Aquí se lo he dicho y el comportamiento de López Obrador lo confirma: el Presidente tiene un gran rencor en contra del árbitro electoral, le sigue doliendo que le negaran la presidencia en 2006, cuando perdió con Felipe Calderón por un estrecho margen y luego en el 2012 con Peña Nieto. En esas ocasiones se dijo robado, víctima de fraude, pero nunca entregó pruebas contundentes, apenas unas cajas con unos cuantos documentos que no sirvieron de nada.
En 2006, instalado en la locura y la rabia de haber perdido, se colocó en su presidencia legítima. Desde ahí patrocinó su interminable campaña, desangraron a gobiernos municipales y el de Ciudad de México. Los legisladores le daban su diezmo y ahora se espantan porque eso quedó plasmado en el libro El Rey del Cash.
Para muestra, Delfina Gómez, Eva Cadena, René Bejarano, Pío y Martín López Obrador, aunque claro, eran aportaciones para su movimiento. Luego pronunció aquella frase que nos mostró que realmente era un intolerante: “Que se vayan al diablo con sus instituciones”. En ese momento, varios de quienes lo apoyaron tomaron distancia.
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Esa ha sido la historia de López, no le gusta perder. Ya entrados en el ocaso de su administración y sin logros reales, no le queda otra más que asegurar la continuidad de su partido tomando al árbitro y a los tribunales electorales. Por ello le urge su reforma y de no pasar buscará su plan B, que incluso el día de hoy estará enviando a la Cámara de Diputados, y que nadie mira con buenos ojos.
Los de su partido saben que se trata de torcer la Ley, esa que no les gusta cumplir, y que aplican para los de enfrente. Por si fuera poco, ante el panorama de negativas en el legislativo, los morenos echarán a andar de nuevo la maquinaria para perseguir, así vuelven las amenazas contra “Alito” Moreno. Total, para eso tienen las instituciones y a personajes como Layda Sansores, más sus cabilderos, encabezados por el mismo secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
Hay enojo en Palacio Nacional porque el INE ordenó a Claudia Sheinbaum que se deslindara de las bardas y lonas que promueven su imagen. Sheinbaum Pardo no quiso confrontarse con los consejeros y no le quedó más que acatar la resolución.
De por sí su posible candidatura pende de un hilo y con López Obrador no hay nada seguro. Está estancada en las encuestas con su 42 % de aprobación, debido a que su imagen no conecta con la ciudadanía. Haber perdido nueve de las 16 alcaldías en 2021 y la marcha del domingo 13 de noviembre en que la oposición mostró el músculo, le pueden arrebatar la capital.
Como en otras ocasiones, quien sí arremetió contra consejeros y el INE fue su mentor. Volvió a sacar las garras y el discurso relativista; los acusó de actitud antidemocrática y llamó a la gente en una amenaza velada para seguir dividiendo. Puntualizó que se limpiará de corrupción, esa que no se terminó por decreto y que su ejemplo no alcanzó, pero ahí tiene muy juntito al orquestador de la caída del sistema en 1988 cuando Salinas llegó a la presidencia bajo la sospecha de corrupción contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
Así vamos en la carrera rumbo a la sucesión presidencial, pero antes la escala será en unos días cuando se vote la Reforma Electoral y no pase. Eso va a indigestar a López, se va a poner más radical, porque insisto, no va a permitir que alguien más, que no sea de su partido, llegue a la presidencia, porque el tiradero es descomunal y necesita alguien que le cuide la espalda como él lo hizo con Peña Nieto… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
El 7 de julio de este año, la secretaria de Energía Rocío Nahle aseguraba que, en este diciembre, la refinería de Dos Bocas estaría entregando su primer barril de petróleo. Ahora la promesa es que será en 2023. Sus palabras se disuelven como los aplausos que según le brindaron en la OPEP.
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Hasta la próxima.