y “aburrido”, es una narrativa que utilizó en su arenga del 5 de febrero en Querétaro, en el 106 Aniversario de la Constitución de 1917, donde intentó reinventar la historia de México (aunque sus antepasados fueron ricos hacendados) como una constante búsqueda de diálogo, civilidad y coincidencias.
Al día siguiente, durante su conferencia, el presidente Obrador lo acabó en una frase: “A veces cuando dicen ‘queremos diálogo’, nosotros decimos: ‘¡No!’. No es que no respetemos, en la democracia debe haber pluralidad, pero el diálogo que ellos quieren busca prebendas, es regresar a los moches”, aniquiló AMLO. Ante la aridez, hay gran probabilidad de que Creel con su 22% sea el candidato presidencial de la oposición en 2024.
También lee: En tiempos críticos, Latinoamérica vira hacia la izquierda
Sin un proyecto alternativo a la 4T, encabezados por perfiles despreciados, “cascajo político”, la oposición al oficialismo navega sin rumbo, con la esperanza de que su unión cínica, enarbolando el falsario movimiento en defensa del INE, los saque a flote en 2024. Si no hay un fraude como en 1988 y 2006, no se ve cómo la derecha pueda regresar al poder.
La “sociedad civil” es Claudio
Es habitual en los discursos de políticos del PRI, PAN y PRD, el acumular una lista de membretes que representan a la llamada “sociedad civil” -que la mayoría de las veces sólo da voz a blancos de clase media a alta, con filiación conservadora-, que siempre tiene en sus listas a Beatriz Pagés o José Narro. Los mismos nombres inconformes porque antes el dinero del Gobierno les resolvía toda la vida. Fuera del presupuesto las compañías que poseen los políticos: farmacéuticas, energéticas, de bienes raíces y de otras índoles, sin perfiles para encabezar movimientos de minorías privilegiadas, sin real músculo en las calles, los presidentes del PRI, PAN y PRD, en contubernio para las elecciones de 2024, no descartan que su Cid Campeador contra la “tiranía” salga de “la sociedad civil”. Pero cuando lo dicen, lo repiten y lo quieren internalizar en el imaginario político, no puede evitar pensarse que se refieren a que su abanderado podría ser el magnate, dueño de Kimberly Clark, Claudio X. González, su unificador, patrón y posible caudillo, que cumplió el sueño de su padre, Claudio X. González Laporte, asesor de Carlos Salinas de Gortari, de unir a toda la oposición contra AMLO. El junior, enfundado en su propia descripción como “activista social de izquierda”, ha declarado que no es político y que no será candidato presidencial, pero al ser él el cerebro y dueño de esa coalición de partidos, no se debe descartar el que, ante el desprecio que tiene la ciudadanía por los perfiles de políticos, opten por convertirse en un movimiento social (la defensa al INE) y Claudio jr., parece su líder natural.
MC, un partido de trásfugas
El pragmatismo del cacique veracruzano dueño del partido Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, declarado enemigo del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha hecho que ese instituto pretenda volar bajo el radar en 2023 y 2024, concentrando su plan para 2030, capitalizando la posible debacle de PRI y PAN en los comicios de Estado de México y Coahuila y la presidencial.
Aunque su estrategia de venderse como una tercera vía no ha sido fructífera, algunos analistas calculan que luego de 2024 y ante la decadencia de los partidos de Va por México (descritos por Delgado como un “Titanic”), MC controle los destinos de mayor territorio y de más electores que esas fuerzas políticas. MC ha sido descrito por el periodista Álvaro Delgado como “un partido de trásfugas”.
Lo cual quiere decir que Movimiento Ciudadano permanece a la saga, preparándose para ir con todo en 2030, como lo ha hecho en Jalisco y Guadalajara, donde gobiernan y son conocidos como “el PAN Naranja”, o “pan de muerto” (por naranja), y donde se han reagrupado los políticos de filiaciones de derecha ante el colapso de Acción Nacional y del Revolucionario Institucional.
Dante Delgado se ha conformado su propio intento de “sociedad civil”, que no es otra cosa que su propio partido, con el nombre de Mexicolectivo, que tuvo una breve vida, sólo mientras el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas participó en su programática (en esencia lo mismo de la sociedad civil de Claudio X. González). Una vez que Cárdenas abandonó el membrete, la idea de Dante colapsó.