La zarandeada que le puso el fin de semana pasado Donald Trump a López Obrador, no puede entenderse sin la operación de Marcelo Ebrard Casaubón. El expresidente de los Estados Unidos calificó a López como “socialista”. Y dijo que lo amenazó para militarizar la frontera con 21 mil militares de la Guardia Nacional y contener el flujo migratorio.
Para rematar con un “nunca he visto a nadie doblarse así”, nuestro Presidente no estuvo a la altura para ofrecer una respuesta y la Cancillería ni una nota diplomática al respecto. Apostaron por el silencio o “Él es así”, refiriéndose al republicano.
La anterior columna de Arturo Suárez: Debanhi, cientos de desapariciones y la frivolidad de los gobernantes
Las limitaciones de Obrador son grandes y pasan hasta por su nulo manejo del inglés. Por ello, Ebrard le sirve de traductor cuando es necesario. No se puede desdeñar que es uno de los políticos más experimentados con los que cuenta la 4T. Es un apagafuegos y representante de México en el extranjero en esos eventos a los que el presidente no le gusta acudir.
Le entró hasta a la negociación y compra de las vacunas contra la Covid-19. Ha tenido contento a su jefe, pero este no le da la confianza para convertirse en aspirante presidencial, por lo menos no antes que Claudia Sheinbaum.
En julio del año pasado, Marcelo se destapó en una comida que se realizó en el Estado de México. Luego le preguntaron en la mañanera, donde atinó a decir que no eran los tiempos, que sigue trabajando en su encargo.
En este espacio le conté que las declaraciones de Ebrard no le cayeron nada bien al inquilino de Palacio Nacional, menos cuando había pedido cerrar filas y proteger a Claudia Sheinbaum por la desgracia de la Línea 12 del Metro que dejó 27 muertos.
Ese fatídico hecho involucra al mismo Marcelo Ebrard, quien era jefe de Gobierno cuando se construyó, y que siempre estuvo bajo sospecha de corrupción. ¡Cómo estaría la cosa que se autoexilió en Francia varios años!
Distintos factores le brindan la oportunidad a Ebrard Casaubón de fortalecer su figura, entre ellos la caída de Claudia Sheinbaum, quien a pesar de las giras por otros estados no conecta con la ciudadanía.
Además de los pésimos resultados que le entregó al Presidente en aquello de la Revocación de Mandato, siendo la Ciudad de México una de las entidades que menos participación tuvo, con un millón 502 mil 531 votos, que en porcentaje representan un 19.74 % de la lista nominal.
Siguiendo el pragmatismo de López, Sheinbaum Pardo se tambalea ante figuras como Adán Augusto y Marcelo Ebrard, mientras que a Ricardo Monreal ni lo nombran en Palacio.
Por eso los personeros del canciller se pasean por San Lázaro y el Senado de la República; buscan acuerdos y formas de trabajo; se hacen desayunos y comidas para presentar el proyecto. Hay reuniones hasta con periodistas de esos que no le caen bien a la 4T. Me dicen que Manuel Mondragón y Kalb es uno de los más activos y se encuentra en franca campaña para promover a quien fuera su jefe.
Otros a los que no les tocó un buen “hueso” con López Obrador, a pesar del trabajo realizado, es a Yeidckol Polevnsky, quien se ve entusiasmada con Ebrard y mueve a su grupo para que lo apoyen.
Marcelo Ebrard seguirá los pasos de Claudia Sheinbaum: se va de gira por los estados, sobre todo visitará los que tendrán elección en unas semanas; lo veremos con una nueva imagen y más activo.
López Obrador, como el viejo priista que lleva dentro, será el que tome la determinación del candidato de Morena. Será la restauración del dedazo como en los tiempos más rancios del PRI.
Marcelo ha sido obediente y le aguanta sus regaños y desplantes, pero eso no le alcanza en aquello de la candidatura, si no es Claudia, entonces será otro tabasqueño antes que Ebrard… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.