«The Last of Us»: el videojuego como drama excelente

Es bien sabido que cuando se hacen adaptaciones de videojuegos a películas «live action» rara vez tienen alguna clase de éxito (¿alguien tiene buenos recuerdos de «Silent Hill», «Doom» o incluso «Halo»? ¿Alguien recuerda la humillante «Super Mario Bros», que casi acabó con la carrera y la vida del enorme Bob Hoskins?). En el mejor de los casos, la última década ha producido un par de películas dirigidas a los pequeños de la casa, como las exitosas animaciones de «Sonic the Hedgehog» o la más bien mediocre «Detective Pikachu»; en el peor de los casos, el género se ha visto definido por una serie de mediocridades cínicas y fracasos ignominiosos, como los antes citados, por lo que cuando se anuncia una nueva adaptación, el desafío tiende a ser doble.

Esto es porque los videojuegos per se, aunque son capaces de contar historias convincentes en sus propios términos, no se adaptan bien como películas y programas de televisión; mientras que se sabe que las personas a cargo de financiar o hacer tales productos tienen poco respeto por lo que hace que valga la pena adaptarlos en primer lugar. Este no es el caso de la notable (¡y muy anticipada!) adaptación de nueve capítulos de «The Last of Us» para HBO, generalmente considerada como una de las mejores historias de videojuegos jamás contadas.

Lanzado originalmente en 2013, «The Last of Us» se desarrolla en medio de los estragos de un país postapocalíptico, 20 años después de que un hongo parásito llamado Cordyceps haya convertido a la mayoría de la población en monstruos. La trama sigue a un contrabandista endurecido llamado Joel (Pedro Pascal, de «The Mandalorian») a quien se le ha encomendado la peligrosa tarea de escoltar a través del país a Ellie (Bella Ramsey), una adolescente con una inexplicable inmunidad a la infección. El creador de la serie, Neil Druckmann, recordó cómo, en 2014, una adaptación cinematográfica fracasó porque los ejecutivos querían hacerla más grande y «más sexy», como la película de Brad Pitt «World War Z», haciendo que Ellie fuera una joven sensual que tuviera una relación pasional con Joel (“y de paso,” subrayó Druckmann en entrevista para el New Yorker “darle horas de fantasías obscenas a millones de pervertidos alrededor del mundo. No, no lo haríamos de ninguna manera, así que no hubo película.”)

El juego, sin embargo, ofrece una historia más íntima. Es un interesante estudio psicológico de personajes de una profundidad asombrosa, que ofrece alrededor de 15 horas de juego obviamente influenciado por la estética de la televisión y el cine; de hecho el propio Druckmann ha hecho referencia a la película de los hermanos Coen «No es país para viejos» como inspiración.

Esta esencia ha sido capturada hábilmente en esta adaptación como drama televisivo, tanto por Druckmann como por su socio Craig Mazin, el escritor detrás del drama igualmente oscuro y atmosférico de HBO «Chernobyl» que causó furor en 2019. Es una adaptación fiel en todo, desde la apariencia de los personajes hasta la partitura y la sensación, con los primeros episodios en particular siguiendo el juego casi latido por latido.

Conocemos al amoroso padre Joel el día del brote, mientras trata desesperadamente de mantener a su hija Sarah (Nico Parker) a salvo en un Texas caótico y en ruinas. Los infectados son rápidos y rabiosos al principio, pero luego de 20 años, el Cordyceps se ha extendido desde el cerebro a todo el cuerpo, creando una serie de monstruosidades. Los más aterradores son los Clickers, cuyos ojos cubiertos de hongos significan que poseen una audición súper sensible. La forma en que chillan, la forma en que se sacuden, es escalofriante. Es en esta época cuando se nos vuelve a presentar a un Joel más viejo y canoso, duramente cambiado por todo lo que tuvo que hacer para sobrevivir. Trabaja como contrabandista (alimentos, municiones, drogas) en una Zona de Cuarentena en Boston, donde la vida es dura, los recursos son escasos y los restos del gobierno, ahora dirigido por FEDRA (Agencia Federal de Respuesta a Desastres), que gobierna con mano de hierro. Pascal no es tan rudo como el Joel del videojuego, pero su actuación es cruda y memorable: es un hombre transido por el dolor, que enterró su humanidad y alegría bajo montones de cinismo y violencia. Pero Pascal también es un actor sensible y conmovedor, y ver a Joel suavizarse y descongelarse a lo largo de la serie es uno de sus grandes placeres.

"The Last of Us": el video juego como drama excelente

El motivo de este cambio es la vivaz Ellie, a quien Joel debe entregar a un grupo llamado Fireflies, una milicia revolucionaria que lucha para derrocar a FEDRA y restaurar la democracia, con la esperanza de que puedan usar su inmunidad para desarrollar una vacuna. El programa esencialmente vive o muere en el casting de Ellie, que es tan juguetona y profana como adorablemente traviesa. Afortunadamente, Bella Ramsey, más conocida por su breve interpretación de Lyanna Mormont en «Game of Thrones», se roba cada escena en la que se encuentra: es adorable e inteligente, llena de carisma y bravuconería, y sirve como contraste perfecto para el estoicismo de Pascal. También hay un verdadero ingenio y calidez en la creación de su personaje, ya que Ellie rompe gradualmente las defensas de Joel con su sentido del humor.

Este elemento es muy necesario en el mundo sombrío y violento que atraviesan, donde las personas son tan peligrosas como los infectados. El videojuego, que se divide en cuatro temporadas a lo largo de un año, es de naturaleza episódica, y la mayoría de los lugares presentan una trama secundaria esbozada en cartas y recuerdos que encuentra el jugador. El programa se basa en estas cartas y las desarrolla en historias completamente formadas.

Es aquí, cuando Druckmann y Mazin son más audaces y logran que «The Last of Us» funcione como televisión. El episodio tres, por ejemplo, convierte una serie de amargas cartas entre dos hombres llamados Bill y Frank (que se supone que son amantes) en el más tierno de los romances. Ambientada a lo largo de dos décadas, sigue al preparador paranoico Bill (Nick Offerman) mientras entabla una relación con Frank (Murray Bartlett de «The White Lotus»), un hombre que tropieza con una de sus muchas trampas. Lo que sigue es una exploración hermosa y exquisitamente interpretada del tema central de «The Last of Us»: el que las cenizas del mundo son suficientes, siempre y cuando haya alguien por quien vivir entre ellas.

Este es un sentimiento que se deja muy claro en los episodios cuatro y cinco, que siguen a Joel y Ellie mientras se abren camino a través de las secuelas de un sangriento levantamiento contra una rama especialmente fascista de FEDRA en Kansas City. La soberbia Melanie Lynskey (de «Yellowjackets») aparece como la escalofriantemente violenta y vengativa líder de la revolución. Ella quiere que todos sus colaboradores sean ejecutados, con especial énfasis en un hombre llamado Henry (Lamar Johnson), quien asesinó a su hermano. Estos episodios también presentan algunas de las mejores secuencias de acción del programa, incluida una gran escena que involucra a los infectados que es tan espeluznante y apasionante que rivaliza con cualquiera en el juego.

Si bien este es un gran melodrama de TV, tampoco es una adaptación perfecta. Hay ciertas escenas al principio que se sienten demasiado animadas para la televisión (como aquellas en las que Joel y Ellie se escabullen por un museo), mientras que la segunda mitad de la serie parece que necesita un episodio más para igualar el ritmo (escenas que involucran a los infectados escasean después del episodio cinco). También está el hecho de que ninguna adaptación en pantalla de «The Last of Us» capturará realmente lo que hace que el material de origen sea tan interesante: sumergirse en ese mundo, disfrutar de espacios creados, vivir la angustia de tratar de escapar de ser devorado vivo por un clicker.

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No obstante, no se siente ni remotamente exagerado llamar a esto la mejor adaptación de videojuegos jamás realizada para cualquier medio. Para los fanáticos del juego, es una adaptación de la máxima habilidad y reverencia, pero aún capaz de sorprender; para las personas que nunca han tomado un control, es una encapsulación del corazón y el alma del juego: sus personajes de pura sangre, su trama, sus temas maduros de amor y pérdida. Lo que es el drama en su mejor forma, volviéndose tan o más adictiva que el videojuego en sí.

«The Last Of Us» está disponible en las plataformas HBO y HBOMax

https://youtu.be/e-bX8JX3Kf0