Para muchos hacerse un tatuaje significa plasmar en su piel algún momento significativo, simbólico, inscribir una huella sobre un sentimiento o un pensamiento, o simplemente tener el gusto de ponerse una imagen por estética.
Sin embargo, hacerse un tatuaje es una práctica muy antigua, cuyo origen está documentado hace cinco mil años; actualmente tienen una resignificación identitaria, aseguró el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, Héctor Castillo Berthier.
El investigador resaltó que después de haber sido estigmatizado el tatuaje, en la actualidad es bien visto.
De acuerdo, al reportaje de la UNAM: “Tatuajes, ¿moda o identidad?” se destaca que esta práctica va en aumento, aunque no hay una cifra oficial, resaltan que en 2002 había mil tatuadores en México, para 2019 sumaban seis mil profesionales de la tinta. Un 32% de los mexicanos cuenta con al menos un tatuaje.
Al respecto, el investigador universitario afirmó que los tatuadores son profesionales que se relacionan en la industria como profesión y al mismo tiempo encuentran una forma de expresión artística. “Hay miles de tatuadores, pero dentro de ellos hay muchos que son verdaderos artistas en su trabajo, lo profesionalizan y lo hacen de una manera espectacular”.
Algunos tatuadores empezaron esta profesión por necesidad, otros simplemente por gusto, pero en la actualidad la mayoría son maestros de la pigmentación, su mejor lienzo es la piel.
De acuerdo con datos históricos, el tatuaje más antiguo data de hace cinco mil 300 años y es Ötzi la evidencia más antigua, él posee la pigmentación permanente en la piel.
“Fue un personaje momificado por congelamiento que estuvo a menos 40 grados durante ese largo periodo y fue encontrado en los Alpes de Ötztal, Italia”, señaló.
Hoy se encuentra resguardado en el Instituto de Momias en Italia, lugar donde se conserva su piel, órganos, vestimenta, herramientas y donde contabilizaron que tiene 61 tatuajes.
Por otro lado, el especialista explicó que en la antigüedad los primeros tatuajes servían para identificarse en sus tribus, algunos solo se hacían rayitas, otros algún nombre significativo o dibujo como un barco para los marineros.
De acuerdo con el investigador del siglo XVII a la mitad del siglo XX hay un fenómeno de rechazo y estigmatización para las personas tatuadas, ya que se tenía la idea de que quien portaba un dibujo en el cuerpo era delincuente o que había estado en la cárcel, pero eso ha cambiado en la actualidad.
Un artista de la tinta
En el marco del Día Internacional del Tatuaje, que se celebra cada 17 de julio, Enrique Ruiz, artista visual egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos, y tatuador profesional, encontró en esta industria una profesión.
A temprana edad mostró su gusto por las modificaciones corporales y los tatuajes, y sin planearlo,
Para el joven artista de 31 años, se trata de un arte tanto desde el punto de vista de quien tatúa como de quien es tatuado. “Es expresarte, es regalarle un poco de tu trabajo, de tu pasión, de tu tiempo, de tu esfuerzo a otra persona que en lo ideal lo va a conservar por el resto de su vida”, aseguró.
Clientes y amigos conocen a Enrique como Holy Bitch, quien inició su estudio de tatuajes por falta de oportunidades laborales y encontró su pasión. Sabe que como cualquier profesión tiene que actualizarse y ha tomado diplomados de anatomía artística en la Academia de San Carlos para dar realismo a sus diseños.
Se especializa en cubrir tatuajes y retratos. “Debemos expresarnos o crear un estilo que nos identifique y que nos pueda marcar como un tatuador específico”, aseguró.
Celebró que la industria crezca, que dibujar el cuerpo sea reconocido como un arte y que cada vez más tatuadores busquen la profesionalización, pero recordó que aún persiste el reto de ampliar la regulación sanitaria de los estudios y con ello garantizar la seguridad y salud de las personas.
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Para finalizar, Castillo Berthier opinó: “si algo ha favorecido el desarrollo del tatuaje es esta individualización de nuestra cultura personal. Si están pensando en realizarse uno, háganlo con mucho cuidado y elijan correctamente el lugar”.
Los tatuajes recuerdos y vivencias
Mario es un joven de 25 años, en su cuerpo se ha realizado 20 tatuajes, la mayoría de ellos es en honor a familiares y amigos, en ellos celebra la vida y la muerte.
A los 14 años tuvo su primer tatuaje; en un anexo en Ecatepec, Estado de México, con la aguja de una jeringa y cera le realizaron un código de barras, el dolor fue intenso que la mano y el antebrazo se inflamaron a lo triple.
Sin embargo, eso no bastó para seguir haciendo otros más, por cada ser querido fallecido se ha hecho una tatuaje simbólico, también posee el emblemático 13 de la banda Barrio Sur 13, así como personajes prehispánicos, y no podría falta la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Desde los 11 años se introdujo al mundo de las adicciones, pero gracias al amor y cariño de una tía el tomó conciencia de su vida, y en agradecimiento, se tatuó su nombre y su rostro en el pecho.
Desde hace un año no se realiza un tatuaje, los que se ha hecho son ha sido solo con tinta negra, pues representa su oscuridad y su soledad, sus padres no han estado solo cuenta con el amor incondicional de su hermana menor. Para él, algunos tatuajes representan la sanación de su vida; otros la línea de la muerte.