Por una integración de América del Norte

Por una integración de América del Norte

Durante la X Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN), cuando en su comunicado conjunto se les preguntó a los líderes sobre las controversias de Estados Unidos y Canadá hacia México en el T-Mec, con respecto a la Reforma Eléctrica del presidente López Obrador, una leve sonrisa eludió la pregunta. Entre los mandatarios, risas y fraternidad, a sus equipos correspondió el “trabajo sucio”.

Por ejemplo, el secretario de Seguridad de Joe Biden, Alejandro Mayorkas, presionaba para que México acepte unos 60 mil migrantes rechazados de Estados Unidos cada mes. Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, sostenía que sólo serían 30 mil. Dentro de Palacio Nacional, los líderes cotilleaban y se tomaban fotos para sus redes sociales, pero en las mesas había tensión.

A cuadro, Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, abrazaba esa mención trillada de los medios extranjeros de que eran los “Tres Amigos”, pero en cuanto tuvo oportunidad desdeñó que la captura del capo sinaloense, Ovidio Guzmán, fuera a representar algún cambio en el feroz tráfico de fentanilo. Obrador no quiso causar más incomodidad con el tema, se contentó con hablar durante 41 minutos.

Tampoco se tocó el tema, al menos con cámaras encendidas, de las abusivas mineras canadienses y la propensión de algunas de ellas a no pagar impuestos. En la forma, la reunión aprovechó una coyuntura que, gracias a los impulsos integradores del presidente Obrador, no se había dado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero luego de que los dirigentes se despidieran, no habría piedad.

Los equipos seguirían sentados a la mesa en negociaciones difíciles, mientras las esposas de los presidentes encabezaban iniciativas culturales, con la cónyuge del titular del mandatario mexicano, Beatriz Gutiérrez Müller, sirviendo de traductora a su marido y de guía de turistas a sus nuevas amigas, Jill Biden y Sophie Grégoire Trudeau, en los pasillos del histórico Palacio Nacional.

Obrador, desde el saludo protocolario, con los dos equipos de trabajo reunidos a uno y otro extremo de la mesa de negociaciones, intentó posicionar su propuesta de una unión Latinoamericana, similar a una Unión Europea, que haga frente económico a las potencias orientales como China y Rusia. Pero en su intervención, Biden posicionó sus temas: el tráfico de fentanilo y la migración ordenada.

Mientras Obrador entregó un discurso lírico, que buscaba posicionar sus conceptos, no sólo de una Latinoamérica unida, sino del continente americano, “exaltando el sueño de Simón Bolívar”, Biden dejó claro que Estados Unidos estaba obligado a no ver sólo por América, “porque estamos en Oriente, Occidente, Medio Oriente, y estamos obligados de ver por todos”, deslindaba enfático.

El protocolo y el oropel de las reuniones no debe llamar a la confusión: las posturas de cada país, tanto en la reunión bilateral entre México y Estados Unidos, y la trilateral, que también incluyó a Canadá, estaban endurecidas y en el cabildeo de las reuniones posteriores buscarían por otros medios de negociación posicionar agendas muy claras, en algunas temáticas, lejos del estilo poco ortodoxo de AMLO.

Acuerdos de la Cumbre

En la agenda de AMLO, tras la Cumbre, que se realizó los días 9, 10 y 11 de enero en Ciudad de México, se anunció la creación de un comité conjunto para sustitución de exportaciones. Obrador lo ve como el primer paso para una futura integración de los gobiernos del continente americano, que sabe será un proceso largo. El grupo de 12 especialistas se dedicará a promover el modelo entre empresarios, trabajadores y servidores públicos de las tres naciones.

A México lo representarán Ebrard; Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda; Raquel Buenrostro, secretaria de Economía, y de forma controversial, el empresario regiomontano Alfonso Romo, en calidad de empresario independiente. En la clausura de la trilateral, López Obrador destacó ampliamente los logros de su gobierno ante la prensa internacional, que suele ser muy crítica de su gestión.

AMLO además elogió la condena enérgica que hicieron Biden y Trudeau del intento de golpe de Estado en Brasil. Mencionó que en la actualidad Canadá tiene un programa de migración ordenada que ayuda a 25 mil mexicanos y pidió respetuosamente a Biden que insista al Congreso de Estados Unidos la regularización de la situación migratoria de millones de mexicanos en ese país.

Biden, por su parte, traía una agenda muy concreta y pidió modernizar la frontera para evitar el tráfico de fentanilo que, en 2022, cobró la vida de 75 mil estadounidenses; en cuanto al tema de los migrantes, AMLO negó que se vaya a construir un centro de atención en la frontera sur de México, a pesar de que la Casa Blanca había anunciado con bombo y platillo la eminencia de ese anuncio.

El presidente de Estados Unidos también presionó sobre la agenda verde impulsada por su asesor demócrata John Kerry. La energía limpia como un objetivo para las siguientes décadas, la cual fue otra coincidencia entre los dirigentes y le da nueva relevancia al Plan Sonora, que se relaciona con la explotación del litio mexicano, para el cual ya el Gobierno Federal ha anunciado la creación de una empresa, Litio Mx.

Los tres gobiernos coincidieron en que es necesario reforzar cadenas de suministro en América del Norte ante la escasez que se vivió en 2022, por las consecuencias de la pandemia de Covid-19 y el conflicto de Ucrania, que ha ocasionado una inflación que seguirá siendo un factor en toda la región, por años si no se encuentran formas de que América del Norte sea autosuficiente en ciertas cadenas de producción.

Diplomacia aparte, los gestos de los tres presidentes dijeron mucho más que el trillado y protocolario trato ceremonial. En su camino a México, Biden visitó al gobernador de Texas, famoso por su postura antimigrante y franco racismo antimexicano. Un gesto frío de que el tema migratorio también es una moneda electoral que Biden buscará aprovechar buscando su reelección en 2024.

Trudeau también fue considerado por Obrador hasta el último día de la Cumbre, cuando Biden ya se había ido. Dado que la relación de México con Canadá es menos imbricada que la de Estados Unidos, dicha bilateral transcurrió sin cambios en la postura del presidente López Obrador de aceptar las protestas de las mineras y energéticas canadienses, pero sin comprometerse en realidad a nada.

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En resumen, Obrador utilizó la cumbre en la que departió con los dos dirigentes de EU y Canadá como una legitimación de las políticas de su gobierno, en una época en que Perú vivió un golpe de Estado y en la que en Brasil el ala conservadora intentó uno. Utilizando las formas del protocolo, el presidente mexicano quizá no logre en vida la integración de América, pero sin duda consigue apuntalar su gestión.


Y sí, Biden sí aterrizó en el AIFA

 “Lo que diga el señor presidente”, dicen que contestó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, cuando su homólogo mexicano, López Obrador, le pidió que aterrizara su avión, el Air Force One, en las instalaciones del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Biden incluso le dijo a Andrés Manuel que no entendía cuál era la razón; no podía creer la mezquindad de los opositores a la 4T.

Sí, si Biden hubiera elegido no aterrizar en el AIFA, ya había una batería de periodistas odiadores habituales de todo lo que hace, bien o mal, López Obrador, listos para alimentar narrativas de odio, de que el mismísimo presidente de Estados Unidos, al cual la mayoría de esos comunicadores rinde pleitesía, condenaba al AIFA por inseguro. “Querían hacer un aeropuerto en un lago”, explicó Obrador.

Biden, que simpatiza visiblemente con la personalidad y estilo de Obrador, sólo sonrío sin poder creer el surrealismo de la política mexicana. Quizá de esa forma, en que algunos protocolos tan estrictos ceden ante la forma libre y característica del de Macuspana (el segundo mandatario más popular a nivel mundial, de acuerdo con la encuesta semanal Morning Consult), Biden invitó a AMLO a subir a su auto, La Bestia.

En la hora y pico de camino de Santa Lucía a Polanco, los dos mandatarios charlaron de temas que muy probablemente permanecerán en el misterio. Quizá la verdadera importancia de la Cumbre tuvo lugar en ese trayecto, que no hace más que quitar estigmas a la presidencia de Obrador, que sus opositores venden como de un tirano que rivaliza con Hitler.