Algunos elementos de Hunky Dory (1971) predicen el advenimiento de Ziggy Stardust en el portentoso, para la historia del rock, The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars (1972), aparecido apenas unos meses después que su predecesor.
A la fecha, sabemos que la presencia escénica de Ziggy Stardust… cautivó a muchos creadores de la escena punk, incluyendo a Johnny Rotten, de los Sex Pistols. Y su ambiente de rareza y muerte ritual, a actos supremos de la posterior música dark, como Bauhaus y The Cure, entre muchos otros.
Lee la primera parte: Las dos obras maestras del glam trasgresor de David Bowie (1 de 2)
Era la síntesis perfecta de expresiones de los sótanos culturales, la que por fin prendió en las escenas musicales establecidas de Londres y el mundo. Y Bowie sólo entregaba una mezcolanza de cosas: la presencia proto punk de The Velvet Underground, los cuentos sci-fi de Anthony Burgess, el autor de Naranja Mecánica (1962), la estética glam de Marc Bolan de T-Rex, el sentido de la tragedia de Shakespeare, la presencia escénica del teatro kabuki, las técnicas de mimo y actuación, todo atado meticulosamente en la personalidad de Ziggy.
Y la historia es hasta pueril. Ziggy es una estrella de rock alienígena que viaja a la Tierra, a la cual le quedan sólo 5 años de vida, en donde representará su papel para dar una esperanza a la humanidad agónica y vivir su propio sueño al límite, hasta que todo acaba y tiene que descender de su pedestal. Es de una sencillez brutal, pero de algún modo, Ziggy era la representación de la estrella musical como una divinidad con el tiempo contado.

En donde los dos planos, tanto el real como el fantasioso, se intersecan. Ziggy es en realidad una representación de los warholianos 15 minutos de fama, que demuestra el funcionamiento de la industria del espectáculo, que diseña figuras para la degustación de los públicos, que cuando agoten a la audiencia con este temporal ídolo, cuando lo exprimen y canibalizan, seleccionarán a otro que sufrirá el mismo destino.
David Bowie comentó unos 15 años después de Ziggy, que en realidad no pensaba hacer un álbum que girara en torno a un personaje, pero en el estudio de grabación todo cobró sentido y Ziggy por fin le dio a su creador una máscara importante para verter sus propuestas de integración de artes a través de su esquelética figura.
Así, le dio la primera víctima propiciatoria a su ritual de muerte, pues no importa qué hazañas haya hecho ese personaje del disco en turno, ataviado de los sonidos de la experimentación musical en turno (siempre cambiante de canción a canción); al final del disco, el señor David Robert Jones, le pasaría por el cuello el cuchillo de doble filo (bowie knife), lo dejaría muerto en el escenario y avanzaría a representar a otro personaje, que conocería un destino similar.
Vidas exiguas las que optó por representar, la de Ziggy fue de poco más de un año. Es un acto dramático en sí, porque Bowie retiró sin ambages al personaje en el escenario, un 3 de julio de 1973. Una figura que por fin le había traído fama, fortuna y lo había colocado en la escena artística mundial, la cual quiso conquistar desde que era adolescente y escuchaba a Little Richard. Sin sentimentalismos, victimó a Ziggy.
Ziggy tenía que morir
Ziggy es así una reflexión de lo efímero de la fama. Bowie dice en 1976 para la revista Melody Maker: “Empaqué una estrella de rock de plástico totalmente creíble”. En realidad, Bowie siempre fue un integrador de múltiples disciplinas, ahora podrían decirle a su técnica collage. Y en Ziggy ensamblaba la personalidad de dos músicos estadunidenses que admiraba: Lou Reed e Iggy Pop, cuando éstos no eran muy conocidos en Inglaterra. Era tanto su admiración que Bowie produciría para cada uno de ellos álbumes que hoy son en verdad atemporales.
En Ziggy Stardust…, llevado por las dotes de Bowie como actor y mimo, alumno de Lindsay Kemp, el artista logró consolidar en la cultura un personaje teatral. Ziggy eventualmente se quitó el maquillaje en el escenario y la vida de Bowie se convirtió en un matar al ícono, porque los íconos significan, y Bowie no quería ser un ícono, quería ser lo contrario: quería ser un mito y el mito crea significaciones y permanece su esencia en el misterio.
Para Bowie la etapa de Ziggy fue sólo un breve lapso en que tenía juventud y unas ganas descomunales de crear. Hasta con cierto cinismo, Bowie llegó a admitir que Ziggy sólo era una máscara para enfrentar a la audiencia y jamás sintió pena por su deceso, porque la vida del actor es cambiar de máscara y cuando unos lloraban a Ziggy, él ya estaba pensando en Aladdin Sane (algún día te contaremos esa historia, amigo lector).
Porque lo último que hubiera querido David Robert Jones es llegar a tener 60 años y que la nostalgia (y probablemente la necesidad económica), lo hiciera aparecer en algún programa televisivo que vendiera nostalgia, con los maquillajes y ropas de Ziggy (aun cuando las lonjas se le salieran), mientras la audiencia, de edad similar, le aplaude de pie. Eso era de lo que huía, por eso consagraba su vida a los cambios, tan magistralmente descritos en Hunky Dory, por eso ese hijo de la nada que es Ziggy, tenía que morir irremediablemente sin posibilidad de resucitar.
La vida de Ziggy Stardust
Resultaría abrumador hablar de cada uno de los tracks del álbum, en cómo se concatenan para dar la ilusión de una obra que gira en torno por completo a Ziggy. Bowie llegó a desmentir tal noción, también porque buscaba dejar atrás esa etapa y minimizarla, porque siempre huyó del pasado, como fiel budista.
En la actualidad el álbum es un clásico porque engendró movimientos estéticos enteros. Una literatura completa ha sido dedicada a describir sus instantes, hasta la mínima brizna de lo que esta obra significa, no ya para la historia del rock, sino para la música en general. Sus punzantes elementos, la forma en que Bowie canta, como si cientos de personalidades lo habitaran, en verdad llevaría a muchas líneas, que en realidad poco sirven para expresar una obra que debe experimentarse.

Fracasé más de cinco veces en tratar de describir el álbum para ti, amigo lector de Trasfondo. En serio, lo hice ya hace años para mi tesis de licenciatura, pero era joven e iluso, y en estos momentos no gastaré tu tiempo, porque no creo que valga la pena otra cosa que experimentarlo por ti mismo. A pesar de que no he cambiado ni un ápice mis ideas sobre el disco (es difícil, pero inolvidable cuando lo asimilas), siento que es mejor que el misterio de la obra te invada, que lo desentrañes tú y que luego te haga soñar.
Porque al final, ya te conté la historia, pero cómo llegas a ella, eso es tu papel, querido lector. De nada sirve que intente describirte cómo encuentras que necesitas al otro en el ritmo que parece un corazón en Five Years; cómo sentí amor con el sax de Soul Love, y me entregué en mi juventud a esas descripciones del amor que me inoculaba la guitarra de Ronson, que me invitaba al movimiento sin temor a romperme.
O cómo invade la guitarra de Mick Ronson el mood del disco, como un virus, una guitarra que parece cortada de otra canción, pero que se serena y deja volver a los coros hermosos y al sax de Bowie, que es muy emotivo. Cómo cuando aún estoy en las nubes por el final de Soul Love, y de pronto, sin que termine (vaya efecto tan dramático, en serio), irrumpe de pronto la guitarra eléctrica de Mick y la voz de Bowie casi te grita:
“Soy un lagarto, soy un papá-mamá buscándote/ Soy un invasor espacial, y seré una puta del rock and roll por ti”. Y con esas frases de liberación, llega Ziggy el alienígena a tu vida. De verdad subversivo que al vecindario de las buenas conciencias de pronto llegue un nuevo inquilino que es andrógino, maquillado “como gato de Japón”, con actitudes sexuales liberales, que grita que lo extraño es una fuente de liberación en un mundo idiota y agonizante en donde a la gente ya se le olvidó incluso cómo reproducirse y pasarla bien.
“El sueño de la edad lunar”, del personaje que tiene la valentía de ser lo que quiere ser en un mundo decadente e inhumano. Al final, tanto en el plano de lo fantástico, como en el real, Ziggy fue una revelación, porque la imagen peligrosa en el escenario se complementaba con música directa y vanguardista que llegaba a la médula de la cuestión y se quedaba contigo para siempre.

Piedad para Ziggy
La espléndida Ziggy Stardust te demostrará al hombre (¿o será mujer?) entronizado, con sus fans adorándolo como a un dios. Las técnicas de guitarra empleadas por Mick Ronson son hoy consideradas difíciles, inventivas y legendarias.
Quien ha separado la pista de la batería de toda la mezcla, puede entender a la distancia que Mick Woodmansey era un baterista infravalorado, y la forma en que Bowie empalma la guitarra acústica con la eléctrica y hace un performance con la voz, en verdad son materia de clases de canto e inventiva. ¡Es un actor utilizando la voz como las expresiones y el lenguaje corporal!
Comprender la importancia de obras como Ziggy Stardust… es un acto que el lector debe emprender con entusiasmo por sí mismo, porque en definitiva lo llevará a su propia inspiración. Este tipo de obras desatan en el escucha una respuesta, del arte como algo vivo, que irremediablemente inspira arte a su paso, porque uno no puede creer que tanto se pueda decir a través de la música. Sin embargo, antes de irme…
Escucha aquí Rock and Roll Suicide:
“Te ayudaré en tu dolor…”
Sí, Rock and Roll Suicide. Sí pudiera elegir una canción que sintetiza lo que es Bowie y recomendártela y sólo tuviera una, sería esta. Porque en ella, Bowie otorga piedad a Ziggy. Porque en ella, le dice en el tono más hermoso de toda la obra, que cuando Ziggy haya sido consumido por sus ambiciones, por sus sueños, cuando finalmente caiga y pise la realidad, cuando finalmente el cuchillo de dos filos le cercene el cuello, David Robert Jones, el actor, sería el único que le diría a esa figura trágica:
“Dame tus manos, porque eres maravilloso (a)”.
El acto de la piedad en una obra trágica. La rúbrica con la que Bowie siempre le dio las exequias a sus engendros. Una forma en que el coro llora el deceso de Ziggy, donde arropamos en nuestros brazos al iluso hijo de la nada cuando ya está en el fondo y sólo estamos nosotros para consolarle.
No me enrollo más amigo lector. Experimenta Hunky Dory y Ziggy Stardust…, festeja sus 50 años, te aseguro que será el comienzo de lo que el estupendo autor David Buckley llamó “una extraña fascinación”, que te llevará a conocer la abundante obra discográfica de David Bowie y la dinámica en que este maravilloso artista te retará en cada disco. Te la adelanto: te dejará estupefacto, lo maldecirás, lo asimilarás y después lo amarás como miles de personas en el mundo hacemos. Y entonces te daremos la bienvenida a nuestro pequeño club de monstruos y hermosa rareza. El camino está ahí para ti, te esperamos.