Sentados en un barril de pólvora

Sentados en un barril de pólvora

Aquí lo he dicho, la titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Rosario Piedra Ibarra, es una vergüenza para la institución y para la ciudadanía que debería ser defendida.

Por el contrario, se ha vuelto una más de las porristas de López Obrador y de la 4T. No hace su trabajo porque no quiere convertirse en una molestia para quien la colocó en el cargo, más cuando ella fue víctima. Ahora es omisa y se manifiesta únicamente en casos en los que sus correligionarios pueden sacar raja política. Eso sí, desde Palacio mientan todos los días que vivimos en un Estado de derecho con una administración humanista.

La anterior columna de Arturo Suárez: Adoctrinamiento morenista

Ese discurso de los superiores morales, los mismos que pregonaban valores con su Cartilla Moral de la que se imprimieron miles, se les cae a pedazos. El ataque a los comunicadores por parte del presidente de la República es constante. Hay una estigmatización real y un “fusilamiento virtual”, como lo ha expresado Anabel Hernández.

Van diez periodistas asesinados en lo que va del año y 34 en el sexenio. En ningún caso la CNDH se pronunció puntualmente, ni una recomendación para quienes tienen que investigar. Esa comisión se volvió otro “elefante reumático”.

El ejercicio de las mañaneras lo han transformado en un espectáculo grotesco donde el Pejelagarto destruye reputaciones con ligereza y da a conocer información que compete al ámbito de lo privado.

Que conste que no es derecho de réplica, sino rabia por las publicaciones de Carlos Loret de Mola y LatinUS, pero ninguna le han desmentido, menos la señora Vilchis en su sección, otra deformación del vocero Jesús Ramírez Cuevas en las que se inscriben al monigote del moñito, al falso “pirata”, y a los que se dicen incorruptibles y hacen filas para cobrar sus facturas en dependencias gubernamentales.

El asunto es grave porque hay violencia verbal, azuzan a sus seguidores. Bueno, a López Obrador ya se le olvidó que Carmen Aristegui le abría espacio cuando se decía que había un cerco informativo en su contra, ya la llama hasta “simuladora”.

La anterior columna de Arturo Suárez: El alfil de López Obrador

Pero el veneno inyectado por parte de Andrés Manuel López Obrador, la polarización, puede ser un barril de pólvora en el que estemos sentados. El caso de Héctor Suárez Gomís y Vicente Serrano debe tomarse como una llamada de atención. Cuidado con los violentos y cuidado con las provocaciones.

Ahí la CNDH lamentó que le rompieran los lentes a Serrano y que quede claro, ¡no a la violencia!, pero… ¿qué tiene que pasar para que ese organismo haga su trabajo? ¿Qué casos sí y cuáles no son condenables o dignos de una recomendación?

La semana pasada asesinaron a Luis Enrique Ramírez, periodista de Sinaloa. Igual que en casos anteriores, la CNDH no lanzó ni un comunicado para condenar los hechos. Lo mismo que en los otros casos, silencio, pero esa ha sido la constante para la desaparición de mujeres, aunque claro la instrucción viene de Palacio, nada que le pegue a la imagen de López o los que buscan la presidencia.

Como serán de frívolos, que exhibieron los tuits de Jesús Ramírez Cuevas para condenar los hechos, que son un machote al que sólo le cambian el nombre. ¿Estos son los humanistas?

La violencia que se vive en México sólo es comparable con lo peligroso que es ejercer el periodismo en Ucrania con la ocupación militar de Rusia. Desde que llegó la 4T al gobierno, la cifra de comunicadores asesinados va en 154, por encima de la guerra contra el narco que inició Felipe Calderón y del sexenio de la corrupción de Enrique Peña Nieto.

Pero como dice mi presidente López, hay que serenarse, hay ser cuidadosos porque algunos se están frotando las manos con la posibilidad de martirizarse, de usar a las instituciones para justificar la intolerancia y las provocaciones. Este no es el país que imaginé con López Obrador, que cada día que pasa se hace pequeño y crece su intolerancia, igual que la de sus seguidores… pero mejor ahí la dejamos.

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Hasta la próxima.