La música minimalista de John Adams, un regalo de navidad

La música minimalista de John Adams, un regalo de navidad

En The Chairman Dances (foxtrot for orchestra), (El Presidente Baila), compuesta en 1985, el compositor estadounidense John Adams crea un vitral para contemplar la evolución musical, nada menos. Comienza con esas cuerdas que van hacia el infinito, muy al estilo de los minimalistas John Cage, Terry Riley y Philip Glass, con ese poder imaginativo que asemejamos como el viaje por el espacio, desde que Gustav Holst tocó el tema con su sinfonía The Planets. 

Pero como Adams, nativo de Boston, Massachusetts, lo ha dicho, su intención con el minimalismo no es prolongar la repetición ad infinitum, sino “construir de ahí, pequeñas piezas arquitecturales” que terminan deviniendo en otras rutas, como las ramas de un árbol, esparciéndose. Su Chairman… demuestra por completo su teoría musical. 

“Fue una parodia de cómo imagino una película musical china de los 30’s sonando como: a) una vasta fantasía de una ligeramente ridícula, pero irresistible, imagen de un joven Mao Tse Tung bailando foxtrot con su compañera Jiang Qing, ex diva de las películas, y la futura Madame Mao. Y b) la mente y el espíritu detrás de la Revolución Cultural y la estridente estampa de miembro del Gang of Four”, recordaba por entonces el propio Adams. 

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Es lo que llama la atención de esta formidable pieza, que prosigue con las cuerdas repitiéndose de forma minimalista, pero luego tiene un breve coqueteo con el dodecafonismo de Arnold Schöenberg, a saber, durante la parte en que los instrumentos de cuerda comienzan a ser invadidos por notas atonales y prosiguen, subiendo el tono de su locura, sin abandonar la repetición (¡es excelso!), como el caos del Universo revelándose ante nuestros oídos.  

Portada de The Chairman Dances (1985) 
Portada de The Chairman Dances (1985)

En su momento, a muchos no les gustó, la consideraron pura herejía. A Donal Henahan, veterano crítico de música del New York Times, no le pareció, nadita: escribió con cierta saña: “El señor Adams hace al arpegio lo que McDonalds hizo a la hamburguesa, moliendo una simple idea hasta la eternidad”.  

El mentado “señor Adams” contó a la periodista Nancy Malitz en 2019: “era del tipo de cosas que tenías que soportar, año tras año, hasta que esta gente finalmente es enviada a la fábrica de pegamento y alguien más llega…”. Henahan falleció en 2012, y en la actualidad, tanto el NYT, como la revista The New Yorker, no hacen más que profesar alabanzas a Adams.  

Toda esa gozosa y caótica muestra de temperamentos, es en realidad un intro bastante poco convencional para el tema principal en sí. Me tocó escucharla en acción hace unos años, en la OFUNAM, por estas fechas decembrinas, y el conductor, Carlos Miguel Prieto (en la temporada de la Orquesta de Minería en CU), parecía bailar en esta parte, pocas veces lo he visto sonreír tanto al conducir una pieza. Y yo no podía creer lo que escuchaba, en serio. 

Adams admite que The Chairman… es una toma descartada del Acto III de su controversial ópera, Nixon in China, que documenta la visita del presidente estadounidense a dicha nación en 1972 y cuya premiere se dio en 1987. Pero el músico separó las dos ideas musicales, pues en la ópera, Jiang Qing invade el banquete presidencial con un cheongsam (vestido femenino) apretado del cuello al tobillo, pero dividido arriba de la cadera, y se pone a bailar. Mao la observa, se excita y comienzan a bailar juntos. 

The Chairman…, por otro lado, fue creada como una suerte de precalentamiento de la orquesta, pero luego le gustó a Adams que la idea volaba por otros rumbos; luego del baile juvenil, sin relación, entre una exactriz de películas en Shanghái y Mao, para muchos, uno de los mayores tiranos que ha conocido la historia.     

John Adams, “el último de los minimalistas” 
John Adams, “el último de los minimalistas”

El baile de Mao 

Lo que escuchamos en seguida, es el romanticismo irrumpiendo de pleno, un baile para el Chairman, el Jefe del partido comunista chino, Mao Tse Tung y la música asemeja en ese momento un gramófono, con un disco tocándose, con el rasgueo de la aguja, es nada menos que Mao bailando foxtrot con su esposa Jiang Qing. ‘Esta pieza es un viaje cuántico’, pensé para mi interior, mientras mi corazón latía fuertemente. 

Todo lo que atraviesa desde el inicio The Chairman Dances (foxtrot for orchestra) viene a desembocar en una estampa curiosa y convencional que ahora, gracias a la música de John Adams, ya es un instante de inspiración legendario para muchos. Recuerdo que al finalizar el concierto, compré un CD con una chica que ocasionalmente vende afuera de la sala Nezahualcóyotl, las obras que se interpretaron esa tarde. 

Es soberbio cómo el tema jamás deja de inocularnos la sensación de vanguardia, con ese dejo de era espacial, la reiteración de las cuerdas y vientos, cómo continúa girando todo ante la escena romántica de Mao en su baile, pero se descompone en una breve historia de la vida humana, una simple escena que no parece tener ni un dejo político, más allá de mostrar al controversial líder político en un momento de esparcimiento de su juventud. 

El grand finale también merece una atención especial. Cuando yo la presencié, todos los miembros de la orquesta parecían rockstars en Chairman…, y cuando desaparece toda la música, las personas ahí reunidas nos dimos a aplaudir como si nos hubieran dado un regalo de navidad. Yo no sé por qué no la han interpretado más seguido en el recinto universitario, sería una cita anual para muchos escuchas. 

Es difícil no ver el disfrute de los músicos ante ese caos sostenido que se subvierte en varias ocasiones en los casi 13 minutos de duración, con el piano y las percusiones conduciendo la pieza hasta un final en los confines del espacio y el tiempo, hasta que ya no se escucha ni siquiera un sonido. 

Disfruta aquí de, The Chairman Dances de John Adams: 

¡Y no te puedes ir, sin disfrutarla en vivo!, aquí: 

Por Jesús Serrano Aldape

Jesús Serrano Aldape es escritor y periodista, graduado de la UNAM, licenciado en Ciencias de la Comunicación, se tituló con una tesis sobre el Universo Trágico de David Bowie. Le gustan la música, el cine y los videojuegos, el teatro, los deportes y la política, temas de los cuales ha escrito durante 20 años en publicaciones como Trasfondo, Milenio, Replicante, La Mosca en la Pared, entre otras.