El presidente Andrés Manuel López Obrador encabezó este viernes, en el Zócalo de la Ciudad de México, la caída de la gran Tenochtitlan. Hoy 13 de agosto, recordamos el hecho “y ofrecemos perdón a las víctimas de la catástrofe originada por la ocupación militar española de Mesoamérica y del resto del territorio de la actual República mexicana”.
En su mensaje, el primer mandatario aclaró que no es fácil el análisis objetivo sobre el proceso de ocupación militar y colonización española en nuestro país.
“Son pocas las fuentes primarias y aunque existen códices y relatos de los pueblos originarios, posteriores a los iniciales acontecimientos, predominan las crónicas y escritos de soldados, historiadores y evangelizadores que tienden a justificar la invasión en nombre de la libertad, la fe, la superioridad racial o de la civilización”, expresó.
“Predominan las crónicas y escritos de soldados, historiadores y evangelizadores que tienden a justificar la invasión en nombre de la libertad”
“Es por eso ..puntualizó–, que considero hasta ofensivo y ocioso, en estos tiempos, volver a la vieja polémica de que los originarios de Mesoamérica y, en particular, los mexicas eran bárbaros porque, entre otras cosas, comían carne humana; pensaban que el caballo era una bestia sobrenatural monstruosa, que los españoles fueron salvados en batallas por un hombre de a caballo que figuraba ser el Apóstol Santiago o que Cortés y sus soldados eran enviados de la divinidad, según la supuesta profecía indígena del regreso de Quetzalcóatl o que la adoración de ídolos era una práctica demoniaca”.
Baste decir, para responder, como sostenía Fernando Benítez que “entre las llamas que achicharraban a los herejes y los sacrificios humanos de los aztecas hay pocas diferencias”.
Sostuvo que la gran lección de la llamada Conquista es que nada justifica imponer por la fuerza a otras naciones o culturas, un modelo político, económico, social o religioso en aras del bien de los conquistados o con la excusa de la civilización.
López Obrador resaltó que las conquistas, las invasiones, las guerras, “siempre serán un riesgo para la humanidad”.
“Además del agravio principal, traen consigo afectaciones culturales, sociales y daños colaterales. Suele pasar que la ambición y la tristeza viajan, viven y duermen juntas”, externó.
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En la ceremonia el primer mandatario subrayó que “políticos, monarcas y hombres de Estado no deben omitir estas lecciones que surgen de amargas realidades y se convierten en enseñanzas mayores”.
Ojalá todos hagamos el compromiso de l no repetir los mismos errores y horrores. Pongamos fin a esos anacronismos, a esas atrocidades y digamos nunca más una invasión, una ocupación o una conquista aunque se emprenda en nombre de la fe, de la paz, de la civilización, de la democracia, de la libertad o, más grotesco aún, en nombre de los derechos humanos”.
“No debemos aceptar que el poder militar, la fuerza bruta, triunfe sobre la justicia; debemos en cambio procurar que desaparezca de la faz de la tierra la ambición, la esclavitud, la opresión, el racismo, el clasismo y la discriminación, y que solo reine e impere la justicia, la igualdad, la paz y la fraternidad universal”, finalizó López Obrador..