Luego de tanto y tanto, Marcelo Ebrard tomó la determinación de separarse del cargo para competir por la candidatura presidencial en Morena. Se va de la Secretaría de Relaciones Exteriores desde donde le cumplió todo lo que le pidió el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Le desactivó varios conflictos, pero fue permisivo otro tanto. Le cumplió a su líder moral, pero no necesariamente al país. Lo cierto es que se va uno, o si me apuran, el único del gabinete con experiencia y oficios. Un viejo priista que acompañó al tabasqueño y hasta se hizo a un lado para que fuera candidato. Veremos de que está hecho: si se va a otro partido o se queda, aunque esa opción lo confine a seguir siendo un segundón.
Por edad y por proyección, Marcelo sabe que esta es la última llamada para buscar la presidencia. Él no tendrá las tres oportunidades del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ni de López Obrador. Si no es para el 2024, ya no fue. La estrategia muestra a un canciller que quiso jugarle a la “corcholata desobediente” como Vicente Fox y Felipe Calderón que les comieron el mandado a los que buscaban la candidatura en el 2000 y luego en el 2006. Incluso fueron contra los deseos de quienes gobernaban y sus cúpulas partidistas.
Pero como dice el presidente, nada pasa sin que el presidente se entere y por eso lo llamó a Palacio Nacional la noche del lunes, inmediatamente después de que ganaron el Estado de México. Su líder no quiere fallas para que conserven la presidencia.
Con el anuncio, el todavía canciller señaló que confía en que la encuesta de Morena sea amplia, transparente y verificable, y que se consideren las propuestas que lanzó en diciembre del año pasado, cuando pidió que los aspirantes renunciaran a su cargo para competir por la candidatura presidencial.
Ya son varias veces en que Movimiento Ciudadano le dice de manera directa que lo están esperando, sólo es cosa de que se decida y si López no se decanta por Marcelo, seguramente lo estaremos viendo como candidato naranja. Ebrard Casaubón no tiene ninguna garantía de que haya piso parejo, ni que le haga lo que en 2012 cuando López Obrador lo “bajó” de la candidatura para postularse por segunda ocasión.
Fue Marcelo como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal quien patrocinaba parte de aquella tontería que fue la “presidencia legítima” y luego las giras por todo el país del ahora presidente.
Donde seguramente ya apuntan sus baterías en contra de Ebrard es en la oficina de Claudia Sheinbaum, pues con la renuncia de Marcelo ella tendrá que hacer lo mismo de manera apresurada para entrarle a la contienda. Se vienen campañas complicadas que le van a recordar a Marcelo los esqueletos que tiene en el armario.
Ahí quedan los policías linchados de Sanjuan Ixtayopan en Tláhuac, lo que le valió que Vicente Fox lo despidiera y lo rescatara López Obrador para ponerlo en otro cargo; los adolescentes muertos en el News Divine. Por supuesto, los desvíos y la corrupción en la construcción de la Línea 12 del Metro, por lo que se exilió en París hasta que Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera perdieron fuerza. Todo eso se lo van a recordar y de la peor manera.
Es probable que el presidente no esté contento con la decisión de Marcelo porque tiene a la oposición desorientada y entregada. si no le cumplen a Ebrard puede ser un personaje que desde Movimiento Ciudadano logre ser competitivo para el 2024.
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Puede provocar una ruptura en Morena y una desbandada, incluso tambalear la candidatura de Claudia ante su patrón y el enroque para que el otro tabasqueño le entre al quite, quien por cierto ya dijo: “Que un paisano le enseñó que en política se debe construir el equilibrio entre la razón y la pasión. Serenidad y paciencia, los tiempos del Señor son perfectos…”.
El tiro está cantado, pero mejor ahí lo dejamos.
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Hasta la próxima.