Por más que la realidad se quiera maquillar, para así usar un discurso triunfalista, como ocurre todos los días en la conferencia mañanera, eso simplemente no es posible.
La realidad nos rebasa y nos abofetea con cifras espeluznantes de muertos, más de 21 mil desaparecidos y 36 mil 272 desplazados.
La administración de Andrés Manuel López Obrador es un fracaso en la estrategia de seguridad, ya no se va pacificar el país como lo prometió en el 2018 y sus programas sociales, que según iban al origen del problema para arrancar a los jóvenes de las garras del crimen organizado, están dedicados a sus clientelas o sumidos en la corrupción.
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Eso sí, la desesperación le va llegando de a poco al presidente que enfurece ante las críticas de sus malos resultados, como los que ha presentado Rosa Icela Rodríguez, que como he dicho no cumple el perfil para ocupar la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
El cuento aquel de que sólo era necesario la honestidad y el ejemplo moral de López quedó rebasado. Hay lugares en donde la Guardia Nacional ni siquiera entra porque los corren de manera humillante, aunque desde Palacio Nacional todo justifican y la ciudadanía sigue en el fuego cruzado: van 121 mil 967 asesinatos en la administración de la 4T.
Como dice el tabasqueño, que la historia va a poner a cada quien en su lugar, el juicio para él será exprés y no estará junto a sus héroes independentistas, sino junto a los neoliberales Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, que tanto odia.
Ahí están las pruebas del crecimiento económico, el déficit en empleos, la inflación de 7.58 %, el incremento en los precios de los energéticos y la canasta básica, sus obras que no operarán ni verán su máximo nivel de operación hasta después de 2024.
Pero, sobre todo, el país seguirá convulsionado con territorios perdidos, con la operación del narcotráfico y la incapacidad del gobierno; así va a entregar al país a su sucesor.
Aunque además con la agravante de continuar con la militarización del país, pero al mismo tiempo amarrados para no actuar como Fuerzas Armadas por un falso e hipócrita humanismo que busca proteger la vida de los delincuentes que no se tocan el corazón para descabezar familias, incrementar huérfanos y viudas.
Al Ejército los empoderó como nunca, los volvió empresarios de la construcción y administradores del AIFA, metió las manos para cuidar al general Salvador Cienfuegos, pero eso sí, no tolera las críticas sobre la liberación de Ovidio Guzmán López, el saludo a la mamá de “El Chapo” Guzmán; incluso a López Obrador le molesta que lo nombren así.
En la gira del fin de semana pasado tres reporteros fueron detenidos en un retén y fueron interrogados por hombres armados muy cerca de Badiraguato, la tierra natal de Guzmán Loera. Afortunadamente no pasó nada y pudieron preguntar al presidente López.
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Este, con su característica sorna, minimizó la situación y dijo que no pasaba nada. Ahí mismo dijo que él no era Felipe Calderón. Habría que decir que la circunstancia lo vuelve cómplice de quien desató la guerra contra el narcotráfico, aunque sea por omisión.
Así se nos acaba el sexenio con un reguero de muertos. Con solamente discursos y paz, seguirá siendo un anhelo inalcanzable; eso sí, a López se le ve muy cómodo transitando los caminos del Triángulo Dorado ¿Por qué será?… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
Los audios del tal «Alito» no dejan de aparecer. Ya viene la elección y el dirigente nacional del PRI se encuentra muy presionado.
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