Con AMLO, la Suprema Corte tiene plena autonomía

Con AMLO, la Suprema Corte tiene plena autonomía

Aunque la realidad diga lo contrario, para sus críticos, el presidente Andrés Manuel López Obrador no hace nada bien y es un dictador en ciernes; no importa que en el pasado los miembros de la Suprema Corte de Justicia fueran simples lacayos del mandatario en turno. La realidad es que la elección de su más férrea opositora de la Corte, como nueva presidenta, demuestra que AMLO no tiene injerencia alguna en ese poder.

Norma Lucía Piña Hernández, amén de su talante progresista en otros temas, tiene un historial de oponerse abiertamente a las reformas de López Obrador, y de ser una celosa defensora de los intereses de los corporativos internacionales y empresas, por lo que su triunfo en una reñida elección de tres rondas el pasado lunes 2 de enero es visto por la oposición como un revés a la 4T, pero eso no es verdad.

Aunque AMLO pudo remover a los ministros y colocar a jueces afines a sus políticas de gobierno, tal y como hizo Ernesto Zedillo a su llegada a la presidencia en 1995, optó por no hacerlo. El dirigente ha relatado en múltiples ocasiones que su interés es que el propio poder judicial se reformara desde adentro, con la herramienta de poder elegir a cuatro de los ministros en 2018, 2019 y 2021.

AMLO propuso a Juan Luis González Alcántara Carrancá, Yasmín Esquivel Mossa, Margarita Ríos Farjat y a Loretta Ortiz, dos de los cuales, Alcántara y Ríos Farjat, de inmediato olvidaron quién los propuso y cedieron ante la presión de la postura, supuestamente independiente, del resto de los ministros, de abierta filiación de derecha. La ministra Piña ha dicho que privilegiará la independencia de la Corte.

Lo cual sería una buena noticia, si no fuera porque esa misma Corte es la que en noviembre pasado evitó que fuera un delito grave el fraude de los factureros, además de que han echado para atrás el plan de austeridad de los sueldos y todos esos ministros: ganan tres veces más que el presidente, pese a que lo prohíbe la Constitución. Por el contrario, los opositores a la 4T están ciertos de que la Corte ahora está de su lado.

La “activación de los contrapesos” que menciona el cuestionado periodista Carlos Loret de Mola en una de sus columnas, es una forma de contrarrestar el arrastre social de López Obrador y darle una oportunidad a la coalición de partidos Va por México en Estado de México y Coahuila en 2023 y por la presidencia en 2024. Tener el control de dos de los poderes de la Unión les da cierta esperanza.

El manejo de una supuesta “derrota” de AMLO al no poder “controlar la Corte”, por medio de su ministra afín, Yasmín Esquivel, es ahora el siguiente ariete de los opositores a su gobierno, pero uno que insulta la inteligencia. En todos los países, las Cortes existen para proteger los intereses del gran capital, eso está demostrado, y no lo iba cambiar ni Esquivel (ella misma la esposa de un empresario) ni nadie.

En su conferencia matutina del 4 de enero, Obrador señaló que la Corte nunca vota a favor de lo que el da en llamar “el pueblo”, y no se equivoca, no es su función. De hecho, su inacaba[1]da Reforma Eléctrica que fue rechazada por la coalición de partidos PRI, PAN, PRD y MC en abril, sólo está vigente porque 4 de 11 ministros no la consideraron inconstitucional, y eso gracias a una enorme presión social.

Es el mismo camino que la oposición pretende seguir con el Plan B de la Reforma Electoral. Con la ministra Piña ahora como principal antagonista del presidente, se vislumbra que puedan frenarla que es donde se demuestra que, si bien la Corte busca la autonomía y separarse de este Gobierno, no tiene la mínima intención de separarse del poder económico, que, para empezar, los puso donde están.

Pendiente, reforma al Poder Judicial

En su conferencia del 4 de enero, López Obrador dio a conocer que el hoy expresidente de la Corte, Arturo Zaldívar, al que cientos de medios de comunicación acusaron de ser un mero alfil del presidente durante toda su gestión, votó a favor de Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, el candidato que AMLO señaló como el favorito de sus adversarios para presidir el poder Judicial.

Ortiz Mena, una vez secretario de Hacienda, que llegó a condonar 392 mil millones de pesos a empresarios, perdió en la ronda final con la ministra Piña, 6-5. Piña era la segunda mejor opción de la oposición, no por sus posturas progresistas en temas como el aborto y el uso recreativo de la mariguana, sino por su incondicionalidad hacia los intereses de las empresas.

No sólo eso, tanto Ríos Farjat, como Loretta Ortiz, dos ministras que llegaron propuestas por Obrador, votaron a favor de Mena en la ronda final. Por eso es embustero el discurso de que AMLO puede controlar la Corte. En realidad, buscando evitar cualquier acto autoritario, ha permitido que el poder Judicial tenga una autonomía inédita.

Esa autonomía no existía antes del gobierno de AMLO. Por ello, Obrador ha dicho que la necesaria reforma al Poder Judicial es un tema que tendrá que ser atendido de inmediato por su sucesor o sucesora. Ha insistido en que esa reforma, como en el caso de la autonomía de las universidades -a pesar de que son nidos de corrupción- debe provenir desde el interior de esas instituciones.

Durante toda su administración, López Obrador ha optado por informar de asuntos que en el pasado eran un misterio y esa misma puede ser la alternativa para evitar que abiertamente un Poder Judicial dominado por la oposición a la 4T trate de sabotear ese gobierno. Aunque el mismo dirigente ha descartado que eso pueda pasar, el siguiente titular del Ejecutivo, sin más, tendrá que enfrentar su poder.


Caso Esquivel, el inicio de la guerra por 2024

Ya hay numerosas versiones que dicen que la revelación del plagio que cometió la ministra Yasmín Esquivel en su tesis de licenciatura, caso que aún no ha resuelto la UNAM, fue una operación que incluso reunió a miembros de la Corte en la casa de Loret de Mola en Valle de Bravo. En el año de las importantes elecciones a las gubernaturas de Estado de México y Coahuila, es el comienzo de la guerra sucia de la oposición.

La narrativa de que AMLO y su movimiento comenzaron 2023 con una rotunda derrota (basada en algo improbable como lo es “controlar a la Corte” por medio de una sola ministra, de 11, supuestamente “afín”) es el aliciente de la oposición para volver a diseminar el discurso de que Obrador “está acabado”.

El mismo presidente ha señalado en múltiples ocasiones que conforme se acerque la sucesión de 2024, la guerra sucia arreciará al punto de llegar al radicalismo. Independientemente de que la ministra haya plagiado su tesis, y eso sea reprobable y deba sancionarse, la maniobra magnifica el hecho por medio de una prensa abiertamente en contra del obradorismo.

Tan pronto inició el año, se dieron a conocer sondeos de opinión para Coahuila, donde supuestamente el candidato de la alianza PRI-PAN-PRD aventaja al de Morena. En el caso del Estado de México, hay espectaculares de Alejandra del Moral, candidata del PRI, haciendo uso ilícito de recursos, sin que el INE la sancione. La crisis de Esquivel demostró que los opositores van con todo, y no tendrán escrúpulos.

LAS CIFRAS

15

proyectos de AMLO que la ministra Piña ha votado en contra, aunque votó a favor de la llamada militarización.
1
El voto con el que Piña ganó la presidencia a Ortiz Mena; curiosamente fue el de Yasmín Esquivel.