En salud ¿ya somos como Dinamarca?

En salud ¿ya somos como Dinamarca?

Al presidente López Obrador se le termina el tiempo de su mandato. Estamos a 18 meses de que entregue el cargo y el juicio de la historia será implacable, un caso parecido al de Vicente Fox, que generó mucha expectativa y al final no estuvo a la altura de las circunstancias.

Para el presidente podría ser parecido, sabe que aquello de ser el mejor presidente de México sólo quedó en su mente y que no logrará sus promesas de campaña. Quizá por eso anda muy enojado buscando con quién pelear; no soporta los cuestionamientos ni la evidencia y mucho menos la realidad, que lo sobrepasa como en el tema de salud.

Quienes tienen la desgracia de padecer una enfermedad crónica y las visitas a las clínicas y hospitales del sector Salud son constantes, dan cuenta del deterioro de las instalaciones, la falta de personal, el desabasto de material quirúrgico y de medicamentos, las fechas distantes para iniciar tratamientos, como la radioterapia, las muertes de más de 3 mil niños a causa del cáncer que López Gatell ha querido minimizar (hasta llamó a sus padres golpistas) y muchos otros ejemplos que nos dan luz para entender que no vamos a tener un digno sistema de salud con los de la 4T.

No soñamos con llegar a los niveles de los países escandinavos, eso sólo queda en la cabeza del tabasqueño.

No se debe olvidar la forma en que se enfrentó la pandemia, en medio de un desorden por el INSABI y una lucha contra la corrupción de los laboratorios que surtían al sector y que nunca fue castigado.

No se llevó a ningún empresario ni funcionario ante la justicia, pero sí se cortó de tajo la compra de fármacos en el peor momento.

Aquí lo he dicho, ningún país estaba preparado para una pandemia como la del SARS-CoV-2, pero en medio de esa calamidad los mandatarios mostraron sus talentos para gobernar, para contener y reducir las pérdidas. En otros casos, la pandemia los encueró y nos mostró su verdadero rostro, como el de López, el más rupestre, el de los abrazos y los detente. Así nos fue: 333 mil 102 muertos y 7 millones 471 mil 65 contagios, que nos pone, en el ámbito mundial, entre los primeros que manejaron mal la pandemia.

Al desencuentro que tuvo López Obrador con la reportera de Animal Político, Nayeli Roldán, le antecedió otro con la periodista Marta Obeso, quien cuestionó al presidente sobre el “trabajo” que funcionarios deberían hacer para apoyar a la medicina tradicional.

El presidente enfureció y le dijo que tenía plena confianza en su secretario de Salud, Jorge Alcocer, y en el subsecretario, Hugo López-Gatell. Como es su costumbre, desestimó los estudios, en ese caso de la Sorbona, sobre el abandono de esa medicina.

Pero ya sabemos que en Palacio les gusta la retórica, como aquello de empeñar el nombre a principios de 2020, cuando López Obrador pronosticó que, para diciembre de ese año, el sistema de salud sería similar al de Dinamarca.

Luego sucedió algo parecido cuando regañó a sus funcionarios por el desabasto y se comprometió a que habría medicamentos en todo el territorio nacional, y así sucesivamente.

Ahora tomaron a burla lo dicho por el presidente de la medicina tradicional, sobre los sobadores, hueseros, hierberos, curanderos, parteras, entre otros. Bueno, incluso ha dicho el presidente que él es místico y que cree en los aluxes.

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Nadie debe alegrarse de que no se cumplan los objetivos, porque se trata del tema de salud para todos los mexicanos. Un problema más sin resolver y que será una herencia muy pesada para el que venga.  Todo queda en el discursillo barato de un populista, quien tiene la fortuna de que sus cercanos sean atendidos en el Hospital Militar; el resto, donde y como sea… pero mejor ahí la dejamos.

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Hasta la próxima.