Abrevar de la fuente
Tras el arreglo legal, la agrupación conformada por Emmerson, Kouyate y Kalsi sorprendió con The Source (2016), regreso, diez años después, a lo que mejor hacía la banda en los noventa: esas largas piezas, creadas para tocarse en vivo, en que además del talento musical se derrochaba una gran energía física, como si el sudor fuera un tributo perfecto a algún dios invisible.
Ir a “la fuente”, parecía más que un redescubrimiento de sus principios, con Afro Celt Sound System abrevando directamente de los colaboradores, que nuevamente, fieles a la idea de banda como festival itinerante, con miembros siempre cambiantes, volvía a cargar su propio misterio.
Emmerson hizo más patente el alejamiento de su banda de la música electrónica, para recurrir a una especie de revisitación del lado acústico de las cinco primeras obras de la banda, aunque con la notable ausencia de Iarla O’lionaird en vocales.
El concepto de abrevar directo de la fuente resucitó su ingenio para la fusión musical y esta vez la flauta y voz de la irlandesa Rioghnach Connolly adquiere especial protagonismo, mientras los raps de Griogair Labhruith restablecen cierta mística moderna en la banda. Dos décadas después el quehacer de la banda ya no parecía vanguardista, pero seguía teniendo un halo de misticismo que el ensamble aprovecha muy bien para impregnar las canciones de temáticas sociales modernas.

Siempre conducto de hibridaciones sorprendentes, con los tambores dhol, la kora y el balafón interactuando con las gaitas y arpas irlandesas; con Les Griottes, un coro femenino de cinco integrantes nativo de Nueva Guinea, como contrapeso al ensamble vocal gaélico escocés, Urar; retomando un estilo que diez años después del primer álbum, se había convertido en icónico de la agrupación.
Nuevos puentes y nuevas latitudes, como si Emmerson hubiera resucitado su vocación de etnólogo musical capaz de tender puentes culturales entre civilizaciones, mismos que parecen inverosímiles, pero que el oído aventurero encontrará fascinantes y más que probables.
Da clic para leer la primera parte: Afro Celt Sound System: la realización espiritual de la aldea global
The Source establece un paralelismo con la música moderna y en varios temas incluso suena a rock de vanguardia como, Where Two Rivers Meet, que reviste ecos de Pink Floyd, mostrando el lado inescapablemente británico de la agrupación.
Desentraña la misteriosa Where Two Rivers Meet:
La oda al migrante
Pero si The Source fue un gran regreso al estudio y a los escenarios, Flight (2018), su más reciente trabajo, demostró que la maquinaria de esta banda ha vuelto a las andadas ya de lleno y se encuentra con gran salud.
Contrario a su forma libre y sin ataduras del trabajo anterior, Flight es un álbum conceptual que referencia el vuelo de las aves migratorias, ya que Emmerson mismo es un conocido aficionado a la ornitología, y en particular, cuatro temas de la obra expresan a las claras el sentido de migración que ve Emmerson tanto en la música como en el concepto de la banda misma, con cada disco imposible de realizar sin las sensibilidades de artistas de múltiples nacionalidades; migrantes ellos mismos, utópicos ciudadanos del mundo.
Así, The Migration Medley narra una historia que refiere por igual las rutas migratorias de las especies aladas, así como la migración humana a lo largo de la historia, con personas buscando atravesar las fronteras huyendo de la peste, de la guerra y de la pobreza, buscándose el futuro.
Flight recupera gradualmente los sonidos electrónicos que pusieron en el mapa a la banda, pero también algo que The Source había olvidado un poco en pos de la experimentación: la idea de la agrupación como una suerte de desinhibida (incluso orgiástica) festividad itinerante con música creada desde la espontaneidad de la improvisación y con la finalidad simple del disfrute, del baile ritual que hermana al ser humano moderno con su ancestro.

En Flight vuelve un sentido lúdico que pertenece incluso a las músicas de raíces latinoamericanas, que de pronto son invadidas por gaitas irlandesas, arpas escocesas, viejos coros africanos, gaélicos y rap, como en la maravillosa Step Up, con su estribillo en perfecto español: “ven a cantar/ven a cambiar”.
Flight revela conexiones con lo sagrado desde ambos extremos, por un lado el góspel africano de Sanctus, con la ejecución precisa del Amani Choir y por otro la balada céltica en Night Crossing Pt.1., cómo preguntándole indirectamente al escucha si su búsqueda personal no es, después de todo, similar a la de la banda: una comunión mística de mutuo embelesamiento con el otro, no importando las fronteras, el credo, la raza o las convenciones de ninguna especie.
Es además revelador que todo el medley que incluye el tema de la migración fue grabado con los músicos en vivo, detalle que recupera a los Afro Celt como una banda creada para esas largas presentaciones en donde ninguna pieza suena igual, los músicos bailan, se agotan ante nuestros ojos y son asimilados a la filosofía del ensamble: destinados a aportar sus talentos y personalidades en una rara mezcolanza de estilos, idiosincrasias y filosofías que se difumina lejos del protagonismo del rockstar, como suerte de pagano Dios.
El que ya quedó bien claro, es el inconfundible estilo de los queridos Afro Celt Sound System.
Baila sin recato con la fantástica Step Up: