Nos lleva entre las patas

Nos lleva entre las patas

Aquí se lo dije, el veneno que sale de Palacio Nacional en contra de periodistas, activistas, ambientalistas, defensores de derechos humanos y sociedad civil iba a generar consecuencias graves. Desafortunadamente ha ocurrido sistemáticamente: México sigue siendo el país más peligroso para ejercer el periodismo en el mundo, por encima de países como Ucrania que se encuentra en guerra.

Aquí han sido asesinados 12 en lo que va del año y 35 en el actual sexenio en que López Obrador afirma que no se violenta y no estigmatiza y, en cambio, se garantiza la libertad de expresión. Falso.

Ahora que ocurrió el desafortunado atentado en contra de Ciro Gómez Leyva, la jauría de bots y los “comunicadores” que comen de la mano de Jesús Ramírez Cuevas han iniciado una feroz campaña contra reporteros.

Los que todavía conservan dos dedos de frente se pronunciaron en contra, pero luego le entraron al mandato de los propagandistas y férreos defensores de López Obrador (que claro que él no tuvo nada que ver). Recuerdo a varios de los que hoy defienden al régimen, marchar por las calles exigiendo justicia en tiempos de Calderón y de Peña Nieto, cuando había un caído o atentados. Hoy son una baba, una caricatura, y arrastran el honor al convertirse en jilguerillos del régimen.

Pregunta el periódico La Jornada en Rayuela: “¿Y a quién beneficia un atentado en contra del periodista?”. Las respuestas pueden ser varias, pero al que no favorece es a una administración incómoda y que estigmatiza a la prensa.

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Aunque para sus afines hay premios como a La Jornada, que dirige la comadre del Presidente y que han recibido 771 millones de publicidad. Y qué decir de que a ellos se les otorgó Notimex para que la operaran y hoy consume a los trabajadores una huelga de más de mil días. Un conflicto en el que López ha pedido que se llegue a un acuerdo, pero simplemente no hay disposición de la directora.

Otros personajes de mucho intelecto y que se jactan de sus raíces, de esos que ven a todos por encima del hombro y que han encontrado en el propagandismo su forma de vida, preguntan de manera infame: “¿Por qué Ciro Gómez Leyva trae camioneta blindada?”. Por lo menos así lo dijo Alfredo Jalife-Rahme.

Si ellos son poseedores de la verdad o tienen pruebas de corrupción contra él y otros periodistas, se han tardado en presentar las denuncias correspondientes para que la justicia vaya por ellos, de lo contrario son unos simples calumniadores.

De igual forma se deberían preguntar por qué el inquilino de Palacio Nacional dejó el Jetta y ahora se traslada en una Suburban blindada. Las pruebas circulan en videos a través de redes sociales. ¿Acaso el pueblo bueno no lo defiende? Además, los vehículos del gobierno se pagan con los impuestos de los mexicanos y el de los periodistas como Gómez Leyva con dinero particular.

Lo mismo se preguntó Noroña: “¿Por qué tiene un auto con blindaje?”. Si no hubiera sido por ello el periodista estaría muerto. Ojalá todos tuviéramos camionetas blindadas y escoltas, pero sería mucho mejor que el actual régimen garantizara la libertad de expresión, la de manifestación, y brindara seguridad para todos los mexicanos, no sólo para periodistas o activistas.

Ante la falta de resultados, se echa a andar la maquinaria para acallar todo aquello que incomode al inquilino de Palacio Nacional, que ya acusa desesperación porque nada le sale bien y no debemos alegrarnos porque nos lleva entre las patas.

Aquí lo he dicho, el clima de polaridad, que no es nuevo y que se agudizó con la llegada de la 4T, puede ser muy peligroso. En ambos bandos hay intolerantes e imbéciles que piensan que eliminando a alguien se puede hacer un favor. Para que un llamado de tolerancia funcione debería venir del presidente de la República, que muestre su devaluada autoridad moral, aunque ya sabemos que no lo hará. Le gana el rencor contra quienes, según él, le robaron la presidencia en 2006 y luego en 2012.

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Que quede claro, tampoco se debe culpar en lo particular del atentado a Andrés Manuel López Obrador, pero es momento de parar al discurso estigmatizante y contra los periodistas que hace el presidente, no cualquier hijo de vecino… pero mejor ahí la dejamos.

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Hasta la próxima.