Aquí se lo dije hace tres años: conforme pasara el tiempo y las cosas no le salieran, el presidente Andrés Manuel López Obrador se iba a radicalizar. Desafortunadamente así fue y en esas vamos.
Se ha peleado con todos los sectores de la vida pública que han osado señalar sus errores o mostrar inconformidad, lo mismo con científicos e intelectuales que con la clase media a la que le ha dicho de todo. Con los ecologistas, padres de niños con cáncer, madres buscadoras, periodistas e incluso pasa por encima de los otros poderes. La peor noticia es que se viene lo peor.
Todo esto en un contexto de violencia ya que no ha pacificado al país y no lo va a lograr, porque no hay una verdadera estrategia más que la saliva. La 4T ya rebasó las tétricas cifras de Felipe Calderón, con 120 mil 463 muertos, y en aquellos tiempos hasta un “violentómetro” se le ponía en los medios de comunicación.
Con Peña Nieto se contabilizaron 156 mil 437 asesinatos; su estrategia fue sólo de comunicación: hablar lo menos posible del tema. Con López Obrador se albergaba esperanza, un giro de timón, pero pronto descubrimos que la intención no era detener narcotraficantes sino apapacharlos. Ahí están las consecuencias: 155 mil 27 homicidios y faltan 15 meses de esta administración. Pero seamos claros, el que llegue tendrá un trabajo titánico y quizás tampoco pueda o quiera resolver el problema, esa es nuestra realidad.
Ahí quedan los llamados de atención, como los del exembajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, quien criticó la «pasividad» con que López Obrador maneja la política de seguridad ante los cárteles de la droga, de quienes aseguró que el 40% del territorio mexicano está controlado por ellos.
También quedan como testimonios las alertas para que sus turistas se abstengan de visitar algunos estados de México. Las denuncias internacionales por el asesinato de 63 periodistas en el sexenio. Las recomendaciones para que el presidente deje de estigmatizar a periodistas, activistas y defensores de Derechos Humanos. Claro que estas denuncias son llamadas a misa que el presidente no escucha o simplemente desestima desde su púlpito matutino y que sus gobernadores replican en sus entidades.
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Si algo le duele a López Obrador es el orgullo. A estas alturas de su gobierno todos deberíamos de estar tendidos a sus pies y comiendo de la mano del caudillo porque el Estado es él, la Justicia, el Legislativo y el Judicial. Pero la realidad no es así y por eso arrodilló al Legislativo, que le pasaron todas sus iniciativas, algunas sin leerlas como en el viernes negro, y otras sin cambiar una coma. Por eso en la Suprema Corte de Justicia de la Nación se las echaron para abajo.
Claro que hizo su esfuerzo para apoderarse de la Corte con la imposición de la ministra plagiaria Yasmín Esquivel, a quien defiende a capa y espada. Al final el sentido común se impuso con Norma Piña, que ha sido víctima de una campaña de odio que se orquestó desde los sótanos del edificio contiguo.
Las últimas semanas han sido de intensos ataques contra la SCJN y su presidenta. Afortunadamente quedan documentadas las agresiones, mentadas de madre y hasta los féretros con imágenes de los ministros en claras amenazas.
Por ello no es poca cosa que la ciudadanía saliera a marchar en defensa de la Corte, Norma Piña, quien recientemente recibió el Premio de Derechos Humanos en Marruecos. Lo mejor que pudo hacer el presidente fue burlarse y decir que esos se hacen en Santo Domingo. ¡Qué bien sabe el presidente!
También fue reconocida la periodista Carmen Aristegui con el premio Héroe Mundial de la Libertad de Prensa 2023. En su turno al micrófono endureció el discurso en contra de las actitudes de López Obrador para con los periodistas. Seguramente en Palacio Nacional tampoco le gustaron las palabras de una de las personas que más espacio le dio en los medios cuando sufría un cerco informativo. Ahora la llama conservadora; así la ingratitud del tabasqueño.
Esos premios a nivel internacional, tanto para Norma Piña como para Carmen Aristegui, ponen en la palestra mundial lo que está sucediendo en el país, violencia y atropellos contra los poderes de la República por parte del que se dice humanista… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.