Boris Lurie (1924-2008), cofundador del movimiento NO!art, que se opuso a la desmesurada mercantilización de la pintura estadounidense, constituye una gran interrogante en la historia del arte.
Nunca vendió una de sus pinturas; sin embargo, amasó una gran fortuna, gracias a la inversión inmobiliaria y en acciones de telefonía celular. Sobrevivió a los trabajos forzados en distintos campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y una vez desembarcado en Nueva York fue pintor, ilustrador, escultor, cronista y, en 1959, cofundador del movimiento NO!art, vanguardia radical que plantó cara al mercantilismo del expresionismo abstracto y el pop art.
Este jueves 15 de diciembre, a las 13 horas, el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM), del Instituto Nacional de Antropología e Historia, inaugura la exposición NO complaciente: Boris Lurie en México, que reúne 95 obras del artista ruso-estadounidense y de origen judío, quien desarrolló su carrera artística en la ciudad de Nueva York.
La exposición tiene un carácter biográfico, explica Reynier Valdés Piñeiro, investigador del MNCM y curador de la muestra, “en la medida en que entreteje momentos significativos de la vida de Lurie con las principales etapas de su creación. De este modo se repara en cómo la vida y la obra son indisolubles en un artista sobreviviente del Holocausto y marcado por el peso de la memoria”.
La exposición, añade Valdés Piñeiro, contempla cuatro unidades que buscan dar a conocer los temas principales y las exploraciones artísticas que distinguen a los trabajos de Lurie en diferentes períodos, desde los dibujos fragmentados de los años cuarenta y las mujeres desmembradas de los cincuenta.
También muestra una serie en donde expresa la tristeza y la frustración por la pérdida de las mujeres más importantes de su vida, hasta llegar a las estrellas de concreto y los cuchillos ensamblados de los años setenta, que es la estética discursiva que define el ocaso de su trayectoria, según lo expresan las últimas obras que realizó en el año 2003 y que cierran la muestra.
Sobre el movimiento NO!art, fundado por Lurie y Sam Goodman (1919-1967) y Stanley Fisher (1926-1980), en 1959 en Nueva York, el curador señaló que Boris Lurie “se mantuvo al margen de las dinámicas del mercado del arte y de su cinismo intrínseco. Esto le dio la posibilidad de desarrollar una obra franca, con una libertad expresiva como pocas en la historia del arte del siglo XX”.
Boris Lurie fue el hijo más pequeño de una familia judía de orígenes rusos, establecida en Riga, capital de Letonia. En 1941 su familia fuera enviada al gueto de Riga. En diciembre de ese mismo año su abuela, su madre, su hermana y su novia fueron asesinadas en Rumbula, hecho que marcaría profundamente su vida y obra.
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Boris Lurie y su padre sobrevivieron a varios campos de concentración y al final de la Segunda Guerra Mundial permanecieron en Alemania. En 1946, emigraron a Nueva York, donde Boris comenzó su carrera artística, que transitó de la pintura hacia los ensamblajes escultóricos. Judío simpatizante del socialismo, acérrimo crítico de la sociedad capitalista e inversionista en la madurez de su vida, Boris Lurie es una de las personalidades más complejas, polémicas y sinceras del ámbito artístico de la neovanguardia de posguerra.