Lo legal y lo inmoral de la 4T 

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La historia es el progreso
de la conciencia de la libertad.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel

Parece que desde Palacio Nacional estuvieran buscando contrincantes que le den el peso al presidente López Obrador. Están enfrascados en el escándalo de “la casa gris” en Estados Unidos, no saben cómo desprenderse de él. Se va a cumplir un mes que difícilmente van a recuperar. 

En este espacio se lo dije, Carlos Loret y Claudio X. González pusieron contra las cuerdas al tabasqueño, lo arrinconaron y López Obrador se los permitió. Sus reacciones fueron tardías, su equipo de comunicación ni las manos metió, y se resquebrajó el discurso de austeridad y de honestidad que nos recetó por más de 20 años. 

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Aplicando una de sus máximas que pregona el jefe del Ejecutivo, los lujos de su hijo José Ramón López Beltrán pueden ser legales, pero a los ojos de la 4T tendrían que calificarse como inmorales, no tendría que utilizar un doble rasero. 

El recuento de los daños todavía no lo hacen. Aunque las encuestas lo califiquen con alta popularidad y hasta con buena aprobación, difícilmente sigue conservando el afecto de esos 30 millones que lo llevaron a la presidencia. Hay mucho desencanto como sucedió con Vicente Fox y el sexenio del cambio que nunca llegó. 

Insisto, López Obrador nunca será un dictador porque no le alcanza para eso y qué bueno. México nunca será como Venezuela, pero eso no implica que se puedan utilizar tácticas similares para desviar la atención.

Una de esas tácticas, y que conste que está documentado, es la búsqueda de un enemigo mayor y ese villano favorito se llama Estados Unidos, que no se puede negar su intervencionismo ni tampoco su papel de policía del mundo. 

Pero… ¿vale la pena pelearse con ellos? ¿Exigir cuentas de a quién patrocinan? ¿Tirar por la borda parte del trabajo de su canciller?

No es un secreto lo limitado que es AMLO en aquello de las relaciones internacionales, no por nada le dejó toda la responsabilidad a Marcelo Ebrard Casaubón, quien seguramente se pone a temblar cada que escucha las declaraciones de su patrón. 

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Ya sucedió con Panamá y la controversia de querer nombrar a Pedro Salmerón como embajador, mientras era señalado de acoso sexual. Con España, y la propuesta de que ofrecieran disculpas por la colonización. Con Austria, por el Penacho de Moctezuma. De nuevo su discurso se debilita. ¿Ya no se aplica aquello de que “la mejor política exterior es la interior”? 

También se olvidó cómo fue a Estados Unidos en plena campaña para apoyar a Donald Trump y su imagen fue utilizada en un spot para los latinos. Se tropezó al reconocer a regañadientes y días después, el triunfo del demócrata Joe Biden. Se molestó por las declaraciones del embajador Christopher Landau, sobre el avance del 40 % del narcotráfico en el país y los territorios perdidos. 

La semana pasada se confrontó con el senador texano Ted Cruz, porque pidió la intervención del presidente de Estados Unidos para detener la violencia contra periodistas.

Hace unos días también hubo respuesta por parte de Antony Blinken, quien se pronunció sobre la violencia, y López reviró que Estados Unidos ha sido “candil de la calle” y que el secretario de Estado se encontraba mal informado, mientras la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que el funcionario “habló con base en los hechos”. 

En lo que va del año van cinco periodistas que han sido asesinados, mientras que Alejandro Encinas acepta que el 90% de los casos de violencia contra comunicadores quedan impunes. Lo mejor que pudieron hacer fue abrir una sección para informar avances en la materia que resulta una verdadera burla. 

Claro que se hablará de intervencionismo, de falta de respeto, se victimizará, o… ¿vamos a escuchar la repetición de esos discursos de los grandes populistas latinos que le reclamaban al imperio yanqui? ¿Qué necesidad?… pero mejor ahí la dejamos.   

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Hasta la próxima.