Nazarín, bajo la mirada del maestro Manuel Álvarez Bravo

Buñuel durante la filmación de Nazarín. A la derecha se ve a Álvarez Bravo.
Buñuel durante la filmación de Nazarín. A la derecha se ve a Álvarez Bravo.

Una faceta poco conocida del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo (1902-2002) es la que desarrolló en la industria fílmica nacional de 1943 a 1959. Y menos conocida aún es la relación laboral que sostuvo con el cineasta Luis Buñuel en su película Nazarín, pese a que esto no era realmente una incógnita, pues su nombre aparece en los créditos del filme, estrenado en 1959.

En 2019 se reveló parte de esa labor profesional a través de la exposición Nazarín. Manuel Álvarez Bravo y Luis Buñuel, que se presentó en la Casa de México en España, en Madrid, en el marco del Festival PhotoEspaña.

Héctor Orozco, quien realizó la investigación y curaduría de la exhibición, explica que los negativos originales que Álvarez Bravo tomó para Nazarín fueron hallados en el archivo de Fundación Televisa, mientras se preparaba una muestra sobre Gabriel Figueroa. En total se encontraron más de 600 negativos.

A partir de este afortunado descubrimiento, comenzó una investigación sobre esta faceta de Álvarez Bravo y su acercamiento al cine comercial, algo que el propio fotógrafo prefería no destacar con profundidad en las entrevistas que le realizaban. El resultado de esa indagación fue aquella muestra, conformada por más de 100 objetos, que reúne stills originales, material publicitario, documentación y más de 40 fotografías impresas a partir de los negativos 6×6 originales.

“Son impresiones cuadradas, que se hicieron a partir de estos negativos; de esas fotos ya se recortaban a formato horizontal o vertical para la publicidad de las películas”, explica Orozco.

Fueron 16 años en los que Álvarez Bravo trabajó como fotógrafo de fijas, como afiliado al Sindicato de Técnicos y Manuales de la Industria Cinematográfica. Durante todo este tiempo, retrató a personalidades como Pedro Infante, Jorge Negrete, María Félix y Dolores del Río.

No obstante, su verdadero deseo era ser cineasta. Detalla Orozco que intentó convertirse en uno de ellos en 1945 con la ayuda de Figueroa y el también fotógrafo Alex Phillips, pero le fue negada la oportunidad porque en aquel entonces había políticas de puertas cerradas dentro del sindicato: directores y fotógrafos no podían entrar a la industria salvo que alguien se jubilara o muriera.

Señala Orozco: “Fue uno de los técnicos que estuvo atrás por muchos años y, sin embargo, nunca fue muy conocido. Quizá Nazarín fue su participación más conocida, junto con La diosa arrodillada (Roberto Gavaldón, 1947), de la que se sabe y se tiene material”.

Su función en Nazarín -así como en las otras cintas en las que colaboró- era realizar las fotografías fijas de la película, que luego serían utilizadas en carteles promocionales. El director de fotografía del filme -que obtuvo el Premio Internacional del Jurado en el Festival de Cine de Cannes- fue Gabriel Figueroa.

Encuentro creativo

La muestra, explica Orozco, hace hincapié en el interesante encuentro creativo que se gestó en la cinta, con cuatro artistas de primer nivel. “Para nosotros era muy importe hacer el vínculo de la historia de Benito Pérez Galdós, retomada por Luis Buñuel, estructura literaria en ambos casos, porque el guion lo hace Buñuel con las imágenes producidas por Gabriel Figueroa y Manuel Álvarez Bravo en el contexto de Nazarín.

Nazarín como el cruce de caminos entre dos personajes fundamentales en la creación de imágenes en México en el siglo XX. “Por un lado, un fotógrafo que quería ser cineasta, que era Manuel Álvarez Bravo, y por el otro, un cineasta en el exilio que soñaba con regresar a España a filmar.

“De alguna manera Nazarín abrió un espacio de respiro a ambas ambiciones: Bravo se encontró con un creador y con un universo muy afín en inquietudes y estéticas, y con una libertad que se refleja en las imágenes que exhibimos”.

La cinta, que tuvo como protagonista a Francisco Rabal, la intenta filmar Buñuel en España; no obstante, la Comisión de Censura del franquismo la rechaza. “Por eso se filma en México, aunque con una constante presencia de España”, detalla Orozco.

“En términos estrictos, no es obra fotográfica de Álvarez Bravo; estas pequeñas imágenes, como todo el cine, son obra colectiva: se utilizaba, obviamente, la puesta en escena del director, la iluminación de Figueroa, los vestuarios, las caracterizaciones, pero al mismo tiempo no deja de ser una faceta temporal y conceptualmente muy importante para don Manuel”.

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Acaso la única imagen de Nazarín que Álvarez Bravo presume como suya, es aquella en la que una niña va arrastrando una cobija por un pueblo infestado de peste…

Serie fotográfica realizada en Tlayacapan, Morelos, en 1958.
Serie fotográfica realizada en Tlayacapan, Morelos, en 1958.