Joe Hisaishi y el poder de la memoria 

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Joe Hisaishi odia ponerse al piano y el momento de más angustia de su vida es cuando tiene que componer. Aun así, Nostalgia, pensada con el piano como espina dorsal, parece el epílogo perfecto para todas las películas de Hayao Miyazaki, artífice emblemático del Estudio Ghibli, en una pieza que ni siquiera fue compuesta para esa paradigmática obra.

Nacido como Mamoru Fujisawa, (Nagano, Japón, 1950), Hisaishi tuvo su primer trabajo con Miyazaki en 1984, para Nausicaä of the Valley of the Wind y de ahí la simbiosis entre los talentos de ambos fue más que obvia, a tal grado que es posible que ya no podamos concebir a uno sin el otro. 

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Hisaishi y Miyazaki han trabajado en Castle In The Sky (1986), My Neighbor Totoro (1988), Kiki’s Delivery Service (1989), Porco Rosso (1992), Princess Mononoke (1997), Spirited Away (2001), Howl’s Moving Castle (2004), Ponyo (2008), The Wind Rises (2013) y para Isao Takahata, el otro genio de los estudios Ghibli, The Tale of Princess Kaguya (2014). 

Cuando Miyazaki anunció su retiro en 2014, Hisaishi pensó que era buen momento para pasar a otra cosa en su vida. Sin embargo, Hayao lleva por lo menos una década retirándose y al momento ya está anunciada una nueva película, en la que es posible que colabore Hisaishi, aunque no lo ha confirmado ni negado. 

De reciente aparición, la recopilación en disco doble, Dream Songs: The Essential Joe Hisaishi (Decca, 2020), reúne un compendio de su obra en colaboración con el Estudio Ghibli, pero también retablos de su trabajo como solista y sus scores para el director de cine Takeshi Kitano.

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Hisaishi ha utilizado el cine del polémico Beat Kitano para ejercer ese otro gusto suyo por incorporar la electrónica a su obra musical, con aportaciones a la música incidental de Hana bi (1997), Kikujiro (1999) y Jian Wen (2007) entre otras. 

“El más doloroso elemento de mi vida es componer, porque a veces nada me viene a la mente. Pero voy a dormir, siento algo y una idea nace. Al final va a haber una composición, pero la experiencia a menudo es dolorosa”, comentó Hisaishi a Matthew Scott para el South China Morning Post.

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Admirador en su juventud de la Yellow Magic Orchestra, donde descolló ese otro ilustre músico nipón, Ryuichi Sakamoto, Hisaishi viste sus influencias en la solapa, tales como Glen Gould, Bach, Shostakovich, Shoenberg, Webern, Berg y Boulez, Terry Riley, Philip Glass y Steve Reich en una obra todavía en expansión. 

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El artista ha sido muy vocal cuando dice que no le gusta ver hacia el pasado, pero su música es muy avezada en recrear en los adultos el sentimiento de añoranza por su infancia. 

Hisaishi trasmite en su música el minimalismo de los ritmos de la naturaleza, pero también la presteza y audacia de la maquinaria, elaborando un fresco en donde las dos fuerzas contrapuestas se vinculan, lo cual es exactamente la propuesta visual e intelectual de Miyazaki, en donde la tradición se vincula con la modernidad de su patria, aunque una versión romantizada de ella, donde los dirigibles de von Hindenburg jamás fracasaron. 

“Amo a Miyazaki, pero Hisaishi a menudo puede decir en 2 minutos lo que toma 2 horas desarrollar a Miyazaki”, escribió Jacob Slattery para Bachtrack.com, no sin cierta razón.   

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Es por ello curioso que una de las piezas que mejor podría describir la obra completa tanto de Hisaishi, como de Miyazaki, ni siquiera aparece en una de las doce bandas sonoras que el nipón compuso para Ghibli. 

Es Nostalgia, perteneciente a su álbum Piano Stories III (1998), de lleno en la veta de romanticismo, que Hisaishi comenzó a explorar con rigor en Princesa Mononoke, pero con el aire de epílogo del momento en que Chihiro, en El Viaje de Chihiro, visita a la bruja buena Zeniba al final del filme; con esa actitud de conclusión en que las aventuras de las heroínas de Miyazaki y Takahata quedaron atrás y por fin podemos contemplar el viaje desde una cúspide, a salvo ya de la tempestad. 

Es así que vemos a esas jóvenes de gran valentía y corazón, que no necesitan de príncipes que las salven. E imaginamos la sensación del sueño que es la temática recurrente en Hisaishi, las charlas con Miyazaki sobre cómo representar el éxtasis de estar volando, tanto en lo visual como en lo musical. 

Pero también está el aire de la añoranza, ilustrado por la harmónica, insertada con precisión quirúrgica en los valles de la composición, quizá en homenaje al hoy ausente il maestro, Ennio Morricone, para ilustrar el dejo de tristeza que conlleva el epílogo de cualquier cosa, antes de olvidar esa cadencia y en crescendo recurrir a la orquesta para volver a la cima; al momento del baile, al instante que se queda más grabado en la memoria, en el proceso de la nostalgia por el pasado, una de las grandes temáticas de la música de Joe Hisaishi.  

Por Jesús Serrano Aldape

Jesús Serrano Aldape es escritor y periodista, graduado de la UNAM, licenciado en Ciencias de la Comunicación, se tituló con una tesis sobre el Universo Trágico de David Bowie. Le gustan la música, el cine y los videojuegos, el teatro, los deportes y la política, temas de los cuales ha escrito durante 20 años en publicaciones como Trasfondo, Milenio, Replicante, La Mosca en la Pared, entre otras.