El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) intentó que la megafábrica de autos eléctricos del multibillonario estadounidense Elon Musk estuviera en el sureste de la República, donde, en sus palabras, “el agua sobra hasta para inundaciones”. Luego no puso demasiada resistencia para que el ambicioso proyecto que se cristalizará en unos nueve meses (si bien va), se estableciera en el área de Nuevo León.
Es el mismo Musk que en 2020 emitió un polémico tuit en que apoyaba la intervención estadounidense que derrocó al presidente Evo Morales de Bolivia, anunciando que ellos, los de ese país, tenían el derecho de invadir a quien les viniera en gana. Por vía de la negociación y ante la presión de oligarcas regiomontanos, Obrador capituló, no sin antes comprometer a Musk.
El mandatario mexicano anunció que realizará una gira por México con Musk, en donde paralelo del capricho de la elite empresarial regiomontana y de su impresentable gobernador, Samuel García (de establecer la fábrica más grande de la empresa Tesla en Latinoamérica, en un lugar en donde ya hay estrés hídrico), intentará convencerlo de invertir en el sur y sureste de la República.
En aras del cálculo político, parece una maniobra más de Obrador para apuntalar a Samuel García, que enfrenta varias amenazas de desafuero por un congreso adverso, lo que también es una medida de la coalición Va por México, para obligar al partido político propiedad del cacique Dante Delgado a que se una a ese grupo para los comicios de 2024. García ha sido salvado en varias ocasiones por AMLO.
Según la propia cancillería, la planta representa una inversión de al menos 5 mil millones de dólares y en las estimaciones del magnate será la más importante de América Latina y la quinta a nivel mundial. Las plantas de ensamblaje de Musk han convertido a ciudades como Fremont y Austin en Estados Unidos, en auténticos hubs tecnológicos. García dijo que haría de Nuevo León el “Silicon Valley mexicano”.
El miércoles primero de marzo, pudo verse a un sonriente García junto a Musk, compartiendo una fotografía en redes sociales, mostrando exactamente por lo que suspira el común de la sociedad regia: el emprendedurismo, echeleganismo y estilo de vida corporativo y opulento estadounidense del que Musk, ahora dueño de la plataforma Twitter, es uno de los ejemplos más característicos.
La edificación de la planta en Nuevo León, luego de que AMLO tratara de promover a Hidalgo, Sonora y la región del Istmo de Tehuantepec, para empujar su ambicioso proyecto que une ambos océanos (Pacífico y Atlántico), fue aceptada de manera casi pacífica por el mandatario mexicano, no sin antes comprometer a Musk de que deberá tener proyectos para satisfacer las emergencias hídricas.
Tan sólo el año pasado, García enfrentó un problema mayúsculo por la escasez de agua en Nuevo León debido a la sequía y porque el inepto gobernante prefería garantizar el uso industrial y sólo la oportuna intervención de AMLO lo salvó de enfrentar hasta un juicio político. Pero parece que el presidente Obrador ya está en un lapso en que busca terminar lo que inició y consentir lo que no le tocará ver.
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En su mañanera del mismo primero de marzo, el mandatario contó que le aclaró a Musk que el litio es de México, pero que eso no es inconveniente para que se creen industrias como la de autos eléctricos; además, dejó claro que su gobierno no está en condiciones de proporcionar subsidios por auto como en Estados Unidos. El billonario aceptó y Obrador espera darle en breve un recorrido por la República.