Campechanos al grito de fraude, ¡cuernos!

Alejandro Moreno, PRI, Campeche, gubernatura,

La celebración anticipada del presidente del CEN del PRI fue algo mucho más macabro que un simple alardeo bravucón.

Al filo de las 6 de la tarde, cuando aún centenares de campechanos seguían formados esperando para votar, Alejandro Moreno reunió a un grupo de porristas del partido y de los medios de comunicación para dar a conocer lo que él llamó un triunfo irreversible, basado en los resultados de una encuesta de salida cuyas cifras concretas y metodología no se compartió con el público.

El significado de su mensaje no radicó en el contenido, sino en el tono en que fue pronunciado y en la hora en la que se emitió: justo cuando las casillas estaban por cerrarse y los funcionarios se verían ante uno de los momentos más solemnes de la jornada, el conteo de los votos.

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Es decir, cuando se da lectura a la voluntad del pueblo. Por eso el alarido de Alejandro Moreno proclamando un triunfo inexistente debe ser entendido como una convocatoria al fraude lanzada a un pueblo harto, sí, pero al mismo tiempo consciente de los alcances de la crueldad del líder priísta.

Esta convocatoria no sólo iba dirigida a las y los ciudadanos al frente de las casillas, también pretendía alcanzar los oídos de las instituciones electorales.

Alejandro Moreno, el mandamás campechano, el porro elevado a emperador, en las entrelíneas de su mensaje de triunfo advertía a sus cómplices que él ya había hecho su parte.

Se arriesgaba a hacer el ridículo e invertía millones de pesos en difundir una mentira; ahora era el turno de ellos de falsear la voluntad del pueblo para sostenerla y hacerla pasar por verdad. “O aténgase a las consecuencias”, en el aire de las siete de la tarde parecía flotar esa sentencia en la voz de un rey con palacio, pero sin reino.

Seguramente algunos funcionarios de casilla cayeron en la trampa. En la era digital, basta no tener escrúpulos y ser dueño de un celular para implementar este tipo de estrategias en cuestión de minutos.

Pero el rugido del león de Lomas del Castillo sonó más bien como el maullido de un gatito en la Avenida de los Insurgentes y las actas que registraron el verdadero sentir del pueblo han demostrado ser suficientes para echar por tierra el armatoste de mentiras brillantes y ruidosas del priísta.

Ahora les tocará corregir plana y decir que el festejo iba en serio, que lo que celebraban era haber llegado al tercer lugar y que…. ya no importará lo que digan, porque las y los campechanos estaremos ocupados trabajando para reconstruir lo que destruyeron décadas de corrupción y mal gobierno.