La injusticia gana espacio en el paraíso del Caribe. Mudos testigos de ello son hoy dos muertos. Una, la mujer salvadoreña que fue sometida hasta la muerte por policías de Tulum y otro un niño de 13 años que falleció luego de ser succionado en el Parque Xenses, en Riviera Maya.
Común denominador de esos lamentables hechos es la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo.
La mujer centroamericana había levantado denuncia para acusar a su ex pareja de haber abusado de una de sus hijas.
Quince días pasaron y la Fiscalía de Quintana Roo no hizo absolutamente nada. Antes bien, ella fue asesinada por policías que para someterla le rompieron el cuello y echaron el cuerpo a la batea de una patrulla.
El hecho escandalizó en el país y en Centroamérica y la fiscalía empezó a hacer lo que debió haber emprendido desde un principio: detener al marido abusivo.
Ahora, como para que no haya duda de quién manda en Quintana Roo la fiscalía hizo otra de las suyas. Negó al cardiólogo Miguel Ángel Luna entregar el cuerpo de su hijo sin antes firmar un perdón para la empresa propietaria del Parque Xenses, en la riviera maya.
“Me hinqué. Tuve que hincarme yo, ante la abogada y llorar para que me permitiera hacer una relatoría de hechos»
En entrevista con El Universal el doctor se dijo sorprendido por la información emitida por la Fiscalía General de Quintana Roo, el jueves, en torno a la carpeta de investigación que se integra por el “homicidio doloso” del adolescente de 13 años, debido a que, en la vicefiscalía de Playa del Carmen, ni siquiera le querían tomar la declaración de hechos.
“Me hinqué. Tuve que hincarme yo, ante la abogada y llorar para que me permitiera hacer una relatoría de hechos. Me hinqué y lloré”, armó, al expresar que, además, el vicefiscal se negaba a entregarle el cuerpo de su hijo, hasta no firmar el perdón a la empresa.
“Luego me obligaron a firmar el perdón. Yo hablé con el vicefiscal y me dijo ‘tengo la instrucción de no darte el cuerpo, si no firmas el perdón’. Y firmé”, sostuvo.
Sí, así por las buenas.
En esa entrevista con El Universal, el médico narró que en enero enfermó de Covid-19 y contagió a su familia, integrada por su esposa, una niña de 11 años; Leonardo, de 13; y dos jóvenes de 18 y 20 años. Una vez que fueron dados de alta pensaron en regalarse el viaje, pero antes, todos se hicieron una prueba para asegurarse que estaban sanos y no representaban ningún riesgo de contagio para otras personas.
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Como parte de esas vacaciones, el 27 de marzo visitaron el Parque Xenses, que junto con el Parque Xcaret, Xel-Ha, Xplor, Xoximilco y el tour Xenotes.
Y fue ahí, en el parque Xenses donde su hijo murió luego de ser succionado porque, según los propietarios, a alguien se le olvidó poner una tapa.
Tuvieron que pasar cinco días antes de que las autoridades tomaran medidas intentar preservar la escena donde se registró la tragedia. Originalmente cerrarían el parque por completo; sin embargo, tras dialogar con personal del lugar, los funcionarios procedieron únicamente a cerrar el acceso a esa atracción en particular llamada Riolajante.
El argumento fue que el error humano que provocó el accidente que privó de la vida al menor se cometió específicamente ahí.
Claro, antes que la justicia en Quintana Roo hay que cuidar el negocio y los intereses del patrón.