Hace 22 años, en junio, trataron de matar a Lilly Téllez. El ataque en su contra, en el que resultaron heridos, por arma de fuego, su chofer y dos escoltas, se dio en un contexto de violencia que padecía la Ciudad de México.
Las características del ataque daban cuenta de que no se trató de algo casual, sino planeado, ya que los perpetradores conocían las rutinas de la víctima en sus traslados nocturnos, luego de que salía de su trabajo en Tv Azteca.
La ahora senadora de la República se ocupaba de hacer reportajes puntillosos y documentados sobre el crimen organizado en la capital del país. En la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) no les gustaba que se trataran de esos asuntos.
El procurador Samuel del Villar enfrentó mal la coyuntura e inclusive tuvo pleitos públicos con la periodista Lilly Téllez. Del Villar podía ser explosivo con ciertas historias y problemas.
Como era de esperar, el tema se trató en los medios de comunicación, dándole la importancia debida, por la gravedad del asunto.
Pero, además, un año antes había muerto asesinado el conductor de televisión Paco Stanley. Un sicario lo baleó a la salida del restaurante El Charco de las Ranas en Periférico Sur. Era 7 de junio de 1999 y Stanley tenía un programa matutino en TV Azteca.
Aquello generó una crisis a nivel comunicacional en el Gobierno de la Ciudad de México, porque la televisora reaccionó aireada y con mucha razón.
Inclusive se realizó una cobertura en el lugar de los hechos, donde TV Azteca y Televisa hicieron un trabajo exhaustivo y bastante profesional. Era un homicidio de alto impacto, y ese fue el tratamiento informativo que se le dio.
De ahí en adelante todo empeoró para la PGJDF, porque se detuvo a Mario Bezares y a Paola Durante, quienes colaboraban con la víctima y a quienes se señaló como cómplices del crimen.
La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal hizo un gran trabajo y logró que fueran liberados, cuando se comprobó que el principal acusador había sido torturado y además sus testimonios en no pocas ocasiones resultaban inverosímiles.
La procuraduría quedó muy mal parada, porque su investigación terminó por propiciar impunidad, ya que, al detener inocentes, se dejó en libertar a los verdaderos criminales.
Con esos antecedentes, es muy explicable la preocupación de la empresa en la que trabajaba Lilly Téllez, cuando resultó atacada un año después, el 22 de junio de 2000.
El presidente López Obrador, que cree que todo se relaciona con él, señala que el incidente se utilizó para afectarlo en la campaña que realizaba por la Jefatura de Gobierno.
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Quizá la inseguridad del momento no fuera un aliciente para propiciar el voto por el partido en el poder, que era al que él pertenecía, pero de todas formas ganó la contienda, aunque por un margen bastante estrecho, en la que casi lo alcanza Santiago Creel, el abanderado del PAN.