Cuando los pescadores de la costa chica de Guerrero lo divisaron, muy a lo lejos, parecía un animalón marino más grande, incluso, que una ballena. Corrigieron rumbo y se enfilaron para ver de qué se trataba eso que flotaba en alta mar.
Una vez ahí, la escena, su sorpresa fue mayúscula. No se trataba de un animal, sino de algo que sólo habían visto en las películas: un submarino de entre 15 y 20 metros de largo hecho de fibra de vidrio.
Les costó horas de trabajo pero al fin lo pudieron remolcar a la comunidad de Barra de Tecoanapa, en Marquelia, región de la Costa Chica de Guerrero.
La embarcación tenía un tubo que hacía las veces de periscopio, un parabrisas y dos compuertas
La embarcación construida de manera artesanal tenía un tubo que hacía las veces de periscopio, un parabrisas y dos compuertas.
El hallazgo congregó de inmediato a los habitantes de la comunidad. Unos 200, entre pescadores, amas de casa, niños y toda clase de curiosos.
Se trataba de un lunes diferente, hasta histórico para un pueblo que no está acostumbrado a observar este tipo de cosas.
Y como bien señala el refrán de que en pueblo chico, rumor grande, muy pronto arribó la Policía Estatal. Horas después lo harían fuerzas federales (marinos, soldados, Guardia Nacional) que incluso se apoyaban de un helicóptero que sobrevolaba la zona.
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Y por fin, cerca de las tres de la tarde, el Ministerio Público apoyado por personal que, centímetro a centímetro, escribía y sacaba fotos que apoyara el peritaje y la carpeta de investigación.
Pero ya antes de que arribaran fuerzas de seguridad y peritos, los lugareños ya habían ingresado al submarino y se habían asegurado que en la nave no había ni personas ni bienes, excepto restos de alimentos y bebidas.