Desde su debut en 2017 y aunque concluyó con su tercera temporada, ‘Harlots’ (literalmente, ‘Rameras’ o ‘Mujerzuelas’) sigue siendo una de las mejores series de TV en memoria reciente y que Star+ (irónicamente filial de Disney) la haya incorporado a su catálogo, es un auténtico motivo de celebración.
Concebida y realizada aun antes de que se estrenaran ‘The Favourite’ o ‘The Great’ (de la que ya hemos hablado en este espacio), ‘Harlots’ es una serie que consiste de tres temporadas con ocho capítulos cada una; tiene un elenco enorme y magnífico, encabezado por tres formidables actrices: Samantha Morton, Lesley Manville y Liv Tyler, así como tramas intrincadas y salaces que involucran no solo brillantes ideas sobre el empoderamiento femenino en una era en que tal concepto era prácticamente imposible, también ingeniosas puñaladas traperas a gran escala, y un audaz ambiente brillantemente lascivo (amén de escandalosamente divertido).
Pese a esto, es inexplicable el por qué esta serie, que fue alabada por críticos alrededor del mundo (en Francia causó verdadero furor), es más un objeto de culto que el fenómeno televisivo que debía ser por derecho propio.
Ambientada en las sucias y decadentes calles del populoso Londres de la década de 1760, ‘Harlots’ cuenta la historia de prostitutas de todas las posiciones sociales, mientras los burdeles rivales y las «alcahuetas» que los dirigen, compiten no solo para mantenerse en la cima, sino también para mantenerse con vida.
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La trama presenta su conflicto en el enfrentamiento de la poderosa Madame de clientela pudiente, Lydia Quigley (la nominada al Oscar Manville, de ‘Phantom Thread’), quien no solo es una mujer en la cima de un juego que los hombres no saben jugar, no tanto carente de moral sino violentamente opuesta a ésta, que es la enemiga jurada de la astuta, maternal y curiosamente hogareña Margaret Wells (la Morton, una de las mejores actrices de su generación, que fue lo único que brilló en las últimas temporadas de la prácticamente muerta ‘The Walking Dead’) cuyo más modesto burdel comienza a ascender en el ramo del sexoservicio, alarmando a su antigua mentora y actualmente feroz rival.
Francamente, ver a Lesley Manville y Samantha Morton enfrentarse como si fueran Godzilla y Gidorah es una verdadera maravilla para los espectadores, sobre todo porque son bestiales, pero a la vez refinadas y sutiles.
La línea entre el bien y el mal puede parecer claramente trazada: la Sra. Quigley envía a sus ‘pupilas’ a la muerte por dinero y para hacer incursiones en la aristocracia cuyo negocio necesita para sobrevivir, pero en realidad, ¿es muy diferente a Margaret, que vendió las virginidades de sus propias hijas al mejor postor, para mejorar su vida?
Ahora bien, donde Lydia (qué nombre tan romano y revelador) es manipuladora y canalla bajo su maquillaje versallesco, también tiene un punto débil (su hijo bueno para nada, Charley, al que ama/odia), mientras que Margaret les enseña a sus ‘muchachas’ a sobrevivir en un mundo donde sus opciones para lograr algo si no nacían con la proverbial cuchara de plata en la boca, eran tan limitadas que no existían.
Son mujeres que meten a otras al negocio más antiguo del mundo, perversas y de mal corazón, sí, pero también humanas y mucho más sagaces de lo que los hombres creen.
En contraste con estas dos, a la trama central se integran las hijas de Maggie, la sensacional y vivaz Charlotte (Jessica Brown-Findlay de ‘Downton Abbey’) y la conflictiva Lucy (Eloyse Smith), que son causa y efecto de muchas de las tramas.
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El círculo de rameras lo completa la fascinante y aristocrática Lady Isabella Fitzgerald (Liv Tyler, que no necesita presentación), una mujer dulce y sensible, aunque también capaz de actos insólitos que busca conspirar para finalmente liberarse y existir fuera del traumático control de su malvado hermano, quien a su vez está directamente conectado a una sociedad secreta que depreda a las mujeres del oficio.
Dado el nivel de morbo que ‘Game of Thrones’ intentaba provocar cada vez que se acercaba a un dormitorio, el sexo en este programa se siente francamente revolucionario. Como es lógico, ‘Harlots’ exuda lascivia, aunque no tanta desnudez, ya que aquí es simplemente un medio para un fin, un juego de poder, en una amplia escala de beneficios potenciales.
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Muchas de las mujeres encuentran placer en sus propios términos, cuando así lo eligen. Este es un programa creado por mujeres, y se nota.
La mirada femenina es la única mirada y se extiende en todas direcciones (aunque esto no quiere decir que los personajes masculinos sean solo estereotipos sexuales, como le pasa a muchos personajes femeninos en series creadas por hombres).
Aquellos que disfrutan de ‘The Great’ encontrarán en esta serie un jolgorio de un tono similar. El maquillaje es audaz, los atuendos extravagantes y el hedonismo manifiesto.
‘Harlots’ deleita con su ritmo vertiginoso. Suceden más cosas en un solo episodio de esta serie que en toda una temporada de, digamos, ‘Bridgerton’.
Por lo mismo, este mundo de lenocinio, desconcertantes gestos de ternura, asesinatos, traiciones, adulterios, incesto, putas alegres, y excesos de todo tipo, ofrece toda clase de placeres al espectador que se enganche con ella y ese es el verdadero testimonio de su grandeza y ya es hora de que sea redescubierta y tenga la audiencia que se merece.
Las tres temporadas completas de ‘Harlots’ están disponibles en la plataforma Star+