Quintana Roo quiere otra opción política

Quintana Roo quiere otra opción política

Quintana Roo es acaso el mejor ejemplo de la degradación de la política mexicana. Aquella que busca el poder por el poder para hacer negocios millonarios en perjuicio de los ciudadanos, mientras la entidad, hundida en una terrible ola de violencia, se resquebraja entre balaceras de bandas de narcotraficantes y feminicidios sin castigo.

Ni qué decir de la pobreza y el desempleo, dos de los problemas históricos que sufre el estado, y que ningún gobierno del pasado tuvo la voluntad de resolver. Ese es el ominoso panorama que sufre Quintana Roo -que el próximo 5 de junio elegirá nuevo gobernador- y que desde hace al menos cuatro décadas ha estado sometido a los caprichos y corruptelas de poderosas familias que se han enquistado en el poder político.

La entidad fue gobernada por el PRI durante 72 años, hasta apenas el 2016, cuando el perredista Carlos Joaquín González llegó a la gubernatura del estado. Sin embargo, lo que se vendió a la ciudadanía como una alternancia, en realidad fue un pacto dentro de la cúpula del poder.

Carlos Joaquín González es medio hermano del priista Pedro Joaquín Coldwell, gobernador de la entidad de 1981 a 1987, con quien comenzó la descomposición social que padece actualmente Quintana Roo.

Le siguió el priista Miguel Borge Martín, gobernador de 1987 a 1993, quien es primo del empresario textil Kamel Nacif Borge, acusado por la periodista Lydia Cacho de proteger al pederasta Jean Succar Kuri, quien finalmente fue sentenciado a 94 años de prisión por los delitos de pornografía infantil y corrupción de menores.

Amparado en su cercanía con el poder, Kamel Nacif se enriqueció con presuntas defraudaciones fiscales y posibles operaciones de recursos de procedencia ilícita. Actualmente es investigado por la Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía General de la República por presunto lavado de dinero.

Pero las conexiones familiares continúan. Miguel Borge Martín es tío de Roberto Borge Angulo, el último priista en gobernar la entidad (de 2011 a 2016), quien desde 2018 está preso por presuntos delitos de aprovechamiento ilícito del poder y desempeño irregular de la función pública.

El sucesor de Miguel Borge fue Mario Villanueva Madrid, otro emblema del priismo más corrupto. Apenas terminado su gobierno (1993-1999), tuvo que enfrentar acusaciones de narcotráfico y lavado de dinero en México y Estados Unidos. Fue sentenciado a 22 años de prisión, que hoy cumple en arraigo domiciliario.

Pobreza y feminicidios

Mientras la clase política se enriqueció a manos llenas, la sociedad quedó atrapada en un huracán de violencia, con balaceras en hoteles y bares a plena hora del día. Peor aún, en 2021 se cometieron en Quintana Roo 25 feminicidios, que colocó a la entidad en el lugar 14 a nivel nacional. Sin embargo, si se toma en cuenta el tamaño de la población, resulta que, por cada 100 mil mujeres, la tasa de crímenes es de 2.87, la más alta de todo el país.

Además, con el perredista Carlos Joaquín González, la pobreza creció más que en cualquier otro estado del país. De acuerdo con el reporte Medición de la Pobreza 2020 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el estado pasó de 30.2 % de personas en esta situación en 2018, a 47.5 % en 2020. La pobreza extrema pasó de 3.8 % a 10.6 %.

Paradójico que se registren estos niveles de pobreza en un estado con una importante actividad turística. Tan sólo en las pasadas vacaciones de Semana Santa, la secretaría de Turismo local estimaba una derrama económica de 972 millones de dólares.

Ante tal descomposición, la sociedad apostó por un cambio profundo en las elecciones de junio pasado, en las que Morena ganó las cuatro diputaciones federales que estaban en juego y ocho de los 11 municipios que conforman la entidad. El PAN retuvo sólo dos (Solidaridad e Isla Mujeres) y el PRI, desdibujado, apenas uno: Bacalar.

Los quintanarroenses tienen dos opciones en estas elecciones: coronar el cambio con la gubernatura, de la mano de Mara Lezama, candidata de la coalición Juntos Hacemos Historia (Morena, PT, PV, Fuerza por México) o elegir los mismos partidos que ya han estado al frente del estado. Desde luego no será una tarea fácil, ya que la oposición hará todo por aferrarse al poder.

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Ahí está la ex priista Laura Fernández Piña, ahora candidata del PAN-PRD, quien tiene un oscuro pasado de corrupción y endeudamiento en tiempos de Roberto Borge. O Leslie Hendricks, hija del exgobernador Joaquín Hendricks (1999-2005), quien compite por el PRI. También, José Luis Pech, de Movimiento Ciudadano, y Nivardo Mena Villanueva, de Movimiento Auténtico Social.