La belleza de crecer: «La Flor Más Bella»

La belleza de crecer: "La Flor Más Bella"

«La flor más bella» es la más reciente serie mexicana de Netflix y, en muchos sentidos, es mucho más que la típica historia de la llegada de una joven a la mayoría de edad.

La serie de 10 capítulos, creada por Michelle Rodríguez y Fernanda Eguiarte («Amarres») cuenta la historia de Michelle (Esmeralda Soto), una joven de clase media que crece en el distintivo barrio de Xochimilco mientras se dispone a conquistar la preparatoria y su escarpada escala social.

La belleza de crecer: "La Flor Más Bella"

El programa, queda claro desde el principio, es distinto. Está ambientado en México, contado en español y dirigida a cualquiera que alguna vez se haya sentido diferente. La comediante Michelle basa la serie libremente en aspectos de su vida, cuando creció en Xochimilco, como una manera de contrarrestar la imagen que hay en medios acerca de México: guerras contra las drogas, corrupción gubernamental y violencia sin parar, algo que existe, pero que no lo es todo.

El México que se muestra en «La Flor Más Bella» es vibrante, hermoso, diverso y complicado. Parte de esa complicación es el racismo y el clasismo, un tema que el programa no rehúye. De hecho, los antagonistas principales de Mich son un grupo de mexicanos blancos en la escuela, unos «whitexicans» que son los más populares y los bullies: su piel clara les otorga todo tipo de privilegios. Una de ellos también resulta ser la prima de Mich, Brenda (Michelle Olvera), quien la antagoniza sin parar.

Ahora bien, el programa presenta a Brenda como la villana, sí, tiene cuidado de complicar eso. Ella puede ejercer su poder con perturbadora crueldad en la escuela, pero está atrapada en una horrible vida hogareña que la hizo crecer demasiado pronto y de hecho, está celosa de la educación de Mich y su capacidad para amarse a sí misma a pesar de ir en contra los estándares de la sociedad.

Mich no deja que la cosmovisión racista de la escuela la detenga. Con la ayuda de sus amigos que la apoyan, afirma que es Alicia en el país de las maravillas de Xochimilco y sigue así. A veces se frustra, especialmente cuando su novio blanco todavía se niega, después de un año de andar a escondidas, a hacer pública su relación o cuando parece invisible en la escuela, incluso para el director. Pero esta es la historia de Mich, y ella está decidida a ser el personaje central de su vida, sin importar lo que el mundo le depare.

Ella no es una víctima, ni es un personaje que está ahí puramente para el alivio cómico. Tener un personaje así es inspirador y poderoso para aquellos que nunca antes se han sentido representados en la pantalla.

Reconocer que somos fabulosos es algo que no nos enseñan en la escuela y a veces tampoco en casa. Por eso es tan importante que este personaje muestre a todos lo fabulosa que es, para que todos aquellos que se vean reflejados en ella, sepan que no hay nada que incomodar con uno mismo.

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Como estudiante de prepa, Mich está descubriendo quién es ella. Pero ya sea que esté lidiando con cómo otros perciben su cuerpo, su propia sexualidad o la política racial de México, prevalece el amor propio. Ahí es realmente donde el programa encuentra su poder. El mensaje que transmite esta historia es cómo celebrar las diferencias y quién cree que los defectos pueden ser superpoderes. El programa pide a los espectadores que participen en conversaciones complejas sobre raza, clase y sexualidad en la sociedad latinoamericana. En conjunto, estos elementos configuran un nuevo tipo de representación. Uno que tiene el potencial de ser el mejor tipo de revolución.

«La Flor Más Bella», está disponible en Netflix.