Sin proyecto y sin liderazgos, la oposición al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) navega hacia las cruciales elecciones del Estado de México y Coahuila en 2023, y a los fundamentales comicios presidenciales y de 9 gubernaturas, en 2024.
La concentración en el Zócalo de la Ciudad de México del pasado domingo 26 de febrero que, según las autoridades de la demarcación, tuvo una asistencia de 90 mil manifestantes, fue una instantánea que consiguió por fin mandar un mensaje al exterior de la República de que la presente administración es similar a la de Nicolás Maduro, de Venezuela, algo que la oposición ha buscado desde hace años.
A la alianza Va por México, que agrupa a los partidos PAN, PRI y PRD, ingeniada por el magnate Claudio X. González, conocedores del abierto desprecio que les profesa a sus colores la mayoría de la población, le interesa utilizar el impulso de las manifestaciones en defensa al INE para camuflarse y quizá reconstituirse como una fuerza electoral capaz de enfrentar a Morena en 2024.
Un empuje que no tenían y que ahora saben es necesario para arrebatarle el poder al movimiento de López Obrador es la aceptación popular, algo que intentaron al comienzo de este gobierno por medio de los torpísimos desplantes del movimiento ultraconservador Frena (Frente Nacional Ciudadano), cuyas posturas radicales les hicieron bajarse de sus consignas de inmediato. Ahora Frena viste de rosa y blanco.
Cuando Obrador menciona que la defensa al INE es un movimiento en su contra, no se equivoca en lo más mínimo. El absurdo de que una modificación a leyes secundarias, que está muy limitada, afectará el funcionamiento del Instituto Nacional Electoral, es una manipulación falsaria que ha unido a los sectores afectados por la llegada de la 4T, bajo un supuesto estandarte de protesta social.
Ya no importa la manipulación de los hechos, incluyendo las descaradas mentiras que dijeron los oradores, la priista Beatriz Pagés Llergo, o el ministro en retiro, José Ramón Cossío, en esa concentración multitudinaria. Para ellos, regresar al presupuesto y a la impunidad es una cruzada, y están dispuestos a todo para lograrlo. Se avecina una embestida brutal para evitar que haya continuidad al proyecto obradorista.
18 de marzo, respuesta enfática
Pero la calle y la aceptación de millones sigue siendo dominio del presidente, es donde no tiene rival. El domingo 26 de febrero, en menos de hora y media los inconformes con este gobierno (aún en la Ciudad de México donde la oposición administra 9 alcaldías y con toda la infraestructura, presupuesto y cobertura de medios de comunicación que no reciben publicidad oficial), habían regresado al anonimato.
En su contestación a la primera marcha en Defensa al INE, AMLO ocupó más de 8 horas en ir desde el Ángel de la Independencia a la Plaza de la Constitución porque sus simpatizantes no lo dejaban avanzar. Soportando el sol, miles esperaron pacientes, incluso cuando el presidente llegó al templete a pronunciar su discurso.
Y en una hábil interpretación de símbolos históricos, López Obrador ha insertado en el imaginario y agenda política, no sin gran verdad, que el absurdo movimiento en defensa al INE es una manifestación de las mafias de poder que gobernaban este país y que quieren “volver por sus fueros”. Ha señalado con sorna que “el INE no se toca”, es igual que “García Luna no se toca”, en alusión al exfuncionario.
El 18 de marzo próximo, en la manifestación convocada por él, en el mismo Zócalo, se defenderá, en el marco del 85 aniversario de la Expropiación Petrolera, el otro sentido de una nación soberana que protege sus riquezas y no se las entrega a naciones extranjeras. Si su contestación a la primera marcha fue suficiente para desactivar la euforia de los opositores, se espera algo similar para el 18.
También lee: La ministra Norma Piña, ¿protectora de delincuentes?
“Esto exige muchas fatigas, llenan el Zócalo, bueno, sí, pero nosotros para poder lograr el cambio lo llenamos 60 veces, y no sólo lo llenamos, desbordamos, es una de las manifestaciones más grandes que ha habido en la historia del país. Nada más observen lo que va a pasar el 18 de marzo, por eso les diría yo, ánimo”, expresó AMLO en su conferencia matutina del lunes 27 de febrero.
Montarse en la segunda marcha
Pero coincide con una narrativa de medios opositores que buscan abonar al capital político del Zócalo lleno, ya en abierta operación para evitar triunfos de Morena. Como la encuesta de El Financiero, de comienzos de febrero, que muestra que los índices de desaprobación del presidente alcanzaron el 45% y la segunda marcha en defensa al INE será utilizada para seguir proyectando esa narrativa.
En su discurso, el exministro Cossío, uno de los que estuvo en funciones durante la operación de Genaro García Luna, hoy en espera de condena en Estados Unidos, señaló que esperaba que la Suprema Corte declare inconstitucional el Plan B de Obrador y detenga la implementación de la reforma a leyes secundarias. Todo indica que así será, pues la mayoría de los ministros apoyan esas ideas.
Si eso llegara a confirmarse, es otro triunfo que sería esgrimido al máximo por los opositores para basar su movimiento y respaldar después una embestida mediática aún mayor que la de 2018, para evitar que las políticas “asistencialistas y comunistas” de la 4T continúen. En el Zócalo, esa multitud aplaudió descaradas mentiras de la oradora Pagés, que ahora gozan del anhelado músculo popular.
Peor aún, medios internacionales han difundido ese mismo discurso embustero y falsario de que el Plan B busca dinamitar la democracia para erigir una dictadura, justo un pretexto que los poderes fácticos nacionales e internacionales estaban esperando para lanzarse de lleno a minar la popularidad del presidente en el tramo final de su gestión, algo que afectaría, sin duda, al candidato de su partido.
Y más alarmante aún, ahora, la oposición también ya tiene armado un argumento en que podrían alegar que, si no gana por una arrolladora mayoría, Morena habría realizado un fraude electoral aún si eso es absurdo dada la aceptación del presidente de entre 65 y 70%. Con la Corte dirigida por la ministra Piña a favor de esas posturas, esas argumentaciones no harán más que causar daño al obradorismo.
Sin embargo, AMLO goza de una aceptación popular pocas veces vista y la forma en que comience a mover sus piezas para apuntalar a un miembro de su partido candidato, en unos comicios democráticos, es el reto final de la última parte de su administración. Su primera demostración de fuerza será esa importante concentración el 18 de marzo. “Observen lo que va a pasar”, advirtió Obrador.
Membretes del PAN
Angustiado por su relación con Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón, el PAN, que, a pesar de su repudio generalizado, es la segunda fuerza política del país, busca que los múltiples membretes de lo que ellos llaman “sociedad civil” sean los que ahora dirijan al movimiento rosado que “defiende al INE”. Ellos elegirán candidato para 2024.
Más de 60 organizaciones, representadas por exactamente las mismas personas, simulan que son un importante agrupamiento de sectores sociales, cuando en realidad son emblemas del PAN que fungían como el músculo social del que carecen. El movimiento en Defensa al INE, le da al PAN y demás partidos la excusa para ocultar su color azul en el rosa.
Es una treta que podría funcionar, ya que las encuestas muestran desde 2018 que la mayoría de los ciudadanos los desprecia y, aunque así sea, un supuesto movimiento masivo es un pretexto perfecto para que luego el INE declare fraudes electorales a su favor. La única razón por la que no lo hicieron en 2018, fue porque dada la masiva participación, hubiera sido imposible un fraude.