Si hay algo real y tangible que persigue a Alito, son los fantasmas de su pasado, y asegurarlo puede parecer incongruente, pero resulta la expresión popular que le queda al centavo.
Otro cartón de Benmorín: ¿Inocentes? A la conciencia se le prefiere dormida
No hay cosa más aterradora que los momentos en que los muertos vivientes del pasado despiertan y emergen de sus tumbas, germinan como árboles gigantes de pruebas y audios contundentes.
A don Alito nadie lo persigue. Él solito se fue metiendo al callejón sin salida al que aspiró, que soñó, que se fijó como meta, pero a veces las metas terminan en el precipicio.