El hundimiento del Titanic, según Brian Eno

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Brian Eno / The Ship

Su primera intervención vocal (y la reticencia de Brian Eno a cantar luego de sus míticos cuatro álbumes de los setenta, es legendaria) se da por allá del minuto 5:53, y en la maraña de sonidos que se van desenvolviendo como aurora borealis parece escucharse una reverberación de Moss Garden, el track entrañable compuesto con David Bowie para Heroes (1977), a manera de último homenaje juntos (Bowie falleció en 2016), quizá.

Los sonidos que captura Eno son como ecos atrapados en la estructura oxidada del barco. Se deslizan por nuestra espina dorsal, hacen una tienda de campaña en nuestra percepción y podemos elucubrar por medio de una extraña asociación mental la reverberación de los silbatos que indican la partida del puerto. El viaje de 20 minutos que hilará la reflexión del Titanic con el estallido de la Gran Guerra. 

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Luego de las meditaciones del viaje del buque, hasta el final del disco, Eno decide que sí quiere cantar, algo que le dará un gesto de optimismo tras un álbum lleno de densidades. Y Brian sí que canta, es hasta un crimen que le haya negado su voz al mundo en aras de su discreet music, sí, su concepto del ambient, una música que puedes escuchar sin prestar excesiva atención, pero que indudablemente te liberará la percepción al estar allí, una música que es interesante (no música de elevador) y discreta.

La misma app de Brian, Reflection, y sus distintos experimentos en la música de videojuegos (Spore, con Will Wright), buscaba generar herramientas para que el momento generara la música, una autogestión que parece ser la gran piedra filosofal del controversial, e influyente como pocos, artista, algo que piensa resolver antes de colgar los tenis.

Pero dejemos las ideas científicas de Brian para otro día.

Entretanto, el Titanic se hunde, calculan, entre el 14 y 15 de abril de 1912. La simple presencia de un bloque de hielo terminó con el sueño y lo que conocemos como sociedad moderna comenzó… O si se habla en términos contundentes de múltiples teóricos, comenzó su declive y decadencia irremediable.

Por Brian Eno (Suffolk, Inglaterra, 1948) sabemos que The Ship (Warp Records, 2016) no es otro que el Titanic, representación del poderío tecnológico del hombre que busca dominar la naturaleza. El buque que, aseguraban, no podía hundirse y que, sin embargo, se hundió irremediablemente. En su primer viaje.

Según explicó el propio Eno en la presentación de The Ship, el cúmulo de instalaciones sonoras que están creadas para apreciarse mejor por medio de múltiples canales de audio, la obra entera, en la que por primera vez combina las voces con sus paisajes ambientales, está basada en la Primera Guerra Mundial.

 

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Nada ha afectado para el británico de su edad (hoy de 73 años) su propio devenir, como el inicio de la Gran Guerra (en realidad la Primera y la Segunda es un gran conflicto con una pausa de calma chicha entre ellas) y para Eno, todo conflicto presente tiene que ver con el hundimiento del Titanic, un acontecimiento que terminó por desencadenar, como caída de naipes, la sociedad que hoy tenemos.

Y es un hundimiento, un presagio macabro de la modernidad destinada a la picota, con el simbolismo del iceberg, que sólo muestra un porcentaje minúsculo en la superficie de su tamaño.

Eno explora por medios sonoros, sintetizadores, efectos y, sobre todo, un tributo a la voz humana, ese fenómeno de caja negra, que almacena dentro de sí las grabaciones en los aviones. Es lo que hace falta para entender The Ship, como una nave que atraviesa las ondas hertzianas estelares, con el propósito de que quede constancia de una insolente raza en su paso por el espacio y el tiempo.

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Es lo que Eno hace reflexionar en The Ship; es la humanidad entera la que queda registrada, con todo su ruido blanco, con sus voces mecanizadas, con sus gritos congelados. Una muestra grabada para las posteridades, atrapada en una bóveda para que otras civilizaciones de lejanas galaxias tengan un indicio de qué fuimos, mientras el tiempo sigue su curso:

Ola tras ola, tras ola, tras ola, tras ola…

Escucha aquí la primera pieza de The Ship, de Brian Eno:

 

 

Por Jesús Serrano Aldape

Jesús Serrano Aldape es escritor y periodista, graduado de la UNAM, licenciado en Ciencias de la Comunicación, se tituló con una tesis sobre el Universo Trágico de David Bowie. Le gustan la música, el cine y los videojuegos, el teatro, los deportes y la política, temas de los cuales ha escrito durante 20 años en publicaciones como Trasfondo, Milenio, Replicante, La Mosca en la Pared, entre otras.