“Lo único que no se puede dar el lujo de hacer un político, es el ridículo”, ha dicho en varias ocasiones el presidente Andrés Manuel López Obrador. Y bajo esa premisa es que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; el canciller, Marcelo Ebrard; el secretario de Gobernación, Adán Augusto López; y el senador, Ricardo Monreal, aspirantes a la candidatura presidencial de Morena, luchan por lucir frescos y no convertirse en memes.
En los corredores de la política se dice: Samuel García, hoy gobernador de Nuevo León, por el partido Movimiento Ciudadano (MC), ganó su cargo gracias a la presencia de su esposa, una influencer con millones de seguidores, y ese aspecto es algo que los aspirantes del organismo político en el poder temen soslayar. El asunto es que eso mismo los ha llevado a crear verdaderos monumentos de humor involuntario.
Por un lado, Claudia Sheinbaum intenta mostrarse tal cual es: toma la cámara y se filma en su departamento; agarra la guitarra y trata de proyectar ese lado humano que muchos analistas, coinciden, le falta para conectar con gran parte del electorado, sobre todo los votantes jóvenes que ejercerán su derecho al sufragio por primera vez en 2024, en caso de que ella sea la elegida en las encuestas de su partido.
Pero su interacción con la cámara es torpe, incómoda, parece una funcionaria desesperada por no haber heredado el carisma nato de personalidades como el mismo López Obrador. Y en ese acto, atenta contra la espontaneidad, que suele ser algo clave en el éxito en redes sociales.
No extraña que Sheinbaum, luego de ese desafortunado video, contratara al asesor de imagen español Antoni Gutiérrez-Rubí, el mismo que ayudó a llevar a la presidencia de Colombia a Gustavo Petro. La revista Proceso enlista que le cobrará a la candidata 643 mil pesos por ayudarle a transformar esa imagen de fría funcionaria inexpresiva, en una personalidad vibrante, capaz de conectar con el electorado.
Encuestas recientes demuestran que la medida pudo haber funcionado, con Sheinbaum encabezando la lista de preferencias electorales rumbo a 2024, en caso de resultar elegida por las encuestas internas de Morena que, según estatutos internos, apoyados férreamente por AMLO, deben ser el único método de selección del candidato de este partido a la Presidencia en 2024.
Eventos como la presentación de su cuarto informe de gobierno en un Auditorio Nacional meticulosamente repleto, la notable mejora de su imagen pública, con ella vistiendo colores más vivos, pero sin estropear su estilo, sólo haciéndolo más sofisticado, o su popular video, el 4to Informe en 4 minutos (más de un millón de visualizaciones), denotan una mejora en su estrategia de imagen.
Sin embargo, también hay resbalones, como ese video de TikTok en que maneja como “epic fail”, cuando se equivoca de puerta, después de lucir decidida en el pasillo; o aquel en que se puede ver de niña, en un concurso de guitarra; o ella repartiendo panes en la celebración de Día de Muertos: el lado humano que le faltaba, pero hay “algo” que no luce auténtico y puede ser combustible o veneno.
DiChelo a Ebrard
Mientras que Sheinbaum es vista por un gran número de electores encuestados como una continuación de las políticas de AMLO, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, es el único aspirante de Morena al que muchos férreos opositores a la 4T le darían su voto. Sus estrategas lo saben y, en consonancia, Ebrard juega al centro-derecha que lo puede dinamitar o encumbrar.
Utilizando un léxico que sólo puede estar pensado para personas influenciadas por gente al estilo de Adal Ramones de Televisa, Ebrard inauguró su canal de Youtube, DiChelo, en que él mismo admite, trata de quitarse esa imagen de despiadado político, discípulo del priista Manuel Camacho Solís, para apelar más bien a clases medias inconformes con la presente administración.
Ebrard encara ahora la cámara con el rostro pintado como catrina y baila al ritmo del mariachi; se deja ver con su esposa cada que puede, se toma selfies, lanza tuits, entra a debates futboleros, donde muestra su preferencia por los Pumas de la UNAM. Todo mientras difunde una imagen en que saluda en un centro comercial a un tipo con una máscara de López Obrador. Sí, amigos, pero por caminos diferentes.
El no ser atacado día y noche por los odiadores habituales de Obrador le ha redituado. Visita a Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, o a Joaquín López Dóriga, a Milenio, donde los entrevistadores guardan visiblemente el hacha de la guerra y lo reconfortan. Parece más el candidato de Movimiento Ciudadano (un PAN, menos radical) que de Morena, y las encuestas lo mantienen en segundo.
Haciendo campaña muy “a gusto”
Adán Augusto López Hernández, el paisano de Obrador, el que en opinión de múltiples analistas constituiría un recrudecimiento de las políticas de gobierno que han escaldado a los duros opositores del presidente, a eso juega. Sabe que cuando está de gira, su paisano tabasqueño habla más “golpeado”, aumenta varios decibeles su voz y deja intencionalmente algunas frases mal pronunciadas.
El secretario de Gobernación va directo a la base más profunda, no tiene TikTok (todavía), pero cada que puede se burla de su forma de hablar. “¿Crees que con este tono de voz voy a intimidar a alguien?”, preguntó a un reportero en junio pasado, cuando el presidente del PRI, Alejandro Moreno, lo quería acusar de amedrentarlo por medio del exgobernador de Chiapas, Manuel Velasco.
Adán Augusto ya sumó a su equipo, como coordinadora nacional, a Alejandra Peña, con una campaña que ha resultado viral: “Que siga López, porque estamos a gusto”, en que el también amigo íntimo de Obrador declara su estrategia de continuidad de las estrategias del hoy mandatario por medio de giras por todo el país.
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La estrategia, que utiliza un ingenio verbal semejante al de López Obrador, ha rendido frutos, y de los tres principales candidatos, López Hernández es el que más ha crecido en aceptación y cada vez es más conocido al interior de la República. Al momento, sigue en suspenso cuándo se unirá a sus compañeros de partido en las redes en donde se requiere un mayor desenfado y tolerancia al ridículo.
¿Jedi de Morena o Sith de cuarta? Ricardo Monreal también ha intentado acercarse a los públicos de redes sociales. En opinión de sus críticos, el todavía senador de Morena ya tiene un pie fuera de ese instituto político, y desde su discurso juega a ser “el rebelde”, el chico mal portado, pero en su afán de trasmitir frescura y originalidad, es uno de los que más ha fracasado. Su más reciente intento lo tiene como aspirante a caballero Jedi. En un TikTok, viral, pero por motivos que nada favorecen al político zacatecano, se le ve con su barriga salida, moviendo sin gracia un juguete que emula al sable de luz de la saga de Star Wars, con las imágenes de la película Episodio I: La Amenaza Fantasma, enfrentando a un villano muy querido por los fans, Darth Maul. Sin idea de esto último, Monreal sonríe. Parece que se “divierte”, pero no le da importancia a un fenómeno cultural que muchos consideran religión. Ese parece ser el problema, tratar de vender un personaje que no es. No le interesa la mitología de Star Wars, y al no comprenderla, se ve impostado, forzado y peor: falso. Exactamente las características y la razón que lo tienen al borde del abandono de Morena. Aunque Monreal ha declarado que no cree en el método de las encuestas, de hecho, sí ha comenzado a figurar en ellas, pero en las de Movimiento Ciudadano, partido de su amigo entrañable, Dante Delgado. En reciente sondeo, la casa Polls.mx lo colocó con 20 por ciento de intención de voto en el partido MC que, de todas formas, sería arrasado, a este momento, por Morena.