Escribe Thomas Lynch en su libro Apocalyptic Political Theology: “En este caso, apocalipcismo* no se trata tanto del fin de la historia, sino el fin de nuestra historia”, (el subrayado es mío). Y esa idea, es muy necesaria para entender el más reciente disco de Brian Eno, titulado FOREVERANEVERNOMORE (UMC, 2022).
Si bien desde el título de la obra y en alusión bíblica, Por los siglos de los siglos… (Revelaciones 14:11), Eno nos enfrenta por medio de sus cuidados pasajes ambientales a letras en donde parece describir parajes en donde la voz humana ya es sólo un recuerdo amargo, pero Eno invitó a su familia para desgranar algunos de los temas, lo cual ya es algo bastante optimista de su parte. A pesar de sustituir el Amén, por no más, una combinación entre congoja y celebración de lo humano (mientras esto exista), recorre el álbum de principio a fin.
En FOREVERANDEVERNOMORE (Por los siglos de los siglos no más), Eno no escatima en referencias a la aniquilación de la especie. Habla el Eno que los últimos años ha acrecentado su activismo en pro de la concientización del cambio climático, el artista, hoy de 74 años, que ha visto ya a la mayoría de los creadores de su generación ingresar al retiro o de plano morir.
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Eno parece sobrevivir en una atmósfera aparte, en la que por un lado entrega un trabajo a la altura de su obra más influyente de los setenta, -que en esta época es piedra de toque de muchos artistas y escenas musicales- y por otro, parece tener una fe rara en la humanidad, incluso en el hecho de que, el venerable artista cree que siempre surge algo que lleva más allá al genio humano, escucharle hablar en estos días es algo hasta esperanzador.
A Eno le tiene sin cuidado el capitalismo, porque la misma gente gesta formas de resistencia inteligente al consumo. Lo que le preocupa es la rápida degradación de la especie y que el mundo se acabe antes de que se pueda concientizar a la sociedad global sobre la importancia de exigir a los gobiernos tomar medidas en contra del cambio climático.

Pero aun así, en FOREVER… se aprecia una congoja que es difícil de describir. Nos va preparando para sus revelaciones de una forma casi didáctica, con la descripción de la naturaleza, pero como un vestigio del pasado, y en algún momento, el fin del mundo se consuma, es dramatizado, y la presencia de lo humano se vuelve sólo una metáfora; una voz flotante en el cosmos, para los otros mundos que durante décadas han constituido la propuesta del músico británico, en la creación de lo que él da en llamar “soundscapes”, paisajes sonoros.
Es el Eno cuya frialdad jamás lo hará aceptar que sus letras son sobre él o que siquiera el hombre tiene sentimientos, una cualidad por la que lo eligió a él y a Robert Fripp, David Bowie en los setenta, para su reinvención berlinesa. El activismo de Eno no es de sugerir soluciones programáticas, ni encabezar un movimiento ecologista, sino la simple descripción de sus estados de ánimo, utilizando su voz, lo cual ya forma parte del drama, pues es un recurso que se rehúsa a utilizar la mayoría de las veces.
“Esa es la idea, crear paisajes, pero esta vez con humanos en ellos. Me tomó horrores de tiempo llegar a ello”, dice Eno a Wyndham Wallace de la revista Uncut.
Un Brian Eno que aunque en los primeros discos, luego de pertenecer al primer Roxy Music, se lanzó como solista y demostraba que su voz era bastante característica y llena de presencia, pero por experimentación y para demostrar sus propuestas artístiticas, posteriormente, decidiría no cantar. A estas alturas, tan sólo que el artista cante, debería dar un indicio del optimismo e idea musical que está muy oculto dentro de los temas de FOREVER…

El fin de los tiempos
Brian Eno no es ajeno al concepto de apocalipsis. En su colaboración con David Bowie en los setenta, en el álbum «Heroes», en los temas instrumentales puede escucharse una suerte de ingenio tecnológico surcando los cielos de sintetizador. Es difícil no relacionarlo a que en ese mismo disco hay una canción (V2 Schneider) que parece aludir a la guerra de los misiles no tripulados V2, un episodio poco conocido de la Segunda Guerra Mundial.
En 2005, en Another Day on Earth, un álbum en que para él ya es una bendición vivir un día más en un mundo al borde de la destrucción, impregnado por el clima de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2011, la última canción aludía a una chica que se inmolaba en un ataque terrorista (Bone Bomb).
Y en The Ship (2016), el hundimiento del navío del título (el Titánic) traía como consecuencia, las dos Guerras Mundiales, como si la misma civilización estuviera lista para sucumbir; como si sus progresos, sólo trajeran consigo, una catástrofe a punto de ocurrir.
Tanto Another… como The Ship, son álbumes en que Eno prácticamente resucita su voz. El primero salía a mediados de esa década y era el primer álbum en 20 años en que volvía a cantar, tras sus celebrados primeros álbumes en los setenta. El segundo incluía en el cierre Im Set Free, un precioso cover a The Velvet Underground, que concluía el por demás lúgubre trabajo con una nota de optimismo.
En cada uno de sus 10 cortes, FOREVERANDEVERNOMORE, entrega pequeños indicios que nos llevan a unir el rompecabezas del que quizá es uno de los lanzamientos más importantes de todo 2022.
Acompáñanos a conocer los tracks de FOREVERANDEVERNOMORE, la próxima semana, sólo aquí, en Trasfondo.
