“No hay medicamentos, tienen toda la razón”. Esa frase la lanzó el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, luego de ser interrumpido por un grupo de personas que se quejaban de la carencia de fármacos en el área de psiquiatría. Esas siete palabras desmienten al presidente Andrés Manuel López Obrador en aquello de que tendremos un sistema de primer mundo. Falso y lo dijo López-Gatell.
El presidente López Obrador, fiel a su estrategia de saliva, repite constante que tendremos un sistema de salud como el de Dinamarca, pero la realidad se nos estrella cotidianamente en el rostro cuando alguien cercano cae en el IMSS, el ISSSTE u algún otro hospital. Aunque los médicos quieran brindar el mejor servicio hay grandes carencias.
Faltan medicamentos que los pacientes tienen que adquirir, los aparatos para hacer estudios tienen sobrecarga, las citas son lejanas, y los enfermos y sus familias, en el mejor de los casos, adquieren deudas imparables. A otros simplemente la vida se les apaga en la espera.
Con aquello de aniquilar todo lo referente a los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, se llevaron las estancias infantiles, dejando en el desamparo a más de 400 mil menores de edad. En el Seguro Popular que atendía a 34 millones de mexicanos y con el cuento de la corrupción, desataron un desabasto como nunca en el país, lo cual originó la muerte de más de tres mil niños que padecían cáncer.
Digo cuento porque eso resultó: no hubo investigaciones, ni denuncias, ningún empresario malvado fue detenido, y claro que había corrupción, pero no faltaban las medicinas. Ahora que no se lícita y se adjudica directamente se incrementó. ¿Entonces qué pasó con las promesas?
Apenas la semana pasada hubo nuevas protestas en la Ciudad de México y otras partes del país. No hay certidumbre para los trabajadores de salud de que sus hospitales se integrarán al IMSS-Bienestar. Son los mismos que durante la pandemia por el SARS-CoV-2 se la rifaron a pesar de no contar con el equipo y material.
Nada más para el recuerdo, el Covid-19 mató a más de 3 mil doctores y enfermeras, mientras el presidente y su lacayo Hugo López-Gatell invitaban a salir y se hacían los graciosos con los “detente” y con la estupidez de “la fuerza del presidente no es de contagio, es moral” en un claro desprecio a la seguridad de los mexicanos.
Pero seamos claros, los muertos por la pandemia alcanzaron a 334 mil, no los 60 mil que pronosticaba López-Gatell y que llamó una tragedia. Claro que hubo personas que ni llegaron al hospital; hubo a quien le negaron camas y saturación. Lo otro corresponde a los otros datos de López Obrador y sus negaciones, como las 45 millones recetas sin surtir en este sexenio.
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Aquí se lo dije, a Vicente Fox, a Calderón y a Peña Nieto los han increpado por sus malas acciones. La sociedad sí tiene memoria y los que hoy gobiernan lo aplaudían. Ahora le tocó a Hugo López-Gatell, quien hace uso de sus habilidades en oratoria, pero ante tanto dolor e indiferencia eso ya no le alcanza. El desprecio y los reclamos apenas comienzan. Ojalá algún día los responsables sean llevados ante la justicia. ¿Dicen los de la 4T «continuidad con cambio»? ¿Más dolor y muerte?… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.