Parece defensa de mafiosos

Parece defensa de mafiosos

Aquí se lo dije. Me explico: hace varios meses escribí una columna sobre las estrategias usadas por los dictadores del continente y hablaba de aquel video que está en las redes sociales, en donde se hace un comparativo de frases hechas. Ahí aparece Fidel Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Pedro Castillo y Andrés Manuel López Obrador.

Se les escucha hablar de vender aviones, del “primero los pobres”, del humanismo, de los privilegios de los gobiernos anteriores, todo en el marco de un país polarizado, con esperanza de que llegue el desarrollo, mejores oportunidades, pero al paso del tiempo pura demagogia empobrecedora. Basta con revisar los índices de pobreza de estas naciones.

La pelea constante con diferentes sectores es parte de la forma de gobernar. Ante la falta de resultados, se inventan enemigos a cada paso que dan y culpan al pasado de los fracasos. Así han sido los casi cinco años de gobierno de López Obrador.

Hoy se encuentra en el ocaso de su mandato, cuestionado por sus obras que no se terminan y que tienen sobrecostos, por la violencia que ha dejado más de 45 masacres, por los 151 mil 836 muertos, por el 6.9% de inflación y generación de por lo menos dos millones más de pobres.

Seguramente el presidente siente desesperación. Si hubiera un manual de “El buen dictador bananero” éste diría que hay que confrontarse con un enemigo más grande y luego victimizarse, de preferencia hacia el norte del continente.

No me equivoqué, ese día llegó, y López Obrador ya se confrontó directamente con Estados Unidos. En su cabeza existe la posibilidad de que el ejército de aquel país pueda venir a realizar capturas de narcotraficantes. Obviamente para eso tendrían que declararse como terroristas y no todos están de acuerdo del otro lado de la frontera.

Pero para López Obrador es la oportunidad perfecta de sacar su discurso de un falso nacionalismo y luego vender la idea de que fue él y su 4T quienes salvaron al país hasta de una invasión como la de 1846.

Nadie en sus cinco sentidos puede apoyar una incursión armada y debe ser condenada, no importa de qué color sea el gobernante. Se debe hacer valer el derecho internacional, no a la injerencia extranjera. Seamos serios, lo que hace López Obrador es un claro acto de politiquería de esa que tanto le gusta. Patalear para que lo volteen a ver, desviar las miradas de lo que pasa en México.

Pero mucho cuidado, porque parece una defensa desde la misma presidencia de la república para los narcotraficantes que, de este lado de la frontera, son apapachados con aquello de abrazos y no balazos. Una mala combinación con la doble moral del país más consumidor del mundo.

Aquello de nombrar una y otra vez que “tienen otros datos” y hacer malabares en las mañaneras para insistir que los índices de violencia están descendiendo, no pasa la prueba de la evidencia. Seguimos con territorios tomados por el narcotráfico y este ya es el sexenio más violento.

Habrá que sumar el golpe que la SCJN le dio a López Obrador para que la Guardia Nacional no sea parte de las Fuerzas Armadas y que se quede con un mando “civil”, aunque ya dijo el presidente que no lo va acatar y está buscando la forma de darle vuelta a la ley. La militarización no ha funcionado, al menos hasta hoy no hay evidencia, igual que con los programas sociales.

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Es claro que el fracaso en el tema de seguridad y la no pacificación del país está siendo utilizado por los republicanos como tema de campaña y exaltan la posible relación entre el gobierno y los narcotraficantes.

Los mexicanos tenemos una alta sensibilidad por el nacionalismo y López Obrador lo sabe. Ahora quiere recuperar su capital político apelando a ello, pero que no se olvide que López Obrador y Marcelo Ebrard fueron quienes convirtieron a la Guardia Nacional en extensión de la Migra, los que fueron comparsas y se doblaron en Washington ante Trump. ¿Lo de López es politiquería barata? ¿O de verdad defensa al narco?… pero mejor ahí la dejamos.

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Hasta la próxima.