Cerrar los ojos para no ver el horror

Cerrar los ojos para no ver el horror

Desde hace meses se sabe que el presidente Andrés Manuel López Obrador no tiene agenda después de su conferencia mañanera. Todo se le va en reuniones o actividades privadas y sus giras se reducen solo a los fines de semana, así ha sido la tónica de la 4T. Eso sí, se da sus escapadas para macanear.

Cuando López Obrador llegó a Palacio Nacional era un personaje cercano a la gente, se daba el lujo de asomarse por los balcones y sorprender a quienes transitaban por las calles aledañas, porque sin aviso salía mientras se grababa un video para sus redes. Esos tiempos se terminaron.

A López Obrador le pasó lo que le sucedió a Vicente Fox. A pesar de que cuenta con el respaldo y reconocimiento de un sector ya no se expone a las calles. Lo hace en plazas públicas, pero con el entorno controlado para evitar que lo confronten como le sucedió a Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto.

El presidente López Obrador vive en una burbuja. Insisto, nadie le puede negar que conoce todos los municipios del país, pues los recorrió por lo menos en tres campañas. Sabe de los problemas en cada municipio. Entiende, y muy bien, qué les duele a las comunidades: inseguridad, hambre, carencias, por eso la responsabilidad moral es mayor porque se dice humanista y los mensajes que manda son de frivolidad, hasta rayan en la burla por la desgracia ajena.

Ya lo escuchamos lanzar una risa socarrona mientras dice “ahí están las masacres”. Ha pedido que a los malosos los acusen con sus padres o abuelitas. No quiso reunirse con víctimas de la violencia, ni con madres buscadoras, ni con los papás de niños con cáncer porque no quiere dar espectáculo para sus opositores. ¿Esas son las respuestas de un estadista? Obviamente no y menos de un presidente que dice gobernar para todos.

Este presidente es difícil de engañar. Sigo pensando que es una persona muy inteligente y sabe de los problemas nacionales, pero prefiere voltear hacia otro lado para no ver el reguero de muertos por el crimen y lo peligroso que es el país para ejercer el periodismo. Ahí se inscribe la muerte del periodista Luis Martín Sánchez en Nayarit. En el sexenio suman 37. La situación no es diferente para los defensores de derechos, activistas, ambientalistas y una larga lista.

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Levantados, amenazados y asesinados son los reportes que López Obrador debe recibir todas las mañanas, es un parte de guerra, pero ya no la de Felipe Calderón, sino la de López Obrador. Aquello de pacificar al país solo quedará en una promesa de campaña sin cumplir, que se ha llevado la vida de 159 mil y contando… pero mejor ahí la dejamos.

Entre Palabras

¿También los pobladores de Guerrero son movidos por los conservadores, presidente? ¿O se perdió otro territorio ante el narco?

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Hasta la próxima.