Sobre las decisiones tomadas por el presidente López Obrador al inicio de su administración ya se sienten los resultados. En la mayoría de los casos sólo fueron palabras que se las llevó el viento y que hoy quieren defender con una narrativa que se resquebraja con los hechos.
Y cuando ya no les alcanza viene el insulto del presidente, que en eso sí se ha perfeccionado. O recurre al pasado para culpar a los anteriores; nunca asume ninguna responsabilidad. A más de cuatro años de asumir el poder, la prueba del ácido es el tiempo y contra la evidencia habrán de sucumbir. Aunque tenga 10 millones de aplaudidores, eso no modifica la realidad.
La mañana del 28 de noviembre de 2019, López Obrador defendió la designación de José Ángel Carrizales López como titular de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente. El funcionario era parte del grupo de ayudantía y fue rechazado cinco veces por el Senado para asumir la Comisión Reguladora de Energía por falta de preparación y no cumplir con el perfil requerido.
Por ello, el presidente mencionó que sus funcionarios deberían tener 90% honestidad y 10% de conocimiento. Así López Obrador se pintó de cuerpo entero. Quedó de manifiesto que muchos movimientos se hicieron y harían sobre las rodillas, con improvisación y sin preparación.
Un par de meses antes había dicho: “No es tan difícil gobernar; es más importante el sentido común”. Durante su tercera campaña presidencial había dado cátedra de cómo extraer petróleo y claro que desató burlas y críticas en redes sociales por la ligereza de sus dichos, que resultaban hasta simpáticas.
Pero cuando se es presidente las decisiones tomadas afectan a las mayorías y que conste que no se trata de dar gusto a todos, si no realmente de tomar determinaciones con conocimiento de causa. López Obrador terminó pareciéndose a Vicente Fox, a quien acusaba de ignorancia a cada paso que daba.
Estamos a días de que se cumpla el primer aniversario de la inauguración del AIFA y por vez primera el presidente tomó un vuelo. Hay que decir que faltan las certificaciones internacionales y que las vías de comunicación no han sido terminadas, como carreteras y el tren que ya debería funcionar. Durante el evento se inauguró la vía principal que conecta con Zumpango, pero resulta que aún continua en construcción.
En su discurso, López aceptó que el aeropuerto de Texcoco sí era viable, así lo aconsejaba el dictamen, pero también sus funcionarios Javier Jiménez Espriú, Alfonso Romo y Carlos Urzúa. Fiel a su sentido común, el mandatario se decantó por una consulta para justificar su decisión. Que quede claro, no fue el pueblo bueno, los votos de la consulta sólo fueron la coartada para lavarse las manos.
La cancelación de NAICM le costó al erario público 280 mil millones de pesos, sanciones al gobierno e indemnizaciones para los contratistas. De aquel discurso que había corrupción en la edificación del aeropuerto de Texcoco, hoy no queda nada. Nunca le fincaron responsabilidad a ningún empresario, sólo fue la narrativa para cumplir el capricho de un hombre.
Pero insisto, por el tamaño de las obras, el costo y la importancia, no habrá cómo ocultar el éxito o fracaso de la infraestructura que dejará la 4T.
Queda claro que los países más desarrollados son aquellos que le apuestan al conocimiento en todos sus frentes. Para nosotros, en estos últimos años, ha sido de desprecio por el conocimiento, por los especialistas, por la ciencia y la tecnología, por las ciencias sociales. Han preferido hundirse en el pensamiento unívoco que raya francamente en la fe de una secta… pero mejor ahí la dejamos.
También lee: Coperacha para la multa
Escríbeme tus comentarios al correo suartu@gmail.com y sígueme en la cuenta de Instagram en @arturosuarez_.
Hasta la próxima.