Durante su Convención Nacional del 5 de diciembre, Dante Delgado -cuyo cargo en el partido Movimiento Ciudadano (MC) es el de coordinador de la Comisión Operativa Nacional, aunque se sabe que es el dueño de ese instituto- dejó claro que no irán a las candidaturas de 2024 con la alianza del PRI-PAN-PRD, algo que beneficia a la larga al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
No es que MC sea un talismán infalible, ni mucho menos. De hecho, su valor en el mercado se ha depreciado, contrario a lo que su dirigencia cree, pues en 2021, cuando debería haber mostrado el crecimiento exponencial de su propuesta, en realidad demostró que en el ámbito nacional son un partido de 5 % de aceptación y en algunos estados, como la Ciudad de México, están virtualmente aniquilados.
Pero MC ha sabido aprovechar la desilusión de la ciudadanía, típicamente de mentalidad conservadora, donde la izquierda tiene nulas posibilidades. Incluso el variopinto movimiento social que encabeza López Obrador es nulo en dos ciudades sumamente importantes: Nuevo León, donde gobiernan con Samuel García, y Jalisco, con Enrique Alfaro, y donde se ha dado el fenómeno de transfuguismo.
Lo cual quiere decir que políticos del PRI, pero principalmente del PAN, han optado por una “tercera vía”, abandonado sus institutos de origen, para abastecer de cuadros a esa “fuerza emergente”. Así, en su Convención Nacional, dieron a conocer que no se “sumarían al Titanic de la alianza opositora”, aún a pesar de que gracias al grupo Monterrey, tienen a un infladísimo candidato presidencial.
Según los más recientes sondeos, sólo Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del asesinado candidato del PRI, quien lleva poco más de un año como presidente municipal de Monterrey, y cuya única experiencia en la administración pública fue una diputación, tiene porcentajes de 27 % de intención de voto por la presidencia en 2024, ante los tres fuertes postulantes de Morena, de acuerdo con cifras publicadas por Reforma.
Colosio Riojas, sin embargo, ha declarado que no participará en la elección de candidatos de su partido para 2024, pues, asegura, prefiere adquirir experiencia para ser una opción en 2030. Similar al otro miembro del “futuro de la clase política”, mencionado por Delgado, Samuel García, quien en el evento anunció su candidatura, sólo para desdecirse días después.
Es el capital político con el que, aseguró Delgado ante los integrantes de su organización, pueden ganar la presidencia en 2024. “Somos un movimiento que mira de tú a tú a las dos alianzas de la vieja política”, dijo recalcando que no irán en alianza con ningún partido ni coalición. Lejos del discurso político de Delgado, su decisión parece ser frío pragmatismo.
En los sondeos de preferencia electoral de Estado de México, se revela que la mayoría del electorado simplemente no quiere que MC se una a la coalición de partidos que ordenó el magnate Claudio X. González. Sus números descienden incluso a menores índices que el 5 % que obtuvieron en 2021, lo cual ya es un dato relevante, por eso Delgado dijo que la alianza de 2018 había sido un error.

Obrador y su pragmatismo
El presidente López Obrador, por su parte, sabe de lo práctico que pueden ser esos partidos satélites. En 2017, Delfina Gómez, candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México, perdió la votación, amén del fraude tolerado por el INE, por causa de la alianza del PRI, con el Partido Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social. Así, MC y su, en apariencia intrascendente 5 %, puede ser definitorio.
Para muchos observadores es la razón por la que López Obrador no abre un frente contra Delgado y su instituto político. Al contrario, desde el 2018 ha apoyado a Alfaro en Jalisco, a pesar de que éste intentó encabezar la alianza de gobernadores opositores, y desde 2021 le ha dado un apoyo fundamental a García en Nuevo León, incluso ayudándolo a solucionar la incendiaria crisis de agua de su entidad.
El titular del Ejecutivo ha definido en numerosas ocasiones a la política como “elegir entre inconvenientes”, y ya sea porque no le conviene en absoluto que las dos metrópolis que le siguen a la Ciudad de México en importancia por su PIB (Producto Interno Bruto) experimenten serias crisis de gobernabilidad, u haya otro motivo, su administración ha ayudado a que Alfaro y García no decaigan más.
Gracias a que el Gobierno de México ha ayudado al gobernador García a solucionar su crisis de agua y de falta de mayoría en el congreso estatal, este mantiene un índice de popularidad de 57 %, al cierre de esta edición, según C&E Research, que elabora un ranking mensual de gobernadores. Alfaro, por su incompetencia al manejar el tema de la seguridad y su mal humor, tiene un 39 %.
A Alfaro, no importando su abierta oposición a la 4T, lo ha ayudado a mejorar la seguridad de su estado y, calladamente, ambos gobernadores emecistas han entrado en la lógica del mandatario federal. Han aplicado los Programas Sociales en sus respectivas entidades y aprovechan la presencia de la Guardia Nacional, con 5 mil efectivos en Jalisco, mientras que en Nuevo León hay 2,200.
Alejar de los brazos de sus opositores el proyecto de un acérrimo rival suyo, como lo es Dante Delgado y no abrir frentes innecesarios y hasta cierta simpatía por “las jóvenes promesas” del partido MC, son algunas de las hipótesis de por qué AMLO no arremete contra los incompetentes gobernadores del otrora Partido Convergencia. Al final, todo en el de Macuspana es ajedrez y timing político.
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La actual decisión de Delgado de no participar en una alianza rumbo a la elección de Estado de México en 2023 y la presidencia en 2024, compra tiempo al movimiento del presidente para desarticular a la oposición, sobre todo porque el único candidato opositor que sí lo podría meter en aprietos es Colosio Riojas, a quien sus adversarios aún luchan por convencer de arriesgarse en 2024.

Se desgastan cuando votan con la Alianza Con respecto a la Reforma Eléctrica, que no alcanzó la mayoría calificada para establecerse en la Constitución, MC votó en contra, y a favor de empresas españolas e italianas. Los sondeos posteriores revelaron que el partido naranja sufrió una caída en sus índices de popularidad, lo que los ha llevado a ser un poco menos viscerales. Son cálculos políticos. A Movimiento Ciudadano lo conocen en Jalisco y Nuevo León como “el PAN naranja o el PAN de muerto”, no sólo porque es el destino de numerosos tránsfugas de otros partidos, sino porque, contrario a que dicen defender los intereses de la ciudadanía, suelen ser un brazo de la clase patronal, pero con una apariencia que todavía engaña incautos. Por eso, antes de subirse a una defensa a ultranza del INE, en la presente Reforma Electoral y, posteriormente, al Plan B, esperaron a ver la reacción de la marcha del 13 de noviembre, y al notar que había suficiente base social, decidieron respaldar el falsario discurso de la “desaparición del INE”. Pero se espera que esto también entrañe un fuerte costo político para el partido de Dante Delgado. De su lado, López Obrador, aunque ha arropado a los dos gobernadores de MC, no duda en resaltar que ese instituto es parte de la misma corriente de conservadores opuestos a su régimen, y con ello también les marca un paso y les recuerda los altos costos de encarar una supuesta “tercera vía”. Un juego político que se recrudecerá en vísperas de 2024.