El juicio contra Genaro García Luna en la corte de Nueva York ingresó a su segunda semana en medio de aciertos tanto de la fiscalía de los Estados Unidos como de la defensa del acusado. Un proceso que el juez Brian Cogan ha acotado para que no derive excesivamente ni en el lujo y opulencia de los narcotraficantes, ni en la divulgación de asuntos que atañen directamente a la política de Estados Unidos y México.
Desde el primer momento, cuando la defensa de García Luna, encabezada por el abogado César de Castro, logró que no se tomara en cuenta el periodo que siguió al final del servicio público del acusado, que comenzó en 2012, se cerraron las posibilidades de desentrañar toda la era de corrupción del excomandante de la extinta AFI. Pero aun así, lo que se entrevé es estremecedor.
El martes 31 de enero, Israel Ávila, quien fuera contador y sicario del cártel de Sinaloa, dijo que había visto registros de pagos millonarios de esa organización al entonces secretario de Seguridad Pública. Ávila purga una condena de 15 años de prisión en Estados Unidos y detalló que llegó a ver pagos de 5, 3 y 1.8 millones de dólares a García Luna, con los apodos de El Tartamudo y Metralleta.
Ávila respondía a los hermanos Pineda Villa, quienes le enviaban el dinero a Jesús El Rey Zambada, a Arturo Beltrán Leyva y a Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, quien también testificará más adelante en el juicio. Esa es la línea principal de la acusación contra García Luna, quien mientras manejaba las millonarias aportaciones de Estados Unidos al Plan Mérida (un programa de cooperación de seguridad establecido por EU en acuerdo con México y los países de Centroamérica para combatir el narcotráfico y el crimen organizado), hacia negocios con el crimen organizado.
Su testimonial conecta con el de Enrique Villarreal El Grande, que ya detalló los sobornos a García Luna con esa idea de que el exfuncionario “trabajaba para el cártel de Sinaloa” y no a la inversa. Al finalizar su larga exposición, se comprobó que Ávila es un testigo protegido de primer nivel, pues el juez Cogan pidió al dibujante de la Corte borrar su rostro para evitar sugerir siquiera su identidad.
Controlaban todo
Pero si bien es cierto que a la corte estadounidense le interesa lo que le hizo García Luna a la sociedad de ese país, la sugerencia de lo que le hizo él, su jefe Felipe Calderón y su grupo, a la sociedad mexicana, es realmente atroz. El expolicía Raúl Arellano Aguilera narró al jurado el sistema de corrupción en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en 2007, un año después de la asunción de Calderón Hinojosa.
Detalles que lo hicieron renunciar con “desencanto”, como las claves internas que indicaban que las maletas marcadas en la lista como “79” eran drogas, y las “40”, dinero. O un método parecido al que había en Pemex para permitir el huachicoleo (robo de combustible), que consistía en avisos de horas en que todo era válido para permitir el tráfico, todo controlado por Óscar Moreno Villatoro, uno de los allegados de García Luna.
“Estaban todos muy contentos. El jefe Genaro (García Luna), el jefe Facundo (Rosas), el jefe Luis (Cárdenas Palomino), todos habían recibido su parte. Hablaban de que había pasado bien la maleta “79” (droga)”, relató Arellano. Se burlaban de la DEA, y hacían negocios en millones de dólares.
El expolicía dejó la corporación en 2011 y relata un entramado de mandos de aeropuertos controlado por García Luna, mientras en la República Mexicana se llevaba a efecto la “supuesta guerra” contra el narco de Calderón, que a la postre cobró más de 350 mil asesinatos. Especialistas señalan que en esos momentos el poder de la delincuencia llegó a su cúspide en el país.
Equipaje de “alto valor”
“Traficaban hasta dos toneladas de droga, oro y plata en barras; un avión viajaba cada día. García Luna controlaba una red: Cancún, Tijuana, Toluca, Guadalajara. También había tráfico de indocumentados: los chinos costaban 15 mil dólares por cabeza”, explicó el periodista Francisco Cruz, autor del libro García Luna, el señor de la muerte, en Astillero Informa, en su edición del primero de febrero.
“Contrabando de equipaje de alto valor”, llamaban a los cargamentos más importantes del aeropuerto Benito Juárez, con diamantes y gemas, que era lo más cotizado, por el valor que tienen en el mercado de Nueva York, detalló Cruz, mientras, en muchas ocasiones, los grupos en el interior de las instalaciones dirimían sus diferencias a balazos, sin importarles nada ni nadie.
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La idea de México como tierra de nadie durante esos turbulentos años de la “guerra” de Calderón, se está estableciendo con cada testigo que declara ante el jurado, ante una defensa que cada vez encuentra más difícil sostener que García Luna era sólo un engrane más de la maquinaría; todo indica que era el organizador de un entramado que ha desangrado tanto a la sociedad mexicana como a la estadounidense.
GGL, un empleado del narco El jueves 2 de febrero, los testimonios del agente de la DEA, Miguel Madrigal, brindaron un testimonio más que fortalece la narrativa que los fiscales intentan exponer ante el jurado de Brooklyn: que Genaro García Luna era empleado de diversas organizaciones de narcotraficantes y que este llegó a tener el poder de hacer lo que quería en México, gracias a que Felipe Calderón lo permitió. Madrigal detalló en la corte que el restaurante de lujo Champs Elysées era usado para las entregas de dinero que recibían altos mandos del gobierno de México, como sobornos de los cárteles de la droga. En su testimonio, dejó saber que sus jefes estaban preocupados porque la DEA compartía información muy importante de los cárteles con esos mandos. Los testigos en estas primeras dos semanas de proceso, han ayudado a establecer una argumentación que sirve para los públicos estadounidenses, y en opinión de algunos analistas, refuerza la idea de que el jurado castigaría el origen de la brutal expansión de los cárteles mexicanos (no incluyen los cárteles de su país), reforzaría la inversión armamentista del Pentágono y castigaría a uno de los responsables. Un funcionario cínico que incluso se burló de la confianza de los Estados Unidos y sale en fotos con personalidades como Hillary Clinton, Barack Obama y otros destacados funcionarios estadounidenses. En los próximos días se esperan los testimonios de Édgar Valdez Villarreal La Barbie, quien promete seguir dándole más fisonomía a la madeja con la que la fiscalía está envolviendo a García Luna.