Fe política, fenotipos y cargos públicos

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Una pregunta que me hacen constantemente es si realmente creo en la democracia. Mi respuesta es que creo con fe política y no con fe religiosa. La diferencia es que la fe religiosa confía en que una fuerza exterior nos llevará a una vida mejor, mientras que la fe política confía en que estamos construyendo esa vida, aunque sea tan efímera en lo particular, pero que deja constancia social.

Es incongruente afirmar que el gobierno del pueblo para el pueblo se encuentra en modelos económicos que le dan más a quienes más tienen y que se cierran a las alternativas del pensamiento político.

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En un arranque de confusión causada por el debilitamiento del comunismo, se publicó el libro El fin de la historia de Francis Fukuyama, en el que expresa que con el triunfo de la “democracia liberal” se acabaron las revoluciones sangrientas. En consecuencia, se establece no el fin de los acontecimientos, pero se entiende que una vez derrotado el fascismo y el comunismo, sólo hay liberalismo. 

Pero la historia no tiene punto final y el fascismo ha seguido manifestándose y la guerra fría está calentándose cada vez más por los intereses geopolíticos del capital. Ahora se dice que el fin de la historia no era una propuesta, sino una interpretación del pensamiento. 

Lo cierto es que, en México, y seguramente en otros países, se quitaron de los programas educativos materias como filosofía y civismo, que demuestra el impulso de evitar la reflexión política.

Para los Estados Unidos de Norteamérica, el modelo democrático ejemplar es el bipartidismo, en donde los electores votan por opciones que no significan cambios de fondo. Es decir, la alternativa se diferencia del partido único simplemente porque la misma idea se presenta en platos distintos.

Es común que en el bipartidismo se haga el juego que hemos visto en las series policiacas, en donde un policía se comporta como el policía bueno y otro como el policía malo, cambiando de papel constantemente. 

Pero el poder tiene que justificarse. ¿Si ya no hay lucha de clases entonces qué es lo que da lugar al sentido social? ¿Si lo que estamos viviendo es la única opción posible, entonces por qué siguen las convulsiones políticas?

De pronto se encararon problemas como el racismo, el machismo, la xenofobia, la homofobia, pero la desigualdad económica no figuró como tema. La avaricia no sólo se dejó de cuestionar en círculos oficiales, al contrario, se le vio como el motor del progreso.

Se puso por encima de la mesa la atención a los grupos vulnerables, así que el fenotipo dio lugar a que se dictaran políticas públicas para ofrecer cargos de elección popular como si estas fueran rebanadas de pastel. 

De hecho, los Estados Unidos de Norteamérica tuvo lo impensable en el siglo pasado: un presidente descendiente de africano y europea. ¿Cambio eso en algo la situación de los afroamericanos?

Si lo pensamos bien, tan racista es negar un cargo público por cuestiones étnicas, como darlos por ese mismo motivo. ¿Obligar por ley a la paridad de género en cargos públicos garantiza mayor bienestar de la mujer en términos generales, aunque por fuerza sean propuestas por un partido conservador? 

Colocar ciudadanos de los pueblos originarios en curules de partidos que menos precian su cultura históricamente, por cumplir la ley, ¿beneficia a las poblaciones con las que efectivamente tenemos una deuda histórica?

Los ciudadanos tenemos capacidad para tomar decisiones, somos entes con responsabilidad jurídica para responder por nuestros actos. Obligarnos por ley a cubrir cuotas nos convierte en menores de edad tutelados por las leyes porque interpretan que no sabemos votar. 

Los motivos de la desigualdad económica y social son políticos, y su solución se encuentra en el pensamiento de quien legisla, ejecuta, y hace valer la ley, no en su físico.

No hay una superioridad estructural genética. Hay mujeres más inteligentes y sensibles que el común de los hombres; y hay hombres más inteligentes y sensibles que el común de las mujeres. Por eso deben ocupar cargos públicos y no porque son hombres o mujeres. Importante es decir que, en nuestro caso, en el padrón electoral, hay más mujeres que hombres.

Son las convicciones políticas las que dan lugar a los diagnósticos y las propuestas de soluciones. Sin ellas, ¿qué más dan el género, la etnia, el oficio, el gusto sexual?

Para generar certidumbre es necesario insistir en la universalidad: sueldos con poder de consumo real en función de la productividad, impuestos progresivos que retornen en servicios básicos y solidarios, acceso al conocimiento sin distinción alguna, atención médica, seguridad jurídica, atención especial a la infancia y los adultos mayores, respeto a toda manifestación de identidad, igualdad ante la ley, equilibrios económicos, cuidar el medio ambiente, tasas de ganancia prudentes.

La democracia es una búsqueda constante por hacer valer la voluntad de los gobernados en los programas de gobierno y su ejercicio necesita del Estado que reconoce la pluralidad ideológica. Es avanzar del Estado “Soy yo” al estilo Luis XIV, pasar por encima del Estado “Son ellos”, para llegar al Estado “Somos nosotras y nosotros”, conscientes de que la historia no tiene punto final.

Por René Cervera G.

*Analista político, compositor y representante del Partido Humanista en el IECM. Es autor de los libros Entre el puño y la Rosa (visión de la socialdemocracia), La democracia es una fiesta, Antojos literarios y El sentimiento que nos une.