El pasado lunes inició la guerra entre los aspirantes a defender la Cuarta Transformación, pero dejémonos de patrañas, los que aspiran a suceder en el cargo a Andrés Manuel López Obrador se encuentran en franca campaña anticipada. Sólo le cambian el nombre al proceso para darle la vuelta a la ley y así puedan recorrer el país con miras a la encuesta que definirá todo frente al habitante de Palacio Nacional, quien dará el veredicto final.
Mientras tanto, dice que no mete las manos, pero mueve los hilos de unos y otros, ahí se siente cómodo, y en eso está entretenido más que en gobernar el más de un año que le falta.
Aquí se lo he dicho, a López Obrador, como buen político formado en el viejo PRI, le gustan esas formas. Le gustan esas viejas liturgias, no por nada lo comparan con José López Portillo y hasta con Luis Echeverría Álvarez, quienes aplicaban el dedazo, perfilaban y modelaban al sucesor directamente y la sociedad lo sabía.
En los sexenios siguientes, cuando la oposición comenzaba a tener un papel en crecimiento y la sociedad ya les criticaba severamente, surgió aquello del tapado. Así pasó con Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, quienes aventaban un señuelo que mantuviera en estado de confort al bueno. Luego venía el destape por las organizaciones priistas para dar inicio a la campaña de quien se convertiría en el próximo presidente, eso añora López Obrador.
En Morena se está jugando algo similar: han montado un show de tres, aunque participen seis, del que saldrá muy probablemente el sucesor del Presidente. El problema para Claudia Sheinbaum es que llegó muy pronto a su techo. Por lo menos en el arranque, hay mediciones que la colocan en segundo lugar y otras con pérdidas en las preferencias. Claro que su trabajo está a la vista y quienes caminamos la Ciudad de México sabemos de qué pie cojea.
Pero Sheinbaum está en el rol de señuelo, recibiendo metralla por parte de sus compañeros y opositores. Ahí está el caso de la Línea 12 del Metro y el documento que recientemente apareció, donde se señala a Marcelo Ebrard como el presunto responsable, además de que supuestamente se advertía del mal funcionamiento que a la postre dejó 27 muertos.
También se le ha criticado severamente por el evento que se construyó con recursos del Gobierno de la Ciudad para despedirse del cargo. Hubo acarreo, tortas y refrescos. Todo su gabinete participó en lo que se puede encuadrar en un acto anticipado de campaña. Pronto habrá un pronunciamiento por parte del INE y las autoridades.
Insisto, la científica está recibiendo metralla, pero se defiende del excanciller. Incluso el golpeteo ya llegó a la mañanera por aquello de una investigación que la UIF habría hecho contra Marcelo Ebrard. El presidente desestimó el tema y hasta apapachó a Marcelo. Seguramente en el equipo de Sheinbaum no les gustó porque pensaban que le darían un buen gancho, pero sólo quedó en un escándalo más de los muchos por los que ha transitado el alumno de Manuel Camacho Solís.
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Así se va calentando el panorama. Aquel video donde Claudia señala con el dedo a Alfonso Durazo y dice que ya está cansada, es muestra de que no cuenta con aliados, mientras que Ricardo Monreal continúa con su acuerdo de ir junto con Ebrard; se bajará en el momento oportuno para buscar la Jefatura de Gobierno.
Adán Augusto construye lo propio y difícilmente jugará con Sheinbaum. Los otros aspirantes no tienen nada que hacer frente al juego que les tocó a sus adversarios, así que se puede convertir en una contienda de todos unidos contra la científica, pero cuidado, porque eso también se puede entender ir en contra de López Obrador… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
Aquello de construir una secretaría de la Cuarta Transformación y que sea Andrés López Beltrán quien la opere es un intento de llevar al hijo del Pejelagarto a sumarse a su campaña. Es como creer que Marcelo de verdad viaja en un bocho, que no es fifí, y que no le gusta el negocio y es austero. Se trata sólo de agradar a su patrón.
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Hasta la próxima.