«Fantasmas», lo divertido de estar muerto

"Fantasmas", lo divertido de estar muerto

Esta serie que ha sido un éxito sorpresa en Estados Unidos y en México trata (como sugiere el título) sobre un grupo de fantasmas atrapados en el purgatorio de una mansión en el norte del estado de Nueva York; ha tenido dos temporadas y ha generado un auténtico seguimiento de culto, que la hace una de las sorpresas más recomendables recientemente.

En la primera temporada, Sam (Rose McIver) y Jay (Utkarsh Ambudkar) heredan la casa con planes de convertirla en hotel. Poco después, Sam termina con el poder de ver a todos los que han muerto en esa casa (más o menos lo que proponía la primera temporada de «American Horror Story», pero sin lo vulgar) y lo que comienza como un susto rápidamente se convierte en una amistad improbable, pero genuina entre los habitantes del lugar, tanto vivos como muertos.

En la recién estrenada temporada 2, los espíritus están ayudando a Sam y Jay a administrar la posada, espiando a los huéspedes e informando a recepción de lo que necesitan o de otras situaciones. El programa, basado en una comedia de situación británica, es como sería «Friends» o «It’s Always Sunny In Philadelphia» si la mayoría de los amigos estuvieran muertos.

Es precisamente la mezcla de la serie de tropos clásicos de comedia de situación con una mitología fantasmal lo que la convierte en una fórmula ganadora y muy divertida.

Lo que podría ser trillado y cursi es, en cambio, sorprendentemente sincero y, a menudo, genuinamente divertido. El éxito de la serie se basa en el impecable casting.

Es un conjunto enorme, pero todos tienen química entre ellos. Además de Sam y Jay, los fantasmas incluyen a Thorfinn (Devan Chandler Long), un explorador vikingo alrededor del año 1000 d.C.; Alberta (Danielle Pinnock), cantante de jazz de la década de 1920; Flower (Sheila Carrasco), una hippie de los 60; Trevor (Asher Grodman), un lobo de Wall Street de la década de 1990; Hetty (Rebecca Wisocky), una miembro de la alta sociedad de la Edad Dorada; Pete (Richie Moriarty), un líder scout de la década de 1980; Isaac (Brandon Scott Jones), un oficial de la Revolución Americana; y Sasappis (Román Zaragoza), un indígena del siglo XVI.

Hay mucha historia cubierta en un grupo heterogéneo y eso hace que se mantenga siempre interesante; de hecho, «Ghosts» tiene sorprendentes matices y es reflexivo cuando consideramos quién vivió y murió en ese pedazo de tierra durante siglos. No pasa por alto el destino de la gente Lenape de Sasappis, por ejemplo.

Tampoco ignora el racismo que Alberta enfrentó en su vida o la misoginia que Hetty enfrentó por parte de su marido (la serie también responsabiliza a Hetty por las cosas terribles que hizo como miembro de la élite adinerada, así que no pasa por alto nada).

Pero este no es nada más un curso de historia estadounidense: la serie no escatima en risas. Es decir, se trata de una comedia de situación muy clásica con un gran giro, por lo que las risas son fáciles, identificables y amplias, pero también novedosas.

La comedia de situación de transmisión no está muerta. Puede que Ghosts no se trate de una premisa muy ordinaria, pero tiene una disposición igualmente alegre frente a realidades deprimentes. Sus personajes hacen lo mejor de una existencia interminable en el purgatorio (y la amenaza de ir al infierno si no pueden trascender al cielo).

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Es ese tono esperanzador de «haz lo que puedas con lo que tienes» lo que hace que este programa sea tan atractivo y disfrutable en estos tiempos de noticias oscuras y titulares desalentadores. Es sumamente recomendable

«Ghosts», en sus dos temporadas, está disponible en Universal +.