El Tren Maya es uno de los grandes retos de la 4T y probablemente el que mejor ejemplifique la lucha de este movimiento: lo que quieren las comunidades para obtener algo de desarrollo social, contra lo que dicen los “expertos”. Es el problemático Tramo 5, que se proyecta de Cancún a Tulum, el que podría ocasionar retrasos en la inauguración de la magna obra, que tiene programada su entrega para diciembre de 2023.
El logro de infraestructura que pretende ser un detonante para la economía de cinco estados del sureste de México, que han tenido crecimiento nulo en los últimos 40 años, puede ser demorado para dar un golpe político al presidente Andrés Manuel López Obrador. Los opositores van desde organizaciones que se respaldan por personajes de la farándula y asociaciones nacionales e internacionales, hasta académicos de la UNAM.
De un lado están los que pintan el Tramo 5 como una catástrofe ecológica. Al escuchar sus argumentos, parecería que el tramo, que abarca sólo 110.1 kilómetros, fuera equivalente a si un buque petrolero estuviera derramando millones de toneladas de crudo sobre la costa.
Activistas de Greenpeace incluso se encadenaron a la maquinaria y clausuraron el 28 de marzo el polémico tramo; claro, no sin antes poner una gigantesca lona para que una fotografía aérea condene en las redes sociales los trabajos “ecocidas” del gobierno populista.
Lo que se busca es detener el proyecto por medio de la desaprobación mediática y con fines claramente políticos y económicos de ciertos grupos empresariales, no importando la opinión de los mismísimos pobladores de esas deprimidas regiones del sur de México.
“Nos preocupa que no exista una Manifestación de Impacto Ambiental, lo cual, además de incurrir en un acto ilegal, está dando paso a daños irreversibles en el ecosistema. Esta ruta, tal como está planeada, fragmentará, deforestará, contaminará y pondrá en riesgo aún más a la selva, a los ríos y a las comunidades”, dijo Aleira Lara, directora de Campañas de Greenpeace México.
Y es precisamente el punto: una denominada experta, de una organización internacional, famosa por ser un ariete de causas políticas, diciéndole a comunidades enteras de ejidatarios, que fueron consultados y que han manifestado su acuerdo legal con los trabajos, lo que les conviene. Llama a detener una obra que será vital para una región que históricamente se ha encontrado en crisis económica.
Dos posturas, un guion
Basta condenar la obra por medio de la voz de personas famosas como Eugenio Derbez, Rubén Albarrán, Kate del Castillo, Omar Chaparro, Natalia Lafourcade, Saúl Hernández, Ana Claudia Talancón, Bárbara Mori y otros, darles un guion, y desestimar la opinión de quienes viven en esa zona de Quintana Roo.
No importa entonces que se hayan establecido consultas con las comunidades indígenas de 118 municipios en los cinco estados (Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo) del trazado del Tren Maya. Una consulta en que participaron 78 comunidades, con 15 asambleas informativas y 15 consultivas, integradas por múltiples etnias de la región.
O que se haya realizado otra encuesta con 100 mil ciudadanos, de los cuales un 92.3 por ciento manifestó estar de acuerdo con las obras. O que incluso la obra, como proyecto de desarrollo regional, implique disminuir 392 mil toneladas de dióxido de carbono en la atmósfera para 2030. O que se hayan generado ya 108 mil 495 empleos y se estime llegar a más de un millón cuando la obra se termine.
Es una guerra de declaraciones, porque ante los argumentos del gobierno, de que se realizaron consultas, Ana Esther Ceceña, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, declara que cuando se realizaron éstas, las comunidades no conocían el proyecto ni sus consecuencias reales. Respecto a la generación de empleos, afirma que son precarios, “y que disminuyen la calidad de vida de la gente”. A pesar de todo, los trabajos no se pararán, han dicho las autoridades.
Riesgos contra beneficios
Para los personajes mediáticos sólo basta que una organización les diga que 30 kilómetros de selva han sido impactados, para que se lancen a detener una obra que ayudaría al sureste, al que por décadas se concibió sólo como una mina de recursos para los estados “ricos” del norte. Olvidan que toda obra de este calado genera problemas ambientales.
Lo que se evalúa es que las afectaciones no superen los beneficios obtenidos por las obras. Además, han expresado diversos especialistas, se pone en la balanza si es lícito abandonar el desarrollo humano en favor de la conservación ecológica.
El gobierno afirma que se sembrarán 448 mil hectáreas, con 492 millones de árboles, más otros 800 mil, que serán sembrados por donde pasan las vías, en los cinco estados que atraviesa el tren. En lugar de ello, la Asamblea de Defensores del Territorio Maya, Múuch’ Xíinbal, que ha interpuesto amparos contra los Tramos 1, 2 y 3, asegura que “la flora y la fauna de la Península de Yucatán están en riesgo”.
El gobierno federal puso en marcha una contra campaña para defender el Tren Maya, en donde ejidatarios defienden el proyecto y aclaran que no se dañarán cenotes en la zona de Tulum y que no habrá un ecocidio, como dicen en su video los famosos. “El mundo de los artistas es diferente; ellos critican sin saber que nosotros, los pobres, los campesinos, vamos a obtener beneficios de los proyectos del gobierno”, expresa Tiburcio Kumul del ejido Jacinto Pat, en un video.
De acuerdo con datos proporcionados por la Semarnat, el recorrido del Tren albergará 260 pasos de fauna, el rescate de especies de flora, con 175 unidades de conservación de vida silvestre, llevada a cabo por 105 especialistas; además de que se ampliarán áreas naturales protegidas, sin contar tres parques ecológicos de 18 mil hectáreas.
Según un comunicado dado a conocer el domingo 24 de abril, con el Tramo 5 “no se afectarán cenotes, ni ríos subterráneos. Serán impactadas 300 hectáreas de acahual y se tiene un plan de siembra de tres árboles por cada uno removido”.
Y, sin embargo, uno de los señalados por López Obrador como uno de los “seudoambientalistas” más vociferantes, Eugenio Derbez, quien por cierto fue el primer famoso en cancelar el diálogo, no tuvo empacho en inaugurar un hotel en Xcaret, empresa turística que sí ha afectado cenotes y ríos. “¿En qué quedamos? Hay un doble rasero”, atizó López Obrador en su conferencia matutina.