Apóstol del oportunismo

Apóstol del oportunismo

En el 2006 conocí al padre Alejandro Solalinde y tuvimos la posibilidad de hablar en varias ocasiones sobre migración en el programa que conducía en la 1440. Nos hablaba del trabajo que hacía en el albergue “Hermanos en el Camino” con el que buscaba mitigar el dolor de aquellos que quieren llegar a Estados Unidos.

El padre era un crítico severo sobre las políticas migratorias de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Varias veces fue en contra de las decisiones del mismo clero porque no guardaba silencio ante los atropellos. Los medios lo buscaban para hacer contraste. Se volvió un personaje incómodo para quien ocupaba la Presidencia de la República y se cargó políticamente del lado del movimiento de López Obrador.

A Peña Nieto se le terminó el sexenio con los terribles hechos de Iguala, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. El gobierno se tardó en reaccionar y las investigaciones siempre estuvieron puestas bajo la duda de una invención en los escritorios del más alto nivel, sobre todo con aquello de la “verdad histórica” que construyó Jesús Murillo Karam, quien ahora se encuentra en prisión y con un estado de salud muy deteriorado.

Cuando todo era incertidumbre y la gente protestaba por la corrupción imperante de Peña Nieto y sus escándalos, las Reformas Estructurales del Estado y los desaparecidos, Alejandro Solalinde asestó tremendo golpe al gobierno de Peña Nieto. Los desnudó con la terrible información de que los estudiantes de la normal Isidro Burgos fueron quemados, algunos vivos.

Expuso que los llevaron a un lugar donde los hicieron caminar. Había varias fosas. Los colocaron, fueron poniendo leños, madera, tablas. Luego les echaron diésel y los quemaron. Se reservó sus fuentes, pero dijo que la Secretaría de Gobernación sabía con quién había hablado.

Por lo anterior se soltaron las imparables críticas nacionales e internacionales (y qué bueno) al gobierno de Peña Nieto. Exigieron renuncias y con eso el titular del Ejecutivo se refugió en Los Pinos esperando los tiempos de la sucesión. Para la opinión pública fue un crimen de Estado.

En paralelo, otro personaje que aprovechó la ocasión fue el creador de narcoseries, el productor Epigmenio Ibarra, quien pasaba lista con los nombres de los desaparecidos, y qué bueno, porque era una forma de mantener presente algo que marcó la historia reciente de México.

Otros sacaron raja política para hacer campaña. Curiosamente quienes hoy piden no lucrar con la tragedia, como la ocurrida en Ciudad Juárez y sus 40 migrantes, muertos en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración. La folclórica Layda Sansores utilizó un vestido con las fotografías de los 42 normalistas; le pareció una bonita puntada en su fatídico humor.

Cómo cambian las cosas. Dice López Obrador: fuera máscaras, y nos dejaron ver el rostro de la incongruencia. Engañaron porque parecían hechos de una sola pieza cuando criticaban al PAN y al PRI y luego se derrumbaron ante su ídolo. Sucumbieron y traicionaron hasta a sus creencias religiosas. Hoy son un remedo que justifica cualquier cosa que salga del Palacio Nacional. ¿Cómo estarán de nublados que Solalinde ve en López “rasgos de santidad”?

Alejandro Solalinde justifica la política migratoria que implantó Estados Unidos en la frontera del Suchiate. Ni una sola palabra en aquello de que la Guardia Nacional se convirtiera en extensión de la Migra y que corretea migrantes. Ni una palabra sobre las pésimas instalaciones de las delegaciones del INM como en Ciudad Juárez, que son centros de detención.

Ni una mención para Marcelo Ebrard ni Adán Augusto López, menos para Francisco Garduño. Lo mejor que pudo hacer el fanático religioso y no por lo católico sino por “lopezobradorista” que se asemeja a Cristo, fue culpar al pasado, a Zedillo, Fox, Calderón y García Luna, Peña Nieto. Exoneró a los del presente como si no tuvieran responsabilidad.

Todavía se aventó la puntada de señalar que para evita más casos así, como el de Chihuahua, se creará la Coordinación Nacional de Asuntos Migratorios y Extranjería. La iglesia ya se pronunció en contra de dicho plan considerando que sólo es una “cortina de humo”.

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Alejandro Solalinde, a 17 meses de que López Obrador termine su sexenio, va a trabajar para poner orden en la parte migratoria. Demasiado tarde y, como en otros frentes, ya no van a poder hacer nada. Desafortunadamente las tragedias van a continuar. Solalinde hoy está para una serie de Epigmenio Ibarra, es digno personaje de una película de Luis Estrada. Hoy sólo le quema incienso a su patrón y que conste que no es el de arriba, sino el de Palacio.

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Hasta la próxima.